Felicidades al Papa que dejó de ser de transición

El Papa cumple 85 años el próximo lunes. Una cifra redonda y una edad avanzada, con la que entra ya en le ranking de los 7 Papas más longevos de la Historia: 1.- Clemente XII (1730-1740): 97 años. 2.- León XIII (1878-1903): 92 años. 3.- Pío IV (1775-1799): 91 años. 4.- Celestino II (1191-1198): 91 años.- Juan XXII (1316-1334): 90 años 6.- Gregorio XII (1406-1415): 89 años. Y, a continuación, Benedicto XVI, con 85. Un Papa longevo y que pronto cumplirá 7 años al frente de la barca de Pedro. Ha dejado de ser un Papa de transición.

Siete años para ver en acción al Papa teólogo, al Papa sabio, al Papa de lo esencial y, sobre todo, al Papa-barrendero de Dios. El que impuso en la Iglesia la tolerancia cero contra la pederastia de las manzanas podridas del clero. El Papa que, desde la querencia conservadora que tiene y se le nota (nadie puede prescindir de su historia ni renegar de ella por completo), está recentrando el péndulo de la nave eclesial. Un péndulo que, con Juan Pablo II y sus aguerridos nuevos movimientos, se había escorado totalmente a la derecha (para entendernos).

La capacidad intelectual del Papa actual le ha llevado, durante estos 7 años, a enderezar el rumbo. Al menos, algo. El corrimiento del péndulo hacia el centro (medida de higiene espiritual, para que en la Iglesia podamos entrar todos, sin excluir a nadie), se nota, sobre todo, en la mayor presencia e influencia de las órdenes y congregaciones religiosas clásicas.

En Roma y no man dan sólo el Opus Dei, los Legionarios, los Kikos o los Focolares, como sucedía en época del Papa Wojtyla. Ahora, también "pintan" (y, a veces, mucho) los jesuitas, los salesianos, los dominicos, los franciscanos, los redentoristas...y demás familias religiosas clásicas. Desde Bertone a Lombardi pasando por Ouellet.

Me contaba recientemente un jesuita español que el prestigioso teólogo Joaquín Losada, también jesuita, comparaba a Juan Pablo II con Napoleón, que llegó para poner orden en la efervescente situación postconciliar. Y la verdad es que lo hizo con firmeza y decisión. Pero es imposible volver a la Restauración. Siempre queda algo (en este caso, mucho) del camino recorrido y de las apportaciones fundamentales de aquella primavera de la Iglesia. El Vaticano II es una piedra miliar en la vida de la Iglesia.

Benedicto XVI, hombre del Concilio, lo sabe. De ahí su viraje al centro, que posiblemente seguirá desarrollando, si Dios le concede unos cuantos años más de vida. Para dejar a su sucesor, una Iglesia limpia y en la rampa de lanzamiento adecuada para volver a a brazar a todos sus hijos y a todas las corrienes eclesiales en el seno del mismo pueblo de Dios, que intenta construir el Reino. Una Iglesia más plural, más abierta y más dialogante. Una Iglesia que ofrece sentido espiritual a la vida y caridad samaritana, pero sin imponer nada, como le gusta decir a Ratzinger.

¡Mucha suerte en su tarea, Santidad! ¡Muchas felicidades!

José Manuel Vidal
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