#8M2023 La integración de fortaleza y ternura

4 mujeres que abrieron camino a la independenciafemenina

2023

¿Qué es, para mí, ser Mujer?

Etimológicamente la palabra “mujer” significa “suave”. El término carece de raíz indoeuropea, proviene del latín: de “moleris”, “mulier”; a su vez raíz de “mullido” y “mojado”. Es decir, blandengue, aguado. Y Dios es suavidad, dulzura. A estas características típicas de lo femenino - la delicadeza, el cuidado, la compasión, la sensibilidad y la receptividad- no se le contraponen la templanza, la perseverancia, la valentía y la fuerza, más bien las complementan, porque ser mujer es -para mí- la integralidad de ternura y fortaleza. Y Dios es esa paradoja de ternura y fuerza.

A lo largo de la Historia de la Salvación muchas mujeres fuertes -famosas e ignotas marcaron rumbo y facilitaron la condición de posibilidad de ser mujeres fuertes hoy. La primera: Magdalena, apóstola insigne. Amiga de Jesús y autora -según la tradición- de un Evangelio no canónico. La que estuvo presente durante la pasión de Cristo: la com-pasión se hace carne en Magdalena. Lo acompaña hasta la muerte. ¿Alguna vez acompañaste a morir a un ser amado, en ese momento en el que la ternura y la fortaleza se integran? Fue la única que estuvo al pie de la Cruz junto a María y a Juan Evangelista. Finalmente Jesús la eligió para mostrarse resucitado. A una mujer -y no cualquier mujer, sino a una que había sido acusada de prostituta- eligió Cristo para dar a conocer la Buena Noticia.

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Hildegarda de Bingen (1098-1179)

Mil años después la religiosa alemana Hildegarda de Bingen (1098-1179) revolucionó al mundo medieval revelándose ante el clericalismo -que por entonces a las religiosas les quemaba los libros y les prohibía cantar en Misa-. Era multifacética Hildegarda (de la orden benedictina): teóloga, bioquímica (dejó un tratado de herboristería impresionante), médica, compositora musical (compuso más de 70 obras sacras), poeta y dibujante excepcional. Estos dones en un mundo dominado por hombres la convirtieron en referente de la independencia femenina en el medioevo, gracias a su sensibilidad y valentía. Pese a las resistencias de la época, Papas, obispos y reyes solicitaban sus consejos porque -ya que estamos- también recibía revelaciones divinas: era vidente y profeta (ver su libro “Scivias”).

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El Universo, ilustración de Hildegarda de Bingen

Inauguró el primer monasterio exclusivamente femenino siendo la Abadesa del convento (motivada, según la leyenda, luego el suicidio de una monja embarazada). Se animó a hablar de sexualidad en una época en la que a las mujeres directamente les estaba prohibido hablar. En sus escritos bregó por la igualdad entre hombres y mujeres. Escribió tratados cuasi científicos de antropología respecto al deseo sexual, la cópula, fertilidad, gestación, parto y lactancia en su libro “Liber Causa et Curae” (Libro de las causas y remedios de las enfermedades). La “acusaban” de homosexual, nunca comprobado. La iconografía de esta mística renana -que no significa que haya sido petisa, chaparrita, sino oriunda de la región de Renania en Alemania- la simboliza con la cruz pectoral, la pluma y un libro.

Mama Antula y el virrey Vértiz

Mama Antula y el Virrey Vértiz en 1779

Setecientos años después de Hildegarda, una mujer nacida en el actual territorio argentino, -María Antonia de Paz y Figueroa (1730-1799)- se convertía en protagonista de la sociedad colonial al mantener vivo el legado de los Jesuitas en América mediante la organización de multitudinarios Ejercicios Espirituales de San Ignacio, luego de la expulsión de América de la Compañía de Jesús 1767. Era laica y fue bautizada como “Mama Antula” por las comunidades originarias (Quechuas) en su villa Silípica natal (Santiago del Estero), a las cuales evangelizaba con los jesuitas antes de que fueran expulsados. Esta Madre de los Pobres peregrinaba descalza: recorrió más de 5 mil kilómetros a pie misionando hasta llegar a Buenos Aires, donde continuó rescatando a las mujeres de la calle y a los niños sin hogar, siempre al servicio de las periferias geográficas y existenciales, siendo amada por ricos y pobres. Fue en Buenos Aires donde “puso de moda” los Ejercicios Espirituales -a pesar de que la corona española había prohibido todo lo relacionado a la Compañía de Jesús-. Misionera y emancipadora, luchadora por la justicia social y por la dignidad de la mujer incluso antes de la declaración de la libertad de vientres, fue acusada de loca y bruja. A sus famosas y multitudinarias tandas de Ejercicios Espirituales asistían los más pobres y excluidos junto a Virreyes, criollos de la alta sociedad y hasta quienes pocos años más tarde serían los próceres de la Independencia argentina (Manuel Belgrano, por caso). Patrona de las empresarias argentinas y de la perseverancia femenina -al extremo del cabezadurismo-, cuenta la leyenda que una vez en una audiencia el Virrey Vértiz le negaba por enésima vez la autorización para realizar los Ejercicios Espirituales en Buenos Aires porque todo su proyecto “tenía olor a jesuita”, a lo que Antula le respondió enfurecida. “Pues usted huele peor, Vuestra Excelencia” le espetó, en épocas en que el hedor de las pelucas y la falta de aseo no podía disimularse ni con perfumes franceses. Sus palabras, dichas por una mujer común y corriente a la máxima autoridad monárquica de entonces, le hubieran costado la vida. Pero no a Mama Antula, que era extraordinaria. Tan temperamental como humilde y sabia, multiplicaba los panes y vislumbró -por su don de profecía- las Invasiones Inglesas. Su obra cúlmine, realizada a base de paciencia y perseverancia en conseguir donaciones, fue la construcción -en el año 1784- de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, uno de los edificios más antiguos de Buenos Aires que sigue en pie y en plena actividad tal como cuando ella vivía allí en la Celda 8. Es autora de un corpus de cartas que son el testimonio de su fortaleza y ternura además de un documento histórico insoslayable a la hora de armar el rompecabezas de la cultura colonial de entonces. Se la representa con un estandarte con una cruz en lo alto y el libro de los Ejercicios Espirituales. “El estandarte de la mujer fuerte” fue el libro que se editó en Europa -mientras ella vivía- con los textos de las cartas entre Mama Antula y los jesuitas expulsados en Italia y Rusia; sí, era un mito viviente y paradojal, era “mujer y fuerte” en la época colonial y en el sur del mundo. También suele ser representada con un morral de caminante, y siempre con los pies descalzos - aunque fue sepultada con sandalias-.

Cien años después de Mama Antula, una mujer polaca luchó en el temprano Movimiento Feminista alemán para que las mujeres pudieran estudiar en la universidad y fueran aceptadas como profesoras: Edith Stein (1891-1942), doctora en filosofía, a tono con su tiempo también levantó la bandera del voto femenino. Es referente del concepto “sentipensar” mediante su teoría de la empatía, sobre la cual presentó su tesis doctoral: integrar el sentir y el pensar como una sola cosa.

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Teresa Benedicta de la Cruz - Edith Stein (1891-1942)
monja, Carmelita Descalza, mártir

Edith experimentó en carne propia la empatía en su tarea como enfermera voluntaria de la Cruz Roja durante la Primera Guerra, y hubiera seguido haciendola carne si no hubiera caído en las garras del nazismo en la Segunda. Fue asistente y editora de los textos del fundador de la fenomenología Edmund Husserl -que inauguró una nueva manera de mirar el mundo- y se convirtió en una brillante filósofa de la educación, mística y estudiosa de la esencia de la mujer: sostenía que mujer y varón son complementarios, ofreciendo una mirada de integralidad a la diferencia de género, un ying y un yang en dinámico equilibrio en el cual uno no existe sin el otro. Se convirtió al cristianismo (de la orden carmelita, como Teresa Benedicta de La Cruz) y luego de ser apresada por la gestapo fue martirizada y asesinada en la cámara de gas de Auschwitz.

Estas mujeres representan la potencialidad y genialidad que significa para mí ser mujeres, pedagogas de fe y de la liberación, mujeres de la Iglesia. Todas ellas humanas, y por eso santas. Sino, serían ángeles.

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