Ramón es un señor joven que está haciendo mucho en favor de los enfermos. Basta con leer cada día la hoja de calendario de los frailes camilos para convencerse. Le saca chispa a todo lo relacionado con el mundo sanitario. Y anima con humor suave a quienes han de sufrir una operación quirúrgica, a sus familiares e incluso a los mismos médicos y enfermeras. He comprado un libro con viñetas de Ramón y me río a gusto solo. Y es que no hay más remedio que mirar las cosas por el lado risueño, so pena de amargarnos la existencia.
"Una persona anciana a quien traté sentía en el alma no disponer de dos hígados para poder quejarse con doble motivo, mientras que su prima, hecha de pasta flora, le pedía a Dios salud para seguir enferma unos añitos más". Con humor de este género enseña Ramón a "sus" pacientes a inhibirse un poco de los propios males, y la misma lección reciben cuantos leen su almanaque de todos los años.
Por el lado risueño, y de forma muy distinta que el anterior, mira su "desgracia" un sacerdote a quien no conozco, pero de quien he oído hablar mucho y bien. Sé que se llama Luis y está tetrapléjico y anima a todos los enfermos e impedidos a que vivan felices. Él sabe serlo; además se siente útil en su vida sacerdotal: confiesa, da charlas, anima a todos directa e indirectamente. Su actividad sacerdotal va a tope.
Nadie por sí solo está preparado para afrontar la enfermedad de una manera serena y feliz. Conviene para ello dialogar con personas sabias; leer testimonios de gente que ha sufrido tanto, y tal vez más, que uno mismo; relacionarse con otros enfermos. Así podremos transformar una experiencia, de suyo negativa, en auténtico enriquecimiento personal, que incluso puede ayudar a otros. Por aquí, por supuesto, se dirige el camino de la felicidad. Quien enseña, aprende; quien ayuda, se fortalece.
Por caminos distintos, aunque paralelos, nos enseñan a enfrentarnos con el mundo del dolor el humorista Ramón y Luis, el sacerdote tetrapléjico. Por supuesto que nuestro sacerdote arrastra con su ejemplo de serena alegría, paz y laboriosidad, pero también tiene importancia desdramatizar la enfermedad bañando nuestra situación con el agua del humor: una higiene nada despreciable.
José María Lorenzo Amelibia
Te recomiendo mi página web http://personales.jet.es/mistica