Sobre la Sacerdotalis celibatus. Defensa de peligros...

Defensa de peligros con ascética “verdaderamente viril” (¡perdonen las mujeres!) Sobre la Sacerdotalis celibatus
“Hay que defenderse de aquellas inclinaciones del sentimiento que ponen en juego una afectividad no suficientemente iluminada y guiada por el espíritu, y guárdese bien de buscar justificaciones espirituales y apostólicas a las que, en realidad, son peligrosas propensiones del corazón” (n. 77).


Como ven, hay que desconfiar de las “inclinaciones del sentimiento”, “la afectividad”, “peligrosas propensiones del corazón”. A partir de la promesa de celibato, la personalidad del clérigo queda cercenada: no podrá vivir con libertad, sus sentimientos no podrán aflorar, deberá ser reprimido cualquier asomo de enamoramiento. Su afectividad sólo es “iluminada y guiada por el espíritu” si se atiene al celibato. Para ello necesita la llamada ascética “viril”:

“La vida sacerdotal exige una intensidad espiritual genuina y segura para vivir del Espíritu y para conformarse al Espíritu (Gál 5, 25); una ascética interior-exterior verdaderamente viril en quien, perteneciendo con especial título a Cristo, tiene en él y por él crucificada la carne con sus apetitos y concupiscencias (Gál 5, 24), no dudando por esto de afrontar duras y largas pruebas (cf. 1Cor 9, 26-27). El ministro de Cristo podrá de este modo manifestar mejor al mundo los frutos del Espíritu, que son: “caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad” (Gál 5, 22-23)” (Sacerd. Caelib. n. 78).

La defensa a ultranza de la ley celibataria lleva a errar y a manipular textos bíblicos. Aquí tenemos un ejemplo evidente. Llamar “verdaderamente viril” a la ascética clerical occidental es un disparate mayúsculo. Mayor, en la cultura actual. Los textos paulinos aducidos se refieren al conflicto de todo cristiano entre el “espíritu” y la “carne” (en griego ”sarx”). “Carne” no significa “sexo” en absoluto. Significa la persona en cuanto a su “debilidad moral”. Algunos lo traducen por “egoísmo”, “bajos instintos”, “naturaleza pecaminosa”... Basta observar sus acciones negativas: “lujuria, inmoralidad, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, ira, rencillass, divisiones, disensiones, envidias, borracheras, orgías, y cosas por el estilo” (Gál 5, 19-20).

Célibe o casado, el cristiano se dejar guiar por el Espíritu, cuyos frutos son “caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad” (Gál 5, 22-23)”. No hay “pertenencia, con especial título a Cristo,” mayor que el bautismo del Espíritu.
“La controversia sobre el celibato” después del Vaticano II
(Comentarios a “Sacerdotalis Caelibatus”, de Pablo VI)

Rufo González en Religión Digital 2-8-15

Continuará este magnífico comenario

José María Lorenzo Amelibia
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