Marcos Rodríguez, más amado por los animales que por los hombres

A los siete años, Marcos Rodríguez Pantoja, fue abandonado a su suerte en plena Sierra Morena. Allí sobrevivió durante doce años con la protección de los animales. Ahora tiene 64. A los diecinueve fue descubierto y regresó a la comunidad humana.
Nos cuenta él mismo su terror cuando entró a refugiarse en una cueva, donde encontró a una loba; pero no le atacó, lamía su piel como a sus lobeznos, que fueron desde entonces sus hermanos, su verdadera familia.
Poco a poco se hizo amigo de todos los animales. Hasta convivía con una serpiente, su médico y amiga. Las águilas, las culebras, los zorros también eran sus amigos. Jugaba con todos.

Al fin, descubierto por un empleado forestal, alertó a la Guardia Civil, y fue llevado a un hogar de beneficencia hasta acomodarse al trato humano. De allí salió a vivir.
Mal pagado y explotado, realizó después todo tipo de trabajos. En la actualidad convive en la casa de un policía retirado viudo. Allí se ocupa del jardín, de la huerta y de los animales.
En este mes de noviembre se estrena la película de su vida, con él mismo como protagonista.
Nuestro comentario: Asombra que afirme este hombre “Mi madrastra me pegaba, para mí el mundo de los hombres era el de las palizas. En el bosque los animales me trataban mejor”. La época más feliz de su vida fue los doce años de convivencia con los animales.
Estos detalles deben hacernos pensar mucho. Nuestra civilización no debe de ser tan halagüeña como nos parece. En algo, o en mucho hemos de cambiar. Así de claro.
Es muy duro este testimonio; pero ahí está. Lo podremos ver muy pronto reflejado en el cine. "La gente" - y nadie debiéramos excluirnos de pertenecer a ella - es capaz de llorar al enterarse de un caso como el de Marcos Rodríguez, pero también de quedarse indiferente ante el mendigo de la esquina, el que pierde el puesto de trabajo... y no digamos nada del hambre del terecer mundo... ¿Cuándo vamos a pensar en serio cómo empleamos nuestro dinero?
Para más información “El Semanal 31 octubre 2010 pág. 36 y sig.
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