1.- El alma que se da a la oración se va desprendiendo más y más de todo lo terreno.
2.- La gracia penetra en el alma, como el fuego que transforma al hierro. El hierro sigue siendo hierro, pero encendido; el alma sigue siendo alma, pero divinizada. Meditarlo. Agradecer.
3.- Haz, Señor, a mi alma el regalo del don de recogimiento, para vivir en tu amor y desde allí en el servicio del prójimo.
4.- Llegar a sentirte, Señor, como lo más íntimo y grande de mi ser.
5.- Dame un sentimiento de tu presencia sin dudar; dame el don del recogimiento interior y dirige en tu presencia mis pasos.
José María Lorenzo Amelibia
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