Visita a Kampanga

Dejo escrito este comentario antes de partir hacia Rwanda, donde viajo este mes de mayo para inaugurar las nuevas instalaciones de la Casa Parroquial de Kampanga, población en la que, desde hace años, presta su extraordinario servicio el misionero Mn. Josep Cabayol.

Desde la archidiócesis de Tarragona tenemos esta labor espiritual y social muy cercana a nuestro corazón. Con motivo del Año Jubilar 2008-2009, acordamos que la misión de Kampanga sería beneficiaria de uno de los proyectos sociales, lo que supuso reunir múltiples donativos que han permitido auxiliar a un pueblo con tantas necesidades.

Para situarnos, hay que pensar que la parroquia de Kampanga es una de las doce del obispado de Ruhengeri, muy extenso y con una población de 43.000 habitantes, de los cuales la mitad son católicos. Están organizados en 65 comunidades de base. Son personas que destacan por su amabilidad y calidez de trato. Han padecido mucho en guerras internas y sufren el azote del hambre, lo que lleva a algunos a recorrer media África para intentar el «salto a Europa».

El proyecto Kampanga es ya una realidad y me siento muy satisfecho de poder inaugurarlo estos días. La parroquia no se limita al lugar de culto, sino que forma un gran complejo, con residencia para los sacerdotes, salas y despachos para catequesis, cursos de alfabetización, talleres de carpintería y para aprender a coser, biblioteca, consultorio médico, etc.

Dentro de la sobriedad que lógicamente define todo el proyecto, se ha procurado que su utilización sea múltiple y atienda a los habitantes de la zona en sus necesidades tan variadas. Deseo agradecer el esfuerzo hecho desde nuestra Archidiócesis en solidaridad con un pueblo que ya consideramos como hermano, al que podemos ayudar, pero sobre todo del que podemos aprender tanto.

Pienso en el mensaje que continuamente nos envía el papa Francisco: en la Iglesia la oración y la misión van unidas. No es posible disociarlas ni caer en la falsa pugna entre espiritualidad y acción. El espíritu misionero no es exclusivo de quienes dejan atrás la comodidad de sus casas y se van a vivir a lugares lejanos, donde aprenden un idioma nuevo y se hacen a otras costumbres. Es también propio de quienes pasamos la mayor parte del tiempo en nuestras ciudades, pero abiertos de corazón y de mente a las necesidades de la Iglesia universal.

† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado
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