"¡Calla, mocoso, eso no se pregunta"! Así nos respondían nuestros mayores cuando les preguntábamos ciertas cosas. ¡Un pequeño o gran fallo de la educación del siglo pasado! Nuestras respuestas han de ser sencillas y asequibles a la mentalidad infantil, pero nunca humillantes.
Habían salido de compra unos padres con sus dos chiquillos. Un hombre ciego tropezó con ellos.
- Papá, exclamó el menor: ¿por qué este señor está ciego?
- Seguramente que nació así, dice el padre.
- Y ¿cómo Dios, que es nuestro Padre y nos quiere mucho, ha hecho a un hombre así? La objeción entraña dificultad, y más aún cuando se trata de solucionarla de forma adecuada para estos niños pequeños. Acertada nos parece la respuesta:
- Dios es Padre, sí, pero esta vida no es más que un paso en comparación con la eternidad. El Señor le premiará más que a otros en el Cielo.
Valor De Las Imágenes
Al niño las ideas le van impresionando a través de los sentidos. Por eso es muy importante que el hogar disponga de imágenes piadosas; por desgracia hoy van desapareciendo en muchas casas; y es preciso mentalizarnos de su gran conveniencia. Es verdad que, en contrapartida, disponemos en los libros de un arsenal inmenso de representaciones artísticas religiosas. Conviene aprovechar todas las oportunidades: pintores clásicos representan con toda la belleza el nacimiento de Jesús, resurrección y mil detalles de Jesucristo y de la Virgen María y de las verdades de nuestra fe. Incluso existen juegos de naipes con figuras del Antiguo y Nuevo Testamento; oportunidad extraordinaria para familiarizarse de forma amena con el contenido de la Historia Sagrada.
Explicar al ir a Misa cómo todos los cristianos alabamos juntos al Señor. Así redactaba una niña de ocho años: "Las Iglesias y las ermitas son para rezar y para alabar a Dios; allí nos juntamos los cristianos. Las iglesias son más grandes, por eso se dice la Misa con mucha gente. Las ermitas son muy pequeñas; allí se puede rezar a Dios y a la Virgen María con mucha intimidad".
Formar La Conciencia
Era frecuente en otros tiempos esgrimir el argumento del pecado y del infierno para corregir los abusos infantiles o incluso para evitar en ellos las simples palabras malsonantes. ¡Se pasaban! Pero hoy son muchos más quienes se pasan por lo contrario: van formando a sus hijos en la ausencia de Dios y de los criterios morales.
Si en nuestra casa nos ven los hijos muy sinceros, trabajadores y honrados, con criterios de amor a Dios y al prójimo, reciben ya con ello la primera formación moral. Si además, en casos concretos les vamos diciendo: "No le gusta a Jesús que mientas; a Dios le alegra la obediencia; el Niño Jesús no reñiría..." , formamos de manera muy sencilla la conciencia moral del pequeño.
José María Lorenzo Amelibia
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