Entrevista al canciller de la diócesis de Xochimilco, México Mujeres en los ministerios, una ‘ordenación’ al servicio

Mujeres en los ministerios, una ‘ordenación’ al servicio
Mujeres en los ministerios, una ‘ordenación’ al servicio

Padre José Alberto Medel Ortega: “Había una ambigüedad entre la práctica de la Iglesia y los laicos al tomar su lugar en la liturgia”

El 11 de enero, la Santa Sede informó de una reforma al Código de Derecho Canónico abriendo la colación de ministerios a cualquier persona, no necesariamente asociado a una futura ordenación en el ministerio sagrado. Con especial dedicatoria a las mujeres, el cambio introducido confirma el talento de quienes tienen una mayor capacidad de acción en diversas actividades evangelizadoras, incluido el servicio al altar en actividades propias de los acólitos y lectores instituidos.

Para comprender mejor la reforma y cómo es vista en nuestra realidad, el padre José Alberto Medel Ortega (Puebla, 1978) explica en entrevista la naturaleza de los ministerios laicales y el impacto de esta reforma en los laicos. El especialista teología sacra por el Pontificio Ateneo de San Anselmo en Roma y canciller de la diócesis de Xochimilco en Ciudad de México, hace un repaso de la historia para comprender qué es la “ordenación de las mujeres” y cómo debe ubicarse esta reforma aprobada por el Papa Francisco. A decir del sacerdote, activo en redes sociales y con un canal de YouTube, “Padre Medel”, el planteamiento de apertura de los ministerios es un impulso a la vocación y como afirma el sacerdote, “pensar que este es un favor para las mujeres es justamente una lectura clerical y machista”.

Padre Medel

Padre Medel, para comprender la reforma al Código de Derecho Canónico, en primer término, surge una pregunta necesaria. ¿Qué son los ministerios laicales?

-Podríamos decir que son los servicios instituidos que la Iglesia tiene para las tres dimensiones de la pastoral, comprendiendo la pastoral profética y de la caridad. Estos servicios prestados por los laicos tienen la encomienda específica de la Iglesia. De alguna manera, quienes los asumen, realizan un compromiso y se otorgan a personas con ciertas cualidades para que los puedan realizar.

En la historia de la Iglesia, ¿Cómo es que aparecen estos ministerios? ¿A quién se debe la actual conformación de estos?

-Después del Vaticano II, los ministerios se entendían en vista a la ordenación presbiteral. Esto se dio a partir del siglo VII cuando los ministerios se clericalizaron. Este concepto fue una figura canónica que tendía, no en un sentido negativo como hoy se tiene, a conformar un grupo de personas consagradas al servicio del culto divino. Siglos atrás se otorgaban a varones de la comunidad e incluso había ministerios en los que las mujeres tenía participación. La primera gran crisis de los ministerios se dio con el diaconado que prácticamente desapareció y quedó como requisito para la obtención del sacerdocio, esa visión permaneció por casi mil años y se consideraba que las órdenes sagradas se iban recibiendo en partes. Esto llevó, por ejemplo, a la supresión del orden diaconal debido al poder que los diáconos habían obtenido, tal ministerio se hacía de manera fugaz, incluso por horas. Así se dio esta especie de escalonamiento del orden empezando por las llamadas órdenes menores, permaneciendo así por siglos. El Papa Pío XII se pronunció sobre las órdenes sagradas al recordar que la materia y forma de la ordenación es la imposición de manos en lo que se llamaba la oración consecratoria. El tema de las órdenes menores tomó relevancia en el Concilio Vaticano II. El capítulo III de la Lumen Gentium, sin duda, es parteaguas en la comprensión del orden sagrado y recuerda que el ministerio fundamental es el episcopado. Cambia el paradigma de la comprensión del orden como se había entendido por siglos y el primer gran hito fue la reforma de los ministerios. El Concilio lo recuerda, son clérigos los obispos, presbíteros y diáconos, por lo tanto, el estado clerical como figura canónica, se obtiene con el orden sagrado, en este caso, a partir del diaconado quedando descartadas las órdenes menores por no ser clericales. Paulo VI, con la Ministeriam Quedam, no las suprime del todo, donde tuvieran algún valor se conservarían, pero si ya no, se suprimen quedando dos ministerios laicales porque quienes son candidatos en preparación a las ordenes sagradas. Esta doctrina se cristaliza en el derecho canónico como mandato en el canon que el Papa ha reformado con una palabra, pero es muy importante.

En cuanto a esta reforma, ¿Qué es lo que debemos entender? Se ha presentado con mucha estridencia en medios dándose con interpretaciones diversas.

Hay que comprender el lenguaje mismo que usa el Papa, ese es el pequeño y gran detalle. Primero, es necesario aclarar que Paulo VI recordó la importancia del servicio de los laicos. En la práctica, la implementación de los ministerios se hizo en la comunidad, la nueva comprensión del orden sagrado, como la reforma de la liturgia, apuntaron a eso. Si esto se está ejerciendo, las mujeres pueden participar de los ministerios y no implican la ordenación sagrada. El Papa es cuidadoso al aprobar la reforma del canon para decir que estos los pueden recibir los laicos -hombres y mujeres- Esta práctica no toca al orden y está dentro de los servicios que los laicos prestan en la liturgia. Esta es una cuestión de justicia. Como profesor de sacramentos y de orden sagrado he dicho a mis alumnos que había una ambigüedad entre la práctica de la Iglesia, que en nada repugna con la teología del orden sagrado, y los laicos al tomar su lugar en la liturgia en las partes que les corresponde. Todos los ministerios están en orden a un servicio diaconal y la Iglesia aclara: ellos pueden acceder, cualquier hombre y mujer que sirven específicamente como lectores o ministros de la eucaristía, servicio en el que hay más mujeres. Estas son funciones del acólito instituido. ¿Cuál era la diferencia? Una de las funciones más extendidas entre mujeres es la de distribuir la sagrada comunión y esa es una función de acólitos. Muchos clérigos no daban el paso para que la ministra hiciera las funciones del acólito y que están determinadas en el misal romano. Pensar que este es un favor para las mujeres es justamente lo contrario, sería una lectura clerical, machista, cuando en realidad el Papa hace recordar que los laicos tienen una participación en la Iglesia exaltando a todos, hombres y mujeres, en los ministerios de la Iglesia.

Por otro lado, esta reforma al Código de Derecho Canónico estuvo acompañado de una carta especialmente dedicada a las mujeres sobre su participación a los ministerios haciendo eco al último Sínodo de los obispos. ¿Se hace justicia a las mujeres?

-Depende de lo que ellas quieren perseguir. Lo que el Papa hace está dentro de lo propio y específico de la vocación de los laicos. Un ministerio es una participación en lo propio de la jerarquía eclesial como un servicio extraordinario. El papel de los laicos es la evangelización del mundo, permearlo con los valores del Evangelio. Se trata de un reconocimiento que está en el ser propio del laicado, fundado en el magisterio de la Iglesia, lo tenemos en la Lumen Gentium capítulo IV y el decreto Apostolicam Actuositatem, para dar reconocimiento a lo que se hacía de facto y que naturalmente a nadie repugnaba.

Algunas voces dicen que esto es un primer paso para la eventual apertura de las mujeres en el diaconado, ¿Esto podría ser posible?

-Es muy importante dar una vista a la historia. Hoy el término “ordenar” es propio de la recepción del sacramento, del ministerio sagrado, pero en la antigüedad era equivalente a ingresar a un gremio. En un sentido genérico, por ejemplo, la profesión religiosa es una especie de ordenación por el que alguien se integra a una congregación. Así se hablaba de ordenación, pero no en el sentido estrictamente sacramental sino ritos para integrar a una de las muchas órdenes que había, como el de las viudas. Hoy, para nosotros, el diácono es uno quien participa de las órdenes del ministerio; sin embargo, en la antigüedad, una mujer podía estar diaconando, lo que equivalía a dar un servicio. En estricto sentido, no hay vestigio alguno de una ordenación ministerial de las mujeres. Esto nos ayuda a comprender que las mujeres siempre han tenido un papel de servicio y de apostolado. Hoy el Papa hace lo que en la antigüedad. Las mujeres, de facto, sirven a la Iglesia y ahora se encomienda un ministerio. En sentido amplio serían ‘ordenadas’ para ser agregadas al servicio de acolitado o lectorado. No veo ningún peligro.  Lo verán quienes sostengan una lucha en la mentalidad mundana de género, de feminismo, ahí se ve el peligro e incluso desde el clericalismo al pensar que otorgar un ministerio es darle a la mujer un privilegio y un estatus jerárquico; es un peligro para los de mentalidad tradicionalista; sin embargo, para quienes conocen la historia de la Iglesia y valoran el papel de la mujer, no vemos peligro alguno para reconocer algo que de facto sucede.

Corresponderá a las conferencias episcopales hacer las adaptaciones pertinentes, ¿Cuál podría ser el panorama hay entre los obispos de México al respecto?

-En el episcopado mexicano hay obispos muy reflexivos para interpretar esto para nuestra realidad; hay otros que no lo hacen tanto. El Episcopado tiene muchos pendientes, no creo que, en México, a corto plazo esto vaya a tener mayor eco.

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