Sacerdotes que "abandonan", sacerdotes que "regresan"

"La Civiltà Cattolica"
Sacerdotes que "abandonan", sacerdotes que "regresan"

por GianPaolo Salvini S.I.

¿Cuál es hoy la situación de aquellos que, después de haber abandonado el sacerdocio – cosa que usualmente ocurre con mucho sufrimiento –, piden ser reintegrados en el ministerio sacerdotal? ¿Quiénes son y cuántos son?


No existe una estadística precisa que permita conocer el número actual de los sacerdotes que, habiendo abandonado el ministerio, se han casado. Sobre la base de las indicaciones llegadas al Vaticano de las diócesis, desde 1964 al 2004, han dejado el ministerio 69.063 sacerdotes. Desde 1970 al 2004, 11.213 sacerdotes han retomado el ministerio. Ello significa que los sacerdotes casados no pueden ser hoy más de 57.000. Probablemente son bastante menos, porque en 40 años un cierto número de ellos ha fallecido. Las cifras indicadas por la prensa y por las asociaciones de sacerdotes casados, que hablan de 80.000 a 100.000 ex sacerdotes, no tienen por tanto fundamento.

Hoy la proporción de las secularizaciones está en ligero aumento, pero no es comparable a la de los años sesenta. Desde el 2000 al 2004, cada año, en promedio han abandonado el sacerdocio el 0,26% de los sacerdotes, o sea, en cinco años 5.383 sacerdotes. Paralelamente está en aumento también el número de aquellos que piden ser nuevamente admitidos al ministerio sacerdotal. De los 1.076 sacerdotes que cada año dejan el ministerio, 554 piden la dispensa de las obligaciones derivadas del estado sacerdotal: celibato y rezo del breviario (1). De los otros 522 sacerdotes, 74 cada año regresan al ministerio. Se puede notar que el 40% de las solicitudes de dispensa provienen de sacerdotes pertenecientes a una orden o a una congregación religiosa. Desde el 1 de agosto del 2005 el 16% de las solicitudes de dispensa provienen de los diáconos. Pero en el periodo del 2000 al 2004, hay 2.240 sacerdotes cuya situación no se conoce.

Las causas de los abandonos, al menos la declaradas, son muy variadas. La mayor parte de las solicitudes de dispensa se debe a situaciones de inestabilidad afectiva, junto a otros factores que terminan por hacer la situación de muchos sacerdotes casi irreversible, pero no faltan casos de crisis de fe, de conflicto con los superiores o de dificultades con el magisterio, depresiones y graves límites de carácter. En promedio, con todas las oscilaciones que un promedio comporta, el abandono ocurre después de 13 años de ministerio. Se trata de personas ordenadas a los 28 años y que tienen 50 años al momento de la solicitud de la dispensa, porque en general esperan unos diez años antes de solicitarla. El 50,2% de aquellos que piden la dispensa por lo tanto ya están casados civilmente, el 14,5% están en situación de convivencia, mientras el 35,2% viven solos.

Generalmente, observando los casos de las solicitudes de dispensa enviadas a partir del año 2000, se puede decir que la mayor parte de los sacerdotes que han dejado el ministerio han encontrado un arreglo digno en los sectores más diversos. Casi todos tienen un empleo o una actividad profesional y no están necesitados de ayuda. Varios de ellos han sido acogidos por obispos para desarrollar encargos eclesiales y, una vez obtenida la dispensa, para enseñar religión o para trabajar en instituciones dependientes de la autoridad eclesiástica.
Finalmente, existe un discreto grupo de sacerdotes que después de haber abandonado el ministerio, trascurrido un cierto tiempo, manifiestan una evidente nostalgia y un fuerte deseo de retomar el ministerio sacerdotal, al que estaban llamados y para el cual se habían preparado. Muchos de ellos presionan para ser readmitidos al sacerdocio, pero sin abandonar la vida de sacerdotes casados, cosa que la Iglesia no puede conceder sin modificar la ley sobre el celibato. No pocos de ellos buscan ejercitar un ministerio sacerdotal en las confesiones de los protestantes o en las sectas.
Ante todo existe el caso de los ex ministros anglicanos o luteranos casados, que, convertidos a la Iglesia católica, piden ser sacerdotes y a los cuales desde los tiempos de Pío XII les fue concedido el poder continuar la propia vida conyugal en familia. De los casos individuales se pasó al de algunos cientos de pastores anglicanos, en su gran mayoría casados.
Están también los sacerdotes que han dejado el ministerio sacerdotal y se han casado, pero una vez libres del vínculo matrimonial, piden ser reintegrados al ejercicio del ministerio. Han sido establecidos nuevos procedimientos, que ofrecen a los obispos "benévolos" (como se dice en el lenguaje canónico) una guía, y en la mayoría de los casos se concluye con la concesión de la gracia pontificia.

Las solicitudes de reintegración en los años 1967 – 2006, por lo tanto tratadas todavía por la congregación para la doctrina de la fe, han sido 438. Fueron concedidas 220, no concedidas 104, mientras otras 114 estaban a la espera de documentación suplementaria.

Como se ve, la praxis de la Iglesia, aunque no modifica la legislación vigente en materia de celibato, ha cambiado ampliamente, en el sentido de salir al encuentro del deseo de hombres que habían abandonado el ministerio por diferentes motivos y que ahora desean retomar una misión para la cual se habían preparado por años y cuyos valor y significado siguen percibiendo. La rigidez de antaño, que juzgaba y condenaba duramente cada abandono del sacerdocio, ha sido moderada por una praxis pastoral ciertamente más comprensiva y más "maternal". […]

En este sentido es bastante significativo el hecho de que en cerca de 30 años hayan sido readmitidos al ejercicio del ministerio sacerdotal 11.213 sacerdotes que por diferentes motivos lo habían abandonado. […] Aunque en pleno respeto por cuantos deciden servir mejor al Señor en un estado de vida diferente abrazado después de haber percibido el no ser adecuados para la vida sacerdotal, cada retorno al ministerio sacerdotal no puede no alegrar a la Iglesia entera, que reencuentra una persona disponible a servir con todo su ser a la comunidad eclesial y a la causa del Evangelio.


José María Lorenzo Amelibia
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