VIDA DE ORACIÓN UN SOLO CAMINO, CRISTO

Espiritualidad

VIDA DE ORACIÓN UN SOLO CAMINO, CRISTO

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Agradezco a Dios mi doble vocación: Ser sacerdote y ser padre. Creo que estas dos vocaciones unidas son lo más grande de este mundo. Formar a Cristo en la persona de un hijo; formarlo en otras personas, que se asemejan a los propios hijos. Así se va extendiendo el reino de Dios.

Yo quisiera que, por lo que a nosotros respecta, al fin de nuestra vida podamos presentarnos a Dios Padre y decirle: Señor, aunque soy un siervo inútil, por lo menos he intentado sembrar tu reino en distintos ambientes. Ahora, Señor, da Tú el incremento.

Y mientras vivimos y trabajamos, deseo para ti y para mí, que nos perdamos en Cristo, para ir por El y en El al Padre. Tomar cada vez más en serio los compromisos del bautismo y del sacerdocio. En intimidad con las Tres Divinas Personas, tender todos los días hacia Dios.

Nada esperar de la Tierra. Esto pasa. Caminar hacia lo eterno. Dios permanece para siempre, y nosotros con El. Tengo aquí, a mi vista un apunte que un día tomé de mi lectura espiritual y te lo transcribo. Es del Padre M. Philipon:

Un solo objetivo, la Trinidad.

Un solo camino, Cristo.

Un solo móvil, el Amor.

Y como Estrella, María.

Cada vez me convenzo más de que si hago mucha oración seré santo; cumpliré mejor la voluntad de Dios; influiré mucho más en la vida de quienes me rodeen. Esa es la realidad. Por eso creo que el secreto de la santidad, el medio totalmente necesario es ir siempre aumentando la oración en calidad y en duración. Te lo digo como lo siento. Por eso mi trabajo es ir traduciendo a la vida práctica este sentido de la oración que ya ha penetrado del todo en toda mi teoría.

Y si soy santo, se notará. No es que me vayan a salir todas las cosas bien, pero se notará. En mi ambiente se encenderán llamas; se avivarán llamas ya encendidas; se renovarán brasas casi apagadas; arderán hogueras de amor a Dios.

Si soy santo, las personas en quienes puedo influir, serán mejores, porque seguiré y enseñaré el único camino verdadero: Cristo.

Vamos a pedirle juntos a Dios: "Señor, dadme el don de oración, dadme el don de la abnegación", como lo hacía aquel hombre santo que fue el padre Nieto. Creo que para nosotros mismos lo único que le debiéramos pedir a Dios es amarle, quererle cada día más, como los hombres santos que nos han precedido, como los que ahora viven encendidos en ese amor. ¿Para qué queremos otras cosas, si esto nos falta?

¡Ser santos, querido amigo, cumplir la voluntad de Dios, amarle mucho, ésta es la única cuestión importante! Un día de estos pensaba en uno de los ratos de oración y reflexión que no puedo ser santo, si no doy a la oración un lugar preferido en la distribución de mi jornada. ¿Cómo voy a seguir a Cristo, camino - verdad - vida, si no practico oración personal?

Dedicarle, consagrarle al Señor varios tiempos diarios. Una oración atenta, sin prisas, constante, sin altibajos en el tiempo. El remedio de nuestras tristezas no lo vamos a encontrar en los hombres, sino en Dios que nos llena de alegría. Pero no le vamos a servir por esto, sino porque es nuestro Dios y Señor.

Maldita pereza, me digo algunas veces, que me priva de estar a solas en gozo o en dolor con mi Dios. Miserables ocupaciones o trabajos nimios que me absorben de tal manera que apenas encuentro algunos días tiempo para estar a solas con Dios. ¡Cuánto más fruto obtendría si dedicara con fervor más rato a la oración!

José María Lorenzo Amelibia  

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