La Ponti, siempre antigua y siempre nueva

Estamos en Salamanca. Hemos venido, Jesús Bastante y yo, a pasar unos días, aprovechando la inauguración de curso de la Pontificia. Y la vieja Universidad sigue conservando todo su encanto acumulado a lo largo de los siglos, pero ha sabido, como nadie, ponerse al día y convertirse en un centro moderno, abierto al mundo globalizado y bien gestionado. Una Ponti con un extraordinario pasado, un presente consolidado y un futuro prometedor.

La ceremonia de ianuguración en la Iglesia de la Clerecía remite a otros tiempos. En el marco de un templo extraordinario, decenas de profesores daban un aspecto multicolor al acto. Con sus mucetas y sus gorros de todos los colores. Desde el blanco de la Teología al rosa de Farmacia, pasando por el rojo, los azules, el amarillo, el marrón o el negro del Rector Magnífico, Ángel Galindo.

La ceremonia, presidida por un cardenal Rouco que se mostró solícito, atento y encantado de encontrarse en "su" Universidad. Porque es suya. Primero, por ser la Universidad de la Conferencia episcopal, que preside. Y segundo, porque en ella hizo parte de su carrera como alumno y como profesor. Y, sin duda, a ella le debe su promoción al episcopado.

Dicen en Madrid que, ahora, el cardenal quiere hacerle sombra a la Ponti con la creación de la Universidad San Dámaso. Un parto difícil y de futuro incierto. No se puede competir con la solera y el marchamo histórico de Salamanca. Ni con su posicionamiento presente.

Aquí huele a intelectualidad católica, a los grandes del siglo XVI (Suárez, Domingo de Soto, Vitoria...). Flota en e ambiente todo el saber acumulado de la Escuela de Salamanca.

Una Universidad remodelada. Es una auténtica gozada ver su actual biblioteca, en un antiguo claustro derruido, que se ha reconstruido con gusto y primor. Son los dominios del bibliotecario, el capuchino Miguel Anxo Pena, especialista precisamente en la historia de la Escuela de Salamanca y en los grandes del siglo XVI, especialmente San Juan de Ávila.

El pulular de alumnos es continuo. Jóvenes de todas las procedencias y razas. ¡Suárez y Vitoria se sentirían orgullosos al ver pasear por los claustros a grupos de universitarios latinoaméricanos, africanos y asiáticos!

Otro de los rincones espectaculares es el aula magna. Sobre todo, el día de la inauguración, repleta de profesores y público y con la presidencia bajo los antiguos frescos y un profesor recitando la lección inaugural desde el púlpito.

Ángel Galindo lleva un año sólo en el cargo, pero le ha impreso a su rectorado una dinámica acelerada. Se ha rodeado de profesionales y le está dando a la vieja Universidad un marchamo internacional, de expansión (llegando hasta China) y de gestión moderna y eficaz. Con una estrecha relación con el universo financiero y empresarial. Y con las cosas muuy claras a la hora de defender por un lado la identidad católica de la institución y, por el otro, su función social.

Una función social que, a su juicio, no está siendo reconocida por las instituciones, especialmente por las diversas administraciones, de las que no recibe ayuda alguna.

Con 8754 alumnos en total, la UPSA sigue mandando también en los estudios eclesiásticos. En este campo y en contra de la información que suele circular, presenta unos números envidiables. Que superan a cualquier otra Universidad eclesiástica española.

En efecto, en la sede de Salamanca estudiaron el año pasado (y el número este año ha subido) 250 alumnos, a los qye hay que sumar los 152 del master de Doctrina Social de la Iglesia y 45 tesis inscritas. Y si a los alumnos propios, le sumamos los de los centros asociados (789), el número de alumnos se dispara a los 1.191. Es decir, la UPSA sigue siendo, en Estudios eclesiásticos, la Universidad más numerosa. Y con vocación de mantener el entorchado. A través de convenios con diversos centros latinoamericanos. Y con iniciativas originales, como la preparación en Derecho Canónico de laicos y clérigos de muchas diócesis americanas.

Gracias al Rector, Ángel Galindo, por la magnífica acogida que nos ha dispensado, a su directror de comunicación, Ángel Losada, y a los diversos miembros del claustro con los que hemos contactado. Desde el blbliotecario, Miguel Anxo Pena, al decano de la Facultad de Medios de Comunicación, Fernando Martínez Vallvey, pasando por el decano de Teología, Jacinto Núñez Regodón.

También hemos aprovechado para acercarnos a la extraordinaria figura de un claretiano pintor, Maximino Cerezo, el pintor de la Liberación, que vive en Salamanca, donde sigue pintando sus Cristos de rostro indígena y sus cuadros llenos de colorido. Una charla reconfortante con un profeta de la Liberación.

Me dolió no poder entrevistar a Marcelino Legido, que vive en la Casa de la Iglesia de Salamanca. Anciano y enfermo, me saludó amablemente por teléfono. Muchos le recordamos como una referencia teológico-pastoral. Desde el Cubo de Don Sancho iluminó el quehacer de muchos sacerdotes y les dio pistas de evangelización encarnada, liberadora e ilusionante. ¡Quién no recuerda sus libros, que devorábamos: 'De dos en dos', 'Luz de los pueblos' o 'Misericordia entrañable'! Todos ellos siguen conservando toda su actualidad y, por supuesto, su frescura teológica.

Y, como no podía ser de otra manera, también aprovechamos la estancia en Salamanca, para visitar a nuestro amigo, Xabier Pikaza. En su casa de San Morales, él y su mujer, Mabel, nos acogieron con lso brazos abiertos. Una casa preciosa. Con muchísimos libros de Pikaza y detalles primorosos decorativos de Mabel. En torno a una suculenta cena, departimos durante horas. De lo divino y lo humano.

Siempre que veo a Pikaza redescubro su hondura intelectual, su valía personal y su encanto espiritual. Es una gozada escucharle. Nunca habla a humo de pajas. Y nunca condena ni anatematiza. Nunca sale de sus labios la más mínima crítica hacia las personas, sin dejar de ser realista ni de denunciar las injusticias de las instituciones. Siempre optimista y esperanzador. Es todo un lujo. Uno de los mejores exegetas mundiales, que, desde su pueblo, sigue irradiando a todo el mundo. ¡Qué pena de institución eclesiástica, que se permite el lujo de prescindir de hombres como él! Aparte de una injusticia, es un pecado.

Sin resquemor y sin mirar atrás, Xabier sigue a lo suyo. Y tras su grueso volumen sobre Marcos, ya prepara otro sobre Mateo. Obras de consulta obligada de un exegeta que irradia saber, ternura y esperanza. ¡Xabier, es un placer tener amigos como tú!

José Manuel Vidal

José Manuel Vidal
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