El Papa Francisco mueve la política en México

Guillermo Gazanini Espinoza / Para Vida Nueva México. 18 de noviembre.- A medida que se esclarecen aspectos de la visita del papa Francisco a México, surgen también hechos inéditos de la política que jamás se hubieran pensado en la era del laicismo y anticlericalismo. El acercamiento entre los políticos y el Papa tuvo estos aspectos de simulación que se desmanteló mientras los tiempos de la democracia mexicana dejaban entrar vientos de renovación y de legitimación del gobierno cuando las cosas están mal en el país. Desde aquel beso de Vicente Fox hasta la clemencia de Felipe Calderón por la presencia de Benedicto XVI ante la escalada de violencia, lo que eran mensajes privados se convierten en abrazos a la luz pública provocando los reclamos de aún reacios laicistas paladines de valores juaristas, de las leyes de reforma y la Constitución.
En este sexenio los actores de la clase política no han dejado de expresar admiración por Francisco, su estilo y la reforma de la Iglesia. Quizá apantallados por el sesgo informativo e impactados por los gestos del pontífice, los encuentros son personales e institucionales; los primeros, para conseguir la bendición, los segundos para justificar la política y hacer de la Santa Sede el mejor aliado ante los problemas más delicados que no parecen tener salida fácil. El siguiente es un recuento de estos acercamientos. 1. En octubre de 2006, la canonización de Rafael Guízar y Valencia postró a la Iglesia mexicana ante el flamante santo en el pontificado de Ratzinger. La delegación mexicana estuvo conformada por el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, el embajador ante la Santa Sede, Luis Felipe Bravo Mena, y el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, quien enfrentaba la crisis de los abusos policiales en San Salvador Atenco cuando los gobiernos federal y estatal autorizaron el uso desmedido de la fuerza contra los pobladores de esa localidad en mayo.
2. Peña Nieto, ahora como el mejor candidato a la presidencia de 2012, hizo una visita a Benedicto XVI en diciembre de 2009. La comitiva del mandatario de la entidad con el mayor padrón electoral e importantes motores de la economía nacional fue integrada por obispos de su estado. En marzo de 2012, Benedicto XVI visitó México centrándose en Guanajuato. El besamanos político tuvo entre otras anécdotas: la omisión del saludo del diputado Guadalupe Acosta Naranjo del PRD al presidente Calderón y la presencia de los tres candidatos a la presidencia de la República. París bien vale una misa, aun a costa del estado laico. Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador escucharon al Papa. Y los milagros existen, todos recuerdan a AMLO y Vicente Fox saludarse cordialmente después de la misa en el Parque Bicentenario.
3. Después de la histórica renuncia de Benedicto XVI, el Cónclave llegó a la decisión de elevar al solio de Pedro al cardenal arzobispo de Buenos Aires. La misa de inauguración de pontificado no podía ser eludida por los pragmáticos políticos del nuevo gobierno que echó al PAN de Los Pinos. En marzo de 2013, la presencia oficial fue presidida por el mismo presidente de la República. Peña Nieto manifestaría su deseo de fortalecer las relaciones diplomáticas y colgarse más de la sotana papal con pequeños, pero significativos gestos que podrían abrir la posibilidad de una eventual visita. La pareja presidencial saludaría al nuevo Papa y la consorte realizaría el tradicional intercambio de solideos.
4. En julio de 2014, Peña Nieto informó de su encuentro con Francisco en el Vaticano para tratar temas comunes en la agenda bilateral. Reafirmaría la invitación a visitar México sin confirmación vaticana y del inicio de los cabildeos de la Cancillería para lograr el ambicioso objetivo. El marco sería ideal, llegar por México a los Estados Unidos con motivo del Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia. Otro gesto de acercamiento parecía afianzar la visita papal cuando se realizó el Coloquio México-Santa Sede sobre migración con la presencia del secretario de Estado Vaticano.
5. En diciembre de 2014, Francisco celebró a la Reina de México y Emperatriz de las Américas en San Pedro. Los acercamientos bilaterales levantaron grandes expectativas de lo que se considera inminente: Francisco visita México. Sin embargo, los coqueteos oficiales no fueron recompensados y la mala noticia venía a ensombrecer más el panorama de por sí oscurecido por los hechos de Iguala.
6. En febrero de 2015 vino el desliz de la ‘mexicanización’ y una especie de desaire cuando la Cancillería dirigió una nota diplomática al Papa por el desafortunado hecho. En entrevista, Francisco explicó el tema y apuntó que el diablo “le pasó la boleta a México”. El pragmatismo político parecía estar fallando para traer al Papa.
7. En el marco de la visita a Estados Unidos, Francisco fue cuestionado nuevamente sobre México y dijo que habría tiempo para programar una visita como el país se merece. Desde luego que esta nueva etapa en las relaciones México-Santa Sede merece ser atendida para analizar los puntos finos de la política y cómo los actores políticos quieren salir en la foto papal. Hay muchos beneficios en ello, desde la legitimación del poder hasta intereses económicos que parecen rivalizar con la fe.
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(Vida Nueva México, No. 93)