1.- Recordar la parábola del Fariseo y del Publicano; ver al publicano en un rincón del templo dándose golpes de pecho.
2,.Pedir imitar la humildad del publicano. "Sé propicio conmigo, Jesús, que soy pecador"; sentir compunción de corazón al ver mis faltas pasadas y presentes.
3.- Repetir de nuevo varias veces la frase del publicano. Ponerme junto a Jesús en actitud de humildad.
4.- Pedirle por medio la Virgen María el don de penitencia.
5.- Rezar despacio el Señor mío Jesucristo y comenzar estos días a preparar una confesión con verdadero dolor y propósito.
José María Lorenzo Amelibia
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