#LectioDivinaFeminista Todas somos Marta y María, afortunadamente

Todas somos Marta y María, afortunadamente
Todas somos Marta y María, afortunadamente

16º Tiempo Ordinario (C)

(Buscamos el momento y el lugar adecuados en este tiempo de gracia y oración. Podemos encender una vela, colocar un icono, la Biblia o el Evangelio).

Nos preparamos a escuchar la Palabra. Hacemos silencio exterior e interior. Acompasamos la respiración inhalando y exhalando pausado. Relajamos todas las partes de nuestro cuerpo.

Te pedimos Abbá Dios, que multipliques sobre tus hijos e hijas los dones de tu gracia, para que encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveremos fielmente en la acción y en la contemplación de tu palabra. Por nuestro Señor Jesucristo.

  1. Lectura creyente (Lectio).Leemos el texto saboreando la Palabra y descubriendo el mensaje de fe que guarda.
  2. Meditamos la Palabra (Meditatio). ¿Qué me dice a mí, personalmente el Evangelio leído? Miramos la escena y nuestra propia vida. ¿Cómo lo vivimos en nuestra familia, grupo, parroquia, comunidad…?
  3. Oramos con la Palabra (Oratio). Desde el texto leído y meditado, entramos en diálogo personal con el Señor. Compartir lo orado en el grupo, en la comunidad.
  4. Contemplamos al que es la Palabra (Contemplatio). ¡Quiero identificarme contigo, Abbá! Contemplo a Jesús: en el trasfondo de esta escena, en su vida…
  5. Vivimos la Palabra, compromiso (Actio). ¿A qué me compromete el mensaje de fe? Como hermanas, al igual que Marta y María, Jesús hace que nos encontremos a nosotras mismas como personas, en igualdad con los varones.

“Todas somos Marta y María, afortunadamente” (Lc 10, 38-42)

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Marta, en cambio, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:

  • - Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.

Pero el Señor le contestó:

  • - Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas, cuando en realidad una sola es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará.

Palabra de Dios.

Reflexión

Para que haya Iglesia-Comunidad y no un simple conglomerado de personas anónimas, con el riesgo de un autoritarismo o de una desorganización caótica, es necesario que el pueblo de Dios esté organizado en comunidades pequeñas, comprometidas, de corte profético, adultas en la fe. La Iglesia necesita responsables. Ahora bien, en la Iglesia todos somos hermanos y hermanas iguales en función del sacramento del bautismo. En el interior de la comunidad, responsable de su misión, surgen los ministerios cualificados. En la Iglesia primitiva había diáconos, diaconisas, presbíteros, mujeres que lideraban iglesias domésticas y que hacían la fracción del pan, enseñaban, bautizaban, misionaban y obispos encargados de coordinar esas comunidades. No era un escalafón de poder sino de servicio.

El ministerio de la Iglesia es un servicio, no un dominio; un carisma, no un privilegio; una tarea, no una prerrogativa; una entrega, no una distinción. A raíz del Concilio Vaticano II, surgieron nuevos ministerios laicales que sustituyen a deformados ministerios clericales. Es de esperar que se llegue a reformar en profundidad la concepción de los servicios y ministerios en la Iglesia sinodal para que haya comunidades vivas responsables y reconocidos litúrgicamente por cada Iglesia local.

Centrándonos en el texto de hoy, ¿quién de nosotras no se ha sentido indignada por la persistente interpretación que contrapone ambos roles, acción y contemplación, imprescindibles en el desarrollo de la propia persona y en toda comunidad cristiana? No puede haber verdadera contemplación que no se manifieste en la acción, ni una acción auténticamente espiritual que no emerja de la contemplación, de la experiencia interior del Dios-con-nosotr@s que nos impulsa a convivir con los/as hermanos/as. Todas, afortunadamente, somos Marta y María. Los dualismos nos meten en callejones sin salida porque contraponen dos aspectos que, en sí mismos, son buenos y válidos. Lucas pone en boca de Jesús: “María ha escogido la mejor parte”, lo cual no significa que la tarea de Marta no sea buena. Tan solo se queja por las consecuencias de la actitud de María en ese momento y verse agobiada con el servicio.

¿No hemos experimentado muchas de nosotras esa carga de trabajo sin que nadie acuda a echarnos una mano cuando más se necesita? ¿No es el servicio consecuencia de una búsqueda interior y escucha asidua de la Palabra?

El texto dice que Marta recibe a Jesús en su casa; es posible pensar que también ella ha escuchado su palabra y ahora está poniendo en práctica la acción de atender al Maestro. Quizá, lo que no tiene en cuenta es lo que María está haciendo. Por otra parte, Jesús no reprende a Marta por estar ocupada, sino por estar agobiada por cosas que no son tan importantes, pero no dice que lo que hace esté mal.

María ha escogido la mejor parte”, la de ser discípula, es decir, Jesús la considera interlocutora válida de su palabra. Algo impensable en aquella época, pero también en la nuestra. ¡Basta recordar los dichos rabínicos sobre la mujer en la Torá! Pero también la Iglesia, ¿no ha excluido secularmente a las mujeres por razón de sexo?

Con el evangelio en la mano, es una injusticia en toda regla contra la que tenemos que luchar todos. El Concilio Vaticano II rechazó toda forma de discriminación por razón de sexo como contraria al plan de Dios; sin embargo, en la práctica, no tiene vigencia en la institución.

Recientemente (10/11 abril), y bajo el lema ‘Creyentes y feministas: razones para la esperanza’, se reunieron en El Escorial (Madrid) más de doscientas mujeres procedentes de 29 diócesis -de las 33 que existen- para reafirmar su compromiso con la igualdad y el Evangelio, en el tercer encuentro estatal de la ‘Revuelta de Mujeres en la Iglesia – Alcem la veu’, movimiento que se inició en 2020. En él reclamaron al nuevo papa León XIV, que continúen los avances hasta que ‘la igualdad se haga costumbre’ en la sociedad y en la Iglesia. Asimismo, ‘que impulse la reforma de las doctrinas y de las leyes de la iglesia que siguen ancladas en una concepción patriarcal clerical que mantiene la subordinación de la mujer y su invisibilidad en numerosos ámbitos eclesiales’.

Vivimos la Palabra. Compromiso.

¿En qué ámbitos eclesiales nos implicamos para luchar por la igualdad de la mujer: comunidad parroquial, arciprestazgo, vicaría? ¿Qué acciones concretas trabajamos en la comunidad: concienciación, denuncia, revisión de textos…? ¿Cómo concretamos el necesario equilibrio entre acción y contemplación?

Celebración.

“Que no cierren los ojos al clamor silenciado de las mujeres; que escuchen el eco del espíritu y comprendan que sin nosotras la Iglesia no canta completa su esperanza. Es tiempo de mirar con ojos nuevos el rostro plural de Dios” (Mayte Olivares Cruz). “Estamos llamados a ser un pueblo contracultural que ame, viva e incluya a todos y todas juntos en esta gran misión. Las mujeres han sido y seguirán siendo el pilar de toda gran familia y de una ‘ekklesia’” (Margarita Revesz). “Las mujeres hemos sido protagonistas activas, a veces desdeñadas por los sacerdotes y obispos para para continuar nuestra labor pastoral” (Ilse Mayer Watte). “Sin mujeres en la toma de decisiones no hay estructuras equitativas ni procesos de justicia" (Ivenise Teresinha Gonzaga). “Las mujeres de la Iglesia católica romana están excluidas de todos los ministerios ordenados y experimentan una resistencia increíble cuando reivindican su igualdad y si dignidad” (Catholic Women’s Council). “La participación de las mujeres en y dentro de la Iglesia, no se define sólo por algunos movimientos significativos en instancias de mayoría masculinas y clericales. El futuro de las mujeres en la Iglesia se definirá cuando se realice una profunda reforma de las estructuras eclesiales que posibiliten dinámicas liberadoras en las que el liderazgo y el

servicio se articulen desde la equidad como respuesta al derecho de participación que otorga la común dignidad recibida en el bautismo” (Luz Milena López Jiménez). “La desclericalización no es un lujo sino una necesidad vital para la supervivencia de la Iglesia católica. Es una llamada a la renovación espiritual y a la construcción de una Iglesia verdaderamente al servicio del pueblo de Dios” (Merche Saiz). “Una fe y una liturgia sencilla y esperanzada en la que nos lavemos los pies unas a otras… Pedro no entendió este signo de amor, servicio, entrega de la vida, generosidad y sinodalidad como único distintivo de los/as seguidores/as de Jesús. En la iglesia católica ‘universal’ el poder y los privilegios clericales… no hacen sino acallar el mensaje del gesto y la palabra como signo de amor fraternal y sororal” (Mª Esperanza Sosa).

            Música:

Ain Karem. Ruah. CD ‘Alégrate’ https://youtu.be/HCtwvIyrFSk?si=I_3hHJCl7_T3BkSb

Ave Terra. Victoria Hernández. Danza contemplativa.

Laudes - corporal. Mª Luisa Paret

Imagen: Acción y contemplación

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