¿Son tres semanas demasiado tiempo?

"He venido en persona a esta vuestra tierra espléndida y herida, que hoy está viviendo momentos de gran dolor y precariedad, para expresaros en el modo más directo mi cordial cercanía". Eso decía Benedicto XVI esta misma mañana, entre las ruinas de Onna, la población más terriblemente dañada por el terremoto que a principios de este mes el centro hizo temblar el centro de Italia.La cuestión es: ¿son tres semanas demasiado tiempo? Italia se muestra dividida ante la visita de Benedicto XVI a Los Abruzos, la zona del centro del país que en la madrugada del pasado día 6 se vio golpeada por el terremoto que ha dejado a su paso 296 muertos.

Exactamente 23 días ha tardado Benedicto XVI en recorrer los cerca de 90 kilómetros que separan el Vaticano de la zona del centro de Italia que sufrió la tragedia. Varios comentaristas ya se han lanzado a criticar la tardanza del Papa en visitar el área afectada por el seísmo, y que contrasta con las nueve veces que Berlusconi ya se ha apresurado a hacerlo.

Sin embargo, y conscientes de la proverbial lentitud con la que funciona el Palacio Pontificio, en Los Abruzos la gente en general ha recibido con cariño y respeto a Benedicto XVI. "Está bien que el Papa venga hoy, a tres semanas de la tragedia. Si lo hubiera hecho antes tal no habría habido el espíritu justo y su visita habría podido incluso entorpecer las labores de emergencia", aseguraba por ejemplo Maria Fidanza, inquilina de la Casa del Estudiante del L’Aquila, donde perdieron la vida 12 chavales.

"La presencia del Papa es un vehículo de esperanza y sirve para mantener alta la atención sobre esta tragedia, con la esperanza de que haya un futuro para esta localidad", aseguraba por su parte el periodista Giustino Parisse, residente en Onna y a quien el seísmo ha quitado dos hijos adolescentes. Benedicto XVI habló un rato con él y con otras víctimas del suceso, tratando de reconfortarlas e interesándose por su estado.

Sin embargo, también había críticas. "Llega demasiado tarde. Ya me hubiera gustado verle aquí el primer día", se quejaba entre dientes una señora de Piazza Armi, donde se encuentra el mayor campamento para las 65.000 personas a las que el terremoto ha obligado a abandonar sus casas.

Además, también había quien se quejaba de cómo había sido gestionada la visita de Benedico XVI: "Primero nos dijeron que nos reuniéramos todos bajo un toldo, después que nos colocáramos entre las tiendas de campaña. No se nos puede tratar como si fuéramos paquetes", se lamentaba Gabriella Pezzopane, una mujer de Onna que ha perdido a dos sobrinas.

Irene Hernández Velasco (El Mundo)
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