“Renovar la elección” del ministerio

(Comentarios a “Sacerdotalis Caelibatus”, de Pablo VI)

“Queríamos finalmente, como complemento y como recuerdo de nuestro coloquio epistolar con vosotros, venerables hermanos en el episcopado, y con vosotros, sacerdotes y ministros del altar, sugerir que cada uno de vosotros haga el propósito de renovar cada año, en el aniversario de su respectiva ordenación, o también todos juntos espiritualmente en el Jueves Santo, el día misterioso de la institución del sacerdocio, la entrega total y confiada a Nuestro Señor Jesucristo, de inflamar nuevamente de este modo en vosotros la conciencia de vuestra elección a su divino servicio, y de repetir al mismo tiempo, con humildad y ánimo, la promesa de vuestra indefectible fidelidad al único amor de él y a vuestra castísima oblación (cf. Rom 12, 1)” (Sacerd. Caelib. n. 82).


¡Qué bueno renovar el ministerio ante la propia comunidad! Curiosamente se hace ante el poder eclesial, detentador de la ley y de su permanencia. Si se hiciera ante la propia comunidad, quizá no sería tan fácil. La comunidad sabe quiénes les sirven bien, quiénes “huelen a oveja”, quiénes se sirven de las ovejas para encumbrarse, mandar e imponerse... Este último texto puede aceptarse en su literalidad material: “conciencia de elección a su divino servicio..., la promesa de indefectible fidelidad al único amor de él y a vuestra castísima oblación”.

Toda nuestra vida está comprometida con ser cristianos (amar con todo el corazón a Dios no impide el amor humano en todas sus formas) y ser servidores de las comunidades cristianas. Nuestra “oblación castísima” puede realizarse en soltería o en matrimonio.

(Comentarios a “Sacerdotalis Caelibatus”, de Pablo VI)

Rufo González en Religión Digital 2-8-15

José María Lorenzo Amelibia
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