Salvador Giménez: “Un obispo no es nadie y lo es todo”

Cuenta L.M.F. en Menorca.info que visiblemente contento y profundamente agradecido. Así se mostró monseñor Giménez Valls en su primera comparecencia ante los medios locales tras su nombramiento como obispo de Menorca. El encuentro tenía lugar pasadas las doce y media en la Casa Sacerdotal de Maó, a donde Giménez llegó nada más bajar del avión que le trajo, vía Palma, desde su tierra natal. Fiel al estilo que le ha granjeado el aprecio de los creyentes en estos ocho meses como administrador apostólico, el obispo electo se mostró cercano e integrador.

Un obispo no es nadie y lo es todo –aseveró como preludio al referirse a los retos que tiene por delante la Diócesis–, he de comentar con los sacerdotes qué debemos atender de manera prioritaria porque sin su colaboración no será posible sacar las cosas adelante”. Pese a la cautela, monseñor Giménez adelantó la juventud, la familia, el Seminario y el laicado como aspectos a tener en cuenta desde su responsabilidad como nuevo obispo, una responsabilidad que empezará a ejercer tras su toma de posesión el 11 de julio.

Respecto de la misma, Salvador Giménez aseguró no conocer los detalles de la celebración. “Quería una toma sencilla porque llevo ocho meses como administrador y pensaba que era suficiente algo con los sacerdotes, pero no será así porque aunque para mí no sea necesario, es importante para la Diócesis”, explicó Giménez Valls, quien comentó que asistiría el nuncio y que esperaba que la coincidencia con la festividad de San Benito le diese “ojos bien claros para ver la realidad de Europa” (continente del que el santo es patrón).

El obispo electo aprovechó su intervención para efectuar un breve repaso a su trayectoria vital y para agradecer la extraordinaria acogida del clero y los fieles de la Isla. “Gracias a estos meses conozco las tierras, las casas y, lo que es más importante, las personas, los hermanos que creen en el mensaje de Jesucristo”, manifestó el obispo electo, quien hizo extensivo su agradecimiento a las autoridades – alcaldes y presidente del Consell, que se pusieron en contacto con él, según dijo, para felicitarlo– con quienes “hemos podido resolver temas”.

Su gratitud y alegría no impidió que monseñor Giménez reconociese cierta preocupación. “Algún medio se ha referido a mí como máximo responsable de la Iglesia de Menorca y esto supone ser muy prudente, callar, tener mucho cariño a los demás. Deberé actuar con prudencia para que mi palabra sea coherente y, sobre todo, fiel a los valores de la Iglesia”, afirmó.

Quizá esta especial prudencia será un elemento distintivo en la nueva etapa que se abre tras su nombramiento y que se caracterizará por mantener sus responsabilidades en la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis – “estaré, en principio, hasta que acabe el trienio, es mi lugar natural”, apuntó– y la agenda que tenía prevista para las próximas semanas, que incluye las fiestas de Sant Joan. “Ya tenía previsto participar y no poder hacerlo ahora me daría mucha pena”, confesó monseñor Giménez.

El obispo electo mantendrá, asimismo, su escudo como hasta ahora. Con el lema “Mane nobiscum, Dominum” (“Quédate con nosotros, Señor) y, “de momento”, la Virgen de los Desamparados.
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