Perros tratados como niños, niños tratados como perros

No puedo dejar de sorprenderme cómo las cosas van al revés en el mundo. Cuando millones de niños viven en la esclavitud, explotados y humillados, usados para la prostitución y la delincuencia y la indiferencia de una parte de la sociedad en el ensueño artificial, despreciando la vida de los pequeños. Y es que en todas estas conmemoraciones y declaraciones para acabar con la esclavitud, todos, invariablemente, aplaudimos las iniciativas para defender a los niños, pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Un par de días atrás, mientras un padre llevaba a su pequeño en una carriola, una mujer joven exclamó: “Ay está hermoso” y sentenció a continuación: “Los niños chiquitos y ajenos así sí, son preciosos. Y ya grandes, mejor de lejos.” Y prefieren amar a una mascota creyendo que es igual a un hijo.
Hay una idea muy clara en las reflexiones del Papa Francisco sobre la fecundidad del matrimonio. La enseñanza cristiana no sólo queda referida al número de hijos que una pareja decida, también implica el hecho de estar abiertos a las responsabilidades de la paternidad y la maternidad y la ayuda mutua. Y esas personas se sentirán ofendidas con las palabras del Papa Francisco cuando afirmó, el 2 de junio, que un matrimonio que opta libremente por la esterilidad está acorde a la cultura del bienestar que nos ha convencido: '¡Es mejor no tener hijos! ¡Es mejor! Así tú puedes ir a conocer el mundo, de vacaciones, puedes tener una casa en el campo, tú estás tranquilo...' Pero es mejor quizá -más cómodo- tener un perrito, dos gatos, y el amor va a los dos gatos y al perro. ¿Es verdad o no esto? ¿Lo habéis visto vosotros? Y al final, este matrimonio llega a la vejez en soledad, con la amargura de la mala soledad. No es fecundo, no hace lo que hace Jesús con su Iglesia: la hace fecunda".
Dos aspectos resaltan de las reflexiones del Papa. En primer lugar, las parejas intrascendentes y acomodadas en el bienestar pasajero, las DINK (Double Income No Kids) dicen ser innovadoras, apegadas a lo material, a la buena vida, los viajes y mascotas, si es que deciden tener alguna. Los DINK pueden estar en convivencia, no es una prioridad el matrimonio y su vida va del trabajo a las diversiones sin la intención de generar estabilidad o compromisos de vida, ¿hijos? El tiempo dirá… Los DINK pueden gastar hasta 165 mil pesos anuales en frivolidades y, según en los Estados Unidos, habría en 31 millones de personas formando este estilo de parejas acomodadas económicamente y en los hijos un estorbo para lograr sus objetivos sibaritas y de trotamundos. Y por el otro están los matrimonios infecundos, los que libremente han dicho no a la vida porque los hijos son un lastre en el proyecto común, pero cubren sus carencias poniendo a un perro en el lugar del bebé, besos y apapachos a la mascota a quien sienten como una persona más valiosa que los seres humanos.
No es que esté en contra de que las familias tengan una mascota y sea parte del entorno. Un hijo puede tener un gato o un perro y darle mucho amor y cariño lo que trae aparejado el respeto por la creación y la humanización para tratar dignamente una forma de vida la cual es inferior a la humana, nunca igual o semejante.
Lo escandaloso e indignante es que los niños sean tratados como perros y los perros tratados como niños.