Agradezco de verdad al padre
Martínez Camino, secretario del episcopado y asturiano como yo, el que haya salido a la palestra para aclarar sus palabra sobres los niños y las madre solteras. Se lo agradezco de corazón. Primero por los niños que, junto con los pobres y los ancianos, son, sin duda, los preferidos de Dios. Como suelo decir a menudo: sólo me arrodilo ante un niño y ante Dios.
Después, se lo agradezco por las madres.
Cualquier madre es un altar. Independientemente de las heridas que le haya ocasionado la vida. O de los pecados que haya podido cometer. ¿Quién soy yo para lanzar la primera piedra?
También se lo agradezco, porque, de esta forma, queda claro que el principal cometido y distintivo de la Iglesia son
sus entrañas de misericordia. Con todos y para todos. Con el trigo y la cizaña. Por la misericordia nos juzgarán al atardecer de la vida. Y por la misericordia llegaremos al corazón de la sociedad actual. Una Iglesia misericordiosa y samaritana es un imán para la gente de hoy.
Y, por último, se los agradezco como paisanos que somos. Y como paisanos compartimos -me consta- el mismo afán por los niños, las madres y los pobres. Y el mismo amor por la Santina.
Padre Angel García, presidente y fundador de Mensajeros de la Paz