Jamás desanimarnos

Espiritualidad

Jamás desanimarnos

Lo importante es no desanimarse por nada. Pedirle al Señor todos los días, como él lo hacía, el don de oración y el don de la abnegación. ¿Qué mejor petición? La vida se nos va poco a poco. Queda menos. La presencia en su inteligencia de la muerte, le hizo vivir siempre a tono. Vamos a continuar adelante. Siempre con ilusión.

Leer la biografía del padre Nieto es un baño de juventud. Aquellas ideas sanas de conversión, de amor a Jesús - Eucaristía, de entrega total y generosa, vuelven con fresca actualidad. Y uno recuerda la frase del salmo: " deduc me in via antiqua". Cuando leo y medito este libro, actualizo lo más real de mi vida: mi existencia propia y mi sacerdocio. Y me ayuda a continuar viviéndolo en pura fe, sin el estímulo (?) de un cuerpo clerical; con la ayuda de Dios, de unos libros de lectura espiritual, de algunos amigos fieles sacerdotes; siempre quedan. Me confirmo que el don supremo de Dios a la Iglesia ha sido el sacerdocio y la Eucaristía: los dos juntos, porque no puede existir el uno sin el otro. Me emociona y extraña su carisma de penitencia. Es imposible seguirle sin un milagro de la de Dios. El Señor le ha sostenido en ese régimen de vida para que nos demos cuenta las personas remisas a la penitencia voluntaria y para que al menos sepamos aceptar los sacrificios que la Providencia nos destina. Ha exagerado las horas de oración junto al Sagrario para que, al menos, dediquemos una hora cada día al trato más íntimo con Dios. Este libro anima. Nieto sigue haciendo bien después de su muerte. A ratos me pregunto: ¿se trata de una persona normal? ¿No estará loco? De estos locos, locos de amor a Dios y al prójimo, nos hacen falta unos cuantos. ¡Cómo cambiaría la vida de los indiferentes, comodones y vividores! No habría tanto loco de egoísmo...

El Señor ha sido bueno conmigo por hacerme conocer ahora al Padre Nieto. Me ayuda a quitar temores al dolor, al porvenir, a la enfermedad y a la misma muerte; es un aliento para mi fe. Únicamente deseo vivir más para tener más oportunidad de ser mejor. Pero sea la voluntad del Señor. A veces me entran ganas de llorar cuando leo estas páginas de este hombre de Dios. El Señor me ha regalado, me abruma con sus muestras de amor. ¿Y yo qué hago?

Leer la vida de este hombre me hace mucho bien; me ayuda a vivir en paz y tensión espiritual; acrecienta mi fe. Quien ha sentido su influjo en Comillas o en ejercicios o ha leído su biografía con interés interior, no puede permanecer como antes; tiene que tender hacia arriba.

Todas estas ideas, y algunas más siguen bañando mi mente después de la lectura del libro del Padre Nieto. Pocas personas se han sacrificado tanto como el cura de Ars y el padre Nieto. Se privaban incluso de los mismos goces honestos por todos admitidos. Sobrepasaban incluso los consejos de la prudencia humana. Pero vivían llenos de gozo. Habían encontrado el gran tesoro oculto, por otra parte, en manos de todos. Una paz sin fronteras. Un descanso pleno en la voluntad de Dios, aunque suceda cualquier cosa.

Nosotros vamos a pedir con ellos: "Dadme el don de oración. Dadme el don de la propia abnegación." Pero no como una anestesia, sino para encontrarle a El. ¿Qué importan la aridez y sequedad, si El está igual junto a nosotros? ¡Claro, lo malo es: ¡la aridez viene más a menudo porque estamos volcados a todo lo exterior, a los caprichos y espectáculos, y todo lo relativo a Dios nos viene de lado!

José María Lorenzo Amelibia  

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