¿Curas casados? VI

Por Juan Díaz Parroquín. (1)

Mons. Ruiz prohibió a diversos movimientos y congregaciones religiosas actuar en la diócesis, desalentó seriamente las vocaciones al sacerdocio célibe, y sobre todo, promovió la ordenación masiva de diáconos permanentes casados, asegurando que en poco tiempo la Iglesia terminaría por aceptar la práctica del sacerdocio casado, que según decía, respondía más a una visión de “iglesia autóctona” o “indígena”.


Las constantes peticiones, dirigidas en ese sentido desde san Cristóbal de las Casas, obligaron a la creación en el Vaticano de una comisión interdicasterial que comenzó a deliberar en septiembre de 1993 y que llegó finalmente a una conclusión el pasado mes de octubre, 2005, bajo el Pontificado del Papa Benedicto XVI: no al intento de crear una “iglesia autóctona” inspirada en la “teología india” o “teología de la liberación”
La elocuente carta del Cardenal Arinze extiende sus conclusiones a otras regiones como Guatemala, Bolivia, Ecuador, Perú donde también se vino promoviendo una “teología india” y una “iglesia autóctona”.

La carta del Cardenal Arinze dice textualmente: “En la última reunión Interdicasterial, celebrada el primero de octubre pasado, como Usted ha podido bien observar, se realizó un detallado y serio examen de la petición presentada por Vuestra Excelencia y de la situación actual de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas y sus incidencias en la vida de la Iglesia Univeral. Como resultado de la deliberación se ha convenido como sigue: No se puede ignorar que, aún pasado cinco años de la salidad de S.E. Samuel Ruiz de San Cristóbal de las Casas, continúa estando latente en la Diócesis la ideología que promueve una Iglesia Autóctona. En este sentido, la Reunión Interdicasterial se ha pronunciado por una suspensión de eventuales ordenaciones de diáconos permanentes hasta que se haya resuelto el problema de fondo.
Se pide que se fortalezca la pastoral vocacional, con vistas al sacerdocio célibe, como en el resto de la Iglesia en México y América Latina; y que se interrumpa la formación de más candidatos a diáconos permanentes. Constituye, en efecto, una injusticia contra esos fieles cristianos, alentar una esperanza sin perspectivas reales; además el Diaconado supone una vocación personal, no una designación comunitaria sino una llamada oficial de la Iglesia; requiere de una formación intelectual sólida; orientada por la Sede Apostólica.
Para contribuir a sanear la vida eclesial, desde el inicio se ha pedido y se continua a indicar, abrir la diócesis a otras realidades propias de la universalidad de la Iglesia Católica, para ayudarla a salir del aislamiento ideológico mencionado.
Por último, cabe subrayar que, alimentar en los fieles expectativas contrarias al Magisterio y Tradición, como en el caso de un diaconado permanente orientado a un sacerdocio uxorado (casado), coloca a la Santa Sede en la situación de tener que rechazar las distintas peticiones y presiones, y, de este modo, se le hace aparecer como intolerante”. Hasta aquí el escrito de Koinonía.

Ahora, bien, yo acuso al Cardenal Arinze y a su Interdicasterio de cobardes.
Y al Cardenal Arinze de mentiroso y embaucador. Les diré por qué.
Es una cobardía analizar el asunto de los Diáconos permanentes de San Cristóbal de las Casas nada más entre los miembros del Interdicasterio sin que estén presentes algunos de los Delegados de los Diáconos en cuestión. No les dieron oportunidad de defenderse.
Catalogo al Cardenal Arinze de mentiroso y embaucador por lo siguiente: Le parece al Cardenal Arinze un gran pecado, aunque no lo nombre así, el que pudiera haber una “iglesia autóctona” ignorando o queriendo ignorar que las Iglesias fueron autóctonas hasta el año 1054, cuando Roma con su afán de quedar dueña de la Iglesia Occidental lanzó excomuniones contra Bizancio. Ignora la existencia de las siete Iglesias de Asia, la de Jerusalén, Antioquía. Quiere ignorar que Jesús les dijo a sus Apóstoles que están para servir a los de abajo, a las Iglesia Autóctonas, no a los de arriba al Interdiscaterio, a los Cardenales o al Papa. Engaña el Cardenal Arinze cuando menciona que se comete injusticia contra aquellos a quienes se les dice que sí pueden ser sacerdotes casados. Señor Cardenal, en todo este artículo he venido comprobando que el sacerdocio célibe no tiene razón de ser ni Bíblico ni Tradicional. Probablemente el error de Mons. Samuel Ruiz García fue el de no ordenar a esos diáconos permanentes y esperar que Roma lo aprobara. Engaña usted señor Cardenal Arinze cuando dice que el diaconado no es una designación comunitaria. Se ve que usted nunca ha leído como fueron elegidos los primeros siete diáconos. Si bien todo llamado viene de Dios, le recuerdo que todos somos pueblo de sacerdotes y de reyes. Nada más que la Jerarquía Romana inventó lo del laicado para convertir al Pueblo de Dios en esclavos del clero. Lo de formación intelectual se lo acepto pero lo de orientada por la Sede Apostólica no, porque el accionar de los Diáconos y Presbíteros debe estar orientada hacia la comunidad autóctona no a los caprichos de un Interdicasterio. ¿Quieren abrir al pueblo de la Diócesis de san Cristóbal de las Casas a las realidades de Europa o Asia? ¿O los quieren uncir a la globalización? Es usted un mentiroso y embaucador cuando aduce al Magisterio y a la Tradición como bases para fundar sus argumentos. Le digo, desde ahora, que el Magisterio se ha equivocado y se equivoca en materia de sacerdotes célibes. Y la famosa y trillada Tradición Jesús la reprueba porque antes la utilizaban los Sacerdotes y Jefes de Israel para acallar sus conciencias.

(1) Nota Juan Parroquín es un obispo, al parecer no en comunión con Roma.


José María Lorenzo Amelibia
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