D. Manuel Sanchez Monge, obispo bueno, va a Santander

Para D. Manuel Sanchez Monge, con cariño

Este obispo merece una mención especial por su buen hacer. Mi amigo José Carlos Enríquez me ha entregado su propia carta dirigida a don Manuel; me ha contado bastantes datos de su buen obrar; y es preciso añadir el sentimiento de la diócesis de Mondoñedo - Ferrol al despedirlo. Felices los fieles de Santander que van a tener como pastor a este hombre de Dios.




Carta de José Carlos Enríquez a Mons. Monge
Tengo muchos motivos para elevar mis Oraciones a Dios por todos los beneficios que he recibido por medio de Monseñor Sanchez Monge.

Un obispo que me recuerda al Jesús de los Evangelios. Un obispo entregado a las circunstancias vitales de los demás.

Un obispo conciliador donde los haya. Un obispo de todos y para todos. Un obispo trabajador. Un obispo del que me duele desprenderme.

Un obispo en consonancia con las enseñanzas de su Maestro, que dio prioridad a las debilidades, a la comprensión, y al perdón.

Un obispo, mi obispo, al que admiro como persona comprometida y consecuente con lo que es y representa. Un obispo al que voy a echar de menos. Un obispo, digno sucesor de los apóstoles, que ha colocado el listón muy alto durante los cortos años que ha dirigido esta Diócesis.


¡Qué pena que le cambien de diócesis, querido don Manuel! Vamos a ser bastantes los que le vamos a echar en falta. Siga así y cuente siempre con mi reconocimiento y consideración y el de otras muchas personas de esta tierra que le acogió con esperanza y se ven obligados a despedirle con desgarro del corazón, no exento de un cierto sabor agridulce, no tanto por lo inesperado de su marcha, hasta cierto punto previsible

De una manera muy especial y personal agradezco a Dios por haber tenido un Obispo muy cercano, una persona que me ha brindado su confianza, amistad y sobre todo por el cariño y la comprensión de Don Manuel.
No tengo palabras suficientes de afecto, cariño y gratitud para usted.
Gracias por haber estado entre nosotros y habernos regalado unas líneas tan claras de compromiso humano y cristiano. Usted es un don de Dios para la Iglesia y el pueblo De Ferrol y en nosotros deja un imborrable recuerdo de bien hacer.

¡Gracias por haberle podido tener como pastor y guía!

Espero que en Santander corone con gozo su vida episcopal y lleve la experiencia y el fruto de estos inolvidables años ferrolanos

Gracias D. Manuel. Un fuerte abrazo
José Carlos Enríquez Díaz

Algo de este obispo bueno

Manuel Sánchez Monje tiene como lema episcopal ‘Virtus in infirmitate’, la virtud de la debilidad. Forma parte de una frase más amplia de San Pablo «el poder de Dios resplandece en la debilidad de los hombres». Como explica el nuevo obispo desde su despacho en Ferrol «quiero ser un pastor bueno y humilde para servir a quienes me han sido confiados». Escogió este lema porque está «convencido de que Dios no se sirve de grandes liderazgos sino de almas sencillas y humildes».
http://www.eldiariomontanes.es/cantabria/201505/11/armas-nuevo-obispo-santander-20150510232909.html

Cierto D. Manuel, Uno de los versículos más alentadores de la Biblia está en 2 Corintios 4:7: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros.” Luego Pablo procede a describir esas vasijas de barro – hombres que están muriendo, atribulados en todo, perplejos, perseguidos, derribados. Y aunque nunca abandonados ni desesperados, esos hombres usados por Dios están constantemente llevando la carga de sus cuerpos humanos, esperando ansiosamente ser revestidos con un cuerpo nuevo.
Dios se burla del poder del hombre. Él se ríe de nuestros esfuerzos ególatras de ser buenos. Él nunca usa al grandioso ni al poderoso, sino que usa a las cosas débiles de este mundo para confundir a los sabios.

Sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a los fuertes;” (1 Corintios 1:27).
Dios todavía elige al débil para revelar Su fuerza.

El escoge lo pequeño, lo débil, lo oscuro. El hombre elige lo grande, lo fuerte, lo que tiene relieve, lo impresionante. Es natural que así sea, porque el hombre no puede conseguir que lo débil sea fuerte, o que el pequeño sea grande, y Dios sí. “El Señor hizo en mi cosas grandes” (Lc 1,49). Dios puede romper el cántaro y hacerlo nuevo y enderezar lo torcido y curar lo deteriorado.

Más que el Jesús glorificado, sabio y triunfador, impresiona el Cristo débil, es decir, el Cristo kenótico de Flp 2, 6-11, aquel que se “despoja” de su divinidad fuerte, de su señorío impositivo (del Reino entendido como imposición externa), para hacerse desde dentro hermano de los hombres que sufren, de los crucificados. Jesús aparece así como alguien que tantea, como aquel que va buscando por encarnación real en la historia conflictiva, desde los derrotados de la tierra

Dios va a confundir a los fuertes y sabios ungiendo como Sus instrumentos a los que se consideran débiles y tontos. El Señor pasará por alto a aquellos que confían en el brazo de la carne, quienes confían en su talento, sus conocimientos, su experiencia o su reputación familiar. En lugar de eso, levantará a los abatidos, a los débiles y cansados. El derramará sobre ellos un espíritu de alabanza y un bautismo de amor. Les mostrara Su grandeza, Su fidelidad, Sus pactos, y ellos llegarán a ser fuertes en el Señor y en el poder de Su fuerza.

Sus promesas para nosotros son grandes y preciosas: “¡Cuán grande es tu bondad que has guardado para los que te temen, Que has preparado para los que en ti confían, Delante de los hijos del hombre! En lo secreto de tu presencia los esconderás de intrigas humanas. En un refugio los guardarás de las contiendas de la lengua.” (Salmos 31:19-20).
“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios preparó para los que lo aman, pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.” (1 Corintios 2:9-10).

Dios pone sus tesoros de incalculable valor en vasos de barro, porque se deleita en hacer lo imposible de la nada.

Publicado por Jose Carlos en 2:44


La diócesis de Mondoñedo acompañará a su obispo a Santander


VIAJE A SANTANDER
Acompañar al Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Manuel Sánchez Monge, Obispo de Santander, el día 30 de mayo a las 12 h en la catedral. Salida el viernes 29 a las 15’30 de Correos. Hotel Dunas de Liencres (a 8 km de Santander).Precio del viaje 95 euros habitación doble y 30 euros suplemento en habitación individual. Plazas limitadas.

Dice D. Manuel en su carta de despedida:

"Me costó venir hasta aquí desde mi tierra y ahora me cuesta dejaros, porque os he conocido y os amo"

A Muchos de nosotros también nos cuesta dejarle y vamos a ser bastantes los que le vamos a echar en falta. Siga así y cuente siempre con nuestro reconocimiento y consideración de muchas personas de esta tierra que le acogió con esperanza y nos vemos obligados a despedirle con desgarro del corazón.

Hablar de la persona de D Manuel Sánchez Monge es seguro que el susbstantivo bondad es el más apropiado: bondad de corazón, bondad de conducta.
Bondad: condición de las personas –recurro al diccionario académico- “ natural inclinación a hacer el bien.” Según Aristóteles, la bondad se dice de varias maneras. Por lo menos de las que aluden los versos famosos de Antonio Machado:

“ Y más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy en el buen sentido de la palabra bueno.”

Bueno en el sentido de la palabra es D Manuel: un hombre que sabe reconocer con animo abierto y leal las razones de quienes discrepan de él y que, sin mirar quien es o como es el que a su lado padece algún menester, abnegadamente procura ayudarle. Así es el amor al prójimo, según la más pura interpretación del mandato evangélico.

D. Manuel es un hombre de mirada limpia, que mira a las personas con unos ojos suaves; unos ojos como de quien, habiéndoles tenido largo tiempo fijos en algo absorbente, los retira después unos instantes con gozo para mirar a un amigo. Unos ojos, me imagino yo, como los que tendría Jesús cuando paseaba por las tierras de Jerusalén y Galilea para mirar a sus amigos.
He descubierto en D. Manuel un hombre bueno, un hombre que por exceso en la blandura y apacibilidad de su genio que cede ante los defectos de los defectuosos y las incorrecciones de los incorrectos, o al menos en muchas ocasiones he comprobado que procede como si no los conociera. Con la mesura y con el diccionario en la mano yo diría: Exceso de blandura y apacibilidad de su genio”

Dos versos de Machado han sido el comienzo para el descernimiento de los posibles modos de bondad; y con dos versos seudomachadianos me gustaría terminar:

Y más que un hombre al uso, siervo de una doctrina,
Soy en el buen sentido de la palabra, un Amigo
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