#Cuaresma 2025 Cuaresma, un nuevo ciclo

Metanoia
| Carmiña Navia Velasco
Cuaresma, un nuevo ciclo
En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades.
(Papa Francisco)
Iniciamos de nuevo el tiempo que llamamos Cuaresma. Palabra que en su origen nos habla de cuarenta días… ¿Cuarenta días de qué? ¿Cuarenta días para qué? En nuestras tradiciones, son de preparación a la Pascua… es decir, cuarenta días antes del paso de la muerte a la vida. Por muchos años este tiempo se ha promovido como de “penitencia” …No sé si en nuestro mundo de hoy con tantos dolores desperdigados por el mundo, tiene pleno sentido “la penitencia”; yo creo, sin embargo, que sus sentidos pueden ser mucho más amplios, más ricos, más profundos.
Nos estamos preparando para un acontecimiento que implica vida, renacimiento, florecer… nos estamos preparando para abrirnos a una resurrección. Son múltiples las formas que esa preparación puede tener. En el triduo pascual conmemoramos una cercanía fuerte entre la muerte y la vida. De un lado nos enfrentamos con el dolor y la injusticia, con la persecución, condena y muerte de aquel que es inocente… de otro lado revivimos su paso de la muerte a la vida, la promesa de una VIDA cualitativamente diferente.
¿Qué significa prepararnos o ponernos en sintonía con ello y para ello? No creo que se trate de penitencias… (hay un dicho por ahí muy falso: “el que peca y reza, empata”), se trata fundamentalmente de metanoia, de conversión, de cambios. Estos cuarenta días nos pueden invitar a revisarnos. Como ya decía, en la “semana santa” nos vemos frente a frente con la muerte y la vida… Y surge la pregunta: ¿De qué lado estoy yo en mi práctica diaria, en mis valores, en mis relaciones… de qué lado me inclino: de la muerte o de la vida?
No basta con afirmar que me tiro hacia la vida, no basta con decir que escojo los caminos de vida contra los de la muerte. ¿Cómo se manifiesta eso en mi diario vivir? ¿Cómo reacciono ante las muertes que rondan nuestro mundo, que llenan nuestros días en mi entorno, en Colombia, en el mundo? Sí, es cierto que las dinámicas sociales y políticas me superan con mucho y nada puedo hacer… pero ¿en lo pequeño de cada momento hacia qué lado de la balanza inclino mis potencias? Realmente me habita fuertemente el llamado a la vida de tal manera que ¿entrego ese llamado en cada rostro con el que me encuentro?
Estamos entrando a la Cuaresma en un momento particularmente difícil de la época que nos tocó vivir: Imperan por doquier las guerras, no hay respeto a la vida, los y las vulnerables no encuentran su lugar… ¿Cómo acojo en mi corazón estas realidades? ¿En medio de las guerras, desarmo mi espíritu y ayudo a otros a hacerlo? ¿Soy solidaria y hermana con quien cerca de mí lo necesita? La invitación es a entrar en esta Cuaresma con el alma y los ojos abiertos para lograr en mí la metanoia, para lograr en mí un cambio que me lleve en el diario vivir a las propuestas de Jesús… propuestas que vividas en círculos cada vez más amplios cambiarían realmente este mundo.
Cuaresma de cambios, cuaresma de miradas distintas, cuaresma de abrazos al del andén de enfrente… Cuaresma de acogidas que ensanchen corazones.