Visitas pastorales de obispos y sus vicarios. X

Francisco Macaya vicario episcopal

II 1.- Nuevo curso, nueva visita. Querido amigo: Comienza el otoño y con él mi visita como en años anteriores.  Deseo que sirva de renovación espiritual, de mutuo estímulo para el aumento de amor a Dios y a nuestros prójimos.  Esa es mi gran ilusión sacerdotal. De otra manera, aumentar en santidad con el fin de que influyamos eficazmente en nuestra parcela encomendada por la Providencia.

            De verdad, no deseo otra cosa en mis visitas.

            Me duele ver la descristianización progresiva de la sociedad española. Pienso que Dios nos exige hacer todo lo que esté de nuestra parte para que su Reino avance. Y hemos de animarnos, estimularnos unos a otros, hacer algo individualmente y en conjunto para conseguirlo. Debemos ser una piña de ilusión para evangelizar.

Me impacta e interpela constantemente aquello de San Pablo:

                             Ro.13, 11-12     “Y ya conocéis el tiempo y que ya es hora

 levantarnos del sueño, pues nuestra salud está ahora más cercana que cuando creíamos. La noche va muy avanzada y se acerca ya el día”.

          Esto nos llama continuamente a trabajar, a la esperanza, a quitar toda pereza que, con la edad madura nos amenaza sin cesar.

            Y, querido amigo, toda nuestra acción pastoral, si no está fundamentada en la oración, será casi nula. Todas nuestras reuniones, si no están respaldadas por nuestro contacto íntimo con Dios serán sólo papel mojado. Nunca ha habido tanta reunión como ahora, y pocas veces habrá existido en la historia de la Iglesia española una época de mayor descristianización. La culpa principal -a mi parecer- la tenemos el clero. Hemos descuidado nuestra santificación y nos hemos ido tras los ídolos de todo el mundo. Nos va venciendo el ambiente.

            En mi vida ha habido altibajos en el terreno espiritual. Desde que he asegurado la oración personal diaria, por la misericordia de Dios, todo va mejor. Incluso en lo humano me encuentro más feliz.

            Ya me gustaría comentar esto contigo y con cada uno de los demás compañeros. Ojalá podamos encontrar un ambiente de confianza para ayudarnos mutuamente en estos aspectos. Estamos -a mi juicio- en lo más íntimo de nuestro sacerdocio. No lo vamos a olvidar: Jesús eligió a los suyos para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar. Y nuestra predicación muchas veces ha resultado aburrida e infructuosa, porque no hemos estado con Él.

            Dios se quiere servir de nosotros. Estoy del todo convencido: si conseguimos una interrelación espiritual, nos vamos a ayudar en a ser más eficaces y más felices. Vamos a ser verdaderos mensajeros del Evangelio. Se va a notar en nuestro apostolado.

            Pide conmigo al Señor estos días por que se rompa entre nosotros esa especie de respeto humano, para que podamos hablar de nuestra relación espiritual, de Dios y de sus cosas. "El tiempo es breve". Merece la pena trabajar con gran amor a Dios.

            Te remito otra vez el cuestionario sobre el cual me gustaría tratar en mi próxima visita.

 José María Lorenzo Amelibia 

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