Voluntad de vivir

Hace una década venía a España un personaje famosos de Iberoamérica. Había sufrido muchos años ce cárcel, no causa de sus delitos, sino por ideas contrarias a la voluntad del Dictador. Aquel hombre pasó muchas temporadas aislado de sus compañeros y en condiciones infrahumanas. Pocas personas son capaces en tal situación de sobrevivir con lucidez mental. pero nuestro héroe no sólo se mantuvo lúcido durante todo el tiempo de su cautiverio, sino consiguió algo que por aquellos años sólo se podía lograr de forma milagrosa: sanar de un cáncer.


A veces la voluntad de vivir hace maravillas en nosotros; o nosotros las hacemos por esta voluntad. Por supuesto, el dolor no se deja fácilmente domesticar. Es preciso recorrer un largo camino, y ninguno podrá realizarlo en nuestro lugar. Se requiere paciencia, darse tiempo, disponer de una voluntad de hierro. Confianza en sí mismo y en Dios que nos ayuda.

Nuestro hombre hizo toda esta labor interna sin médicos ni medicinas; con su fuerza mental, venció el cáncer. A simple vista parece inexplicable, pero ahí están los hechos.
Jesús sanaba a los enfermos; les exigía para ello la fe; la seguridad, la confianza. Es toda la disposición humana que quería Cristo para curar. Después venía la acción directa de Dios: el milagro. Manifiesta así el Señor cuál es la voluntad divina ante el dolor y la enfermedad: luchar, confiar, creer, ponernos en las manos de Padre.

Frente a la resignación pasiva, un sano realismo conduce a afrontar el dolor. Hemos de poner los remedios oportunos, abandonar temores, sospechas o interrogantes que a nada conducen sino a la postración. La salud se encuentra a veces más en la disposición del enfermo que en las medicinas.

No vamos a analizar hasta dónde puede llegar la naturaleza y hasta dónde el verdadero milagro. Dios actúa en nuestras vidas de muy diversa manera. ¡Qué bien cuadra aquí lo del refrán: "A Dios rogando y con el mazo dando!"

Muchas veces hemos comprobado que una actitud apocada y sin ganas, conduce a la muerte. Es preciso mantener siempre el deseo de vivir. Ese instinto es voluntad de Dios.

Pienso para mis adentros que San Pedro, cuando llegue a las puertas del cielo una persona luchadora, que siempre ha mostrado el deseo de vivir, lo investirá caballero del cielo si es hombre, y si se trata de una mujer, le entregará una túnica especial, para que acompañe como dama de honor a la Virgen María, que tanto luchó por sobrevivir, incluso al pie de la cruz.

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