1.- Meditando en torno al salmo 118. Te adoro, Padre, en espíritu y en verdad, consciente de que soy polvo, de que soy de barro. Sé de sobra mi debilidad, mi fragilidad, mi pobreza radical.
2.- Tus manos, Señor, me hicieron. Tú me formaste.
3.- Instrúyeme para que aprenda tus mandatos. Y dame después fuerza para cumplirlos en todo momento, porque quiero ser tuyo, quiero ser obediente y fiel cumplidor de tu voluntad santa.
4.- Te adoro, Padre, en espíritu y en verdad. Me reconozco tu criatura, porque me hiciste.
5.- Soy de barro, pero a la vez soy hijo tuyo y sé que me amas. Tengo tu amistad, a pesar de ser obra y a pesar de ser tan poca cosa.
6.- Me haces crecer por la gracia y me elevas a altura divina, pero no para ensoberbecer, sino para vivir en tu amor.
7.- Reconozco y origen y la vocación a la que me llamaste. Aunque débil criatura, soy alma de Dios, por eso me estimo, porque me has hecho semejante a Ti, parecido a ti.
8.- Sé santo en mí, Señor. Que quiero ser obra perfecta, sagrario viviente de tu amor.
9.- Me consumo ansiando la salvación y gozo ya en esta vida, en esperanza, de tu salvación.
10.- Vivir todo el día junto a Ti, consciente de tu amor. Ese es mi deseo e ilusión.
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