#pascuafeminista2025 Huellas de Barro, Semillas de Vida

Sentido pésame: descansa en paz querida Marisa Noriega
| Norma Melara
MANOS DE BARRO
Manos de barro, barro de carne, vas a los albores de la creación para regresar triunfante con formas nuevas al presente. Ojos celestes, manos blancas, dolor joven, buscas contacto con la tierra y te has encontrado con el cielo.
Hna. Cristina
En América Latina, el reconocimiento de nuestros orígenes y la valoración de lo sagrado en lo terrenal se trastocan de formas muy particulares con nuestras historias, culturas y luchas que hemos experimentado como mujeres. Siento que lo vivimos con una intensidad muy fuerte y una conexión muy profunda con la Pachamama y con nuestras raíces ancestrales.
En nuestro poema, las "manos de barro" de la hermana Cristina monja contemplativa resuena con la imagen de nuestras mujeres rurales, nuestras mujeres artesanas de Guatajiagua (Evarista y Julia habitantes de Guatajiagua en Morazán unos de los 14 departamentos de El Salvador, son artesanas que mantienen viva la tradición.), las cocineras tradicionales, las curanderas... mujeres que han mantenido vivas prácticas ancestrales, trabajando la tierra, tejiendo historias en sus telares, sanando con hierbas, nutriendo a sus familias con los frutos de su esfuerzo. Su conexión con la tierra no es solo una forma de subsistencia, sino una relación espiritual, un diálogo constante con la Pachamama, con la Madre Tierra.
Valoro la humildad de Marisa Noriega, porque la visualizo como una fuente de amistad, sabiduría y resistencia. Nosotras las mujeres latinoamericanas históricamente, hemos enfrentado la marginación, el despojo, la invisibilidad. Sin embargo, desde esa supuesta fragilidad, hemos construido redes de solidaridad, hemos defendido nuestros territorios, hemos mantenido viva nuestra cultura y nuestras lenguas originarias. Nuestras "manos de barro" son también manos que luchan en los sindicatos y otros espacios que requieren de nuestra presencia sororaria, de nuestras manos que sostienen, que transforman los entornos cercanos (familia, escuela, universidad, trabajo, etc.).
Transformamos lo ordinario en extraordinario en nuestros mercados vibrantes, llenos de colores, sabores y saberes ancestrales. En nuestras fiestas y rituales, donde lo terrenal y lo espiritual se fusionan en danzas, cantos y ofrendas. Marisa Noriega, descubrió la fuerza para enfrentar de frente la adversidad, mantuvo la alegría y la capacidad de celebración. Y es en la creatividad con la que nosotras mujeres Latinoamericanas reinventamos la vida diariamente, a pesar de las limitaciones con las cuales nos encontramos.
Para muchas mujeres latinoamericanas, la conexión con lo sagrado no está separada de lo terrenal. Se encuentra en la preparación de los alimentos, en el cuidado de las personas mayores, el cuido de hijos e hijas y los enfermos, en el trabajo que se desarrolla en las comunidades, en la defensa de nuestra Madre Tierra. Es en la persona de Marisa Noriega, quien vive en plenitud una espiritualidad encarnada, que la experimenta en su cuerpo, la vive en la comunidad a la cual se entregó, en su relación con el entorno.
Siento que, en nuestra región latinoamericana, la valoración de la humildad de nuestros antepasados y la búsqueda de lo sagrado en nuestro entorno son actos de resistencia y de reafirmación de nuestra identidad. Marisa Noriega descubrió en su andar una manera de honrar a nuestras ancestras, de mantener vivo su legado y de construir un futuro más justo y equitativo. Así como Marisa Noriega con sus "manos de barro" ha sembrado semillas de esperanza. Son su modelo a seguir, nosotras a nuestra manera y con nuestras propias “manos de barro” seguiremos moldeando un presente y un futuro con una profunda conexión con la tierra y con lo trascendente.