#LectioDivinaFeminista2024 El mejor Pan

El mejor Pan
El mejor Pan

Juan 6, 24-35

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La lectura de hoy nos presenta a Jesús enseñando en la sinagoga de Capernaúm luego de realizar dos maravillosos signos: la alimentación de la multitud y la caminata sobre el mar. En este discurso el Señor explica a sus seguidores el verdadero sentido de la multiplicación de los panes, relacionando el signo con la misión que el Padre le confió.

  1. Preparación

Al orar este texto del Evangelio, nos presentamos delante de Abbá para meditar Su Palabra en hermandad, felices por la gracia que nos concede de leerla y meditarla en la libertad del Espíritu Santo. Rogando Su presencia y guía, leemos Juan 6, 24-35, en La Biblia del Pueblo de Dios:

24 Cuando se dieron cuenta de que ni Jesús ni sus seguidores estaban allí, subieron a las barcas y se fueron para Capernaúm a buscar a Jesús.

25 Cuando ellos lo encontraron al lado del lago, le preguntaron:

—Maestro, ¿cuándo llegaste aquí?

26 Jesús les contestó:

—Les digo la verdad: ustedes no me están buscando porque vieron las señales milagrosas. Me buscan porque comieron pan y quedaron llenos. 27 No trabajen para ganar la comida que se daña. Mejor trabajen para ganar la comida que se mantiene siempre en buen estado. La comida que da vida eterna es la que da el Hijo del hombre. Él es el único que tiene la aprobación de Dios Padre para darla.

28 Le preguntaron:

— ¿Qué es lo que Dios quiere que hagamos?

29 Jesús contestó:

—Esto es lo que Dios pide que hagan: que crean en quien él envió.

30 Le preguntaron:

— ¿Qué señal milagrosa vas a hacer para que la veamos y te creamos? ¿Qué vas a hacer? 31 Nuestros antepasados comieron maná en el desierto. Así dice en las Escrituras: “Les dio pan del cielo para que comieran”.[d]

32 Entonces Jesús les dijo:

—Les digo la verdad: Moisés no fue el que les dio pan del cielo, sino que mi Padre es quien les da el verdadero pan del cielo. 33 Pues el pan que da Dios baja del cielo y da vida al mundo.

34 Le dijeron:

—Señor, danos ese pan de ahora en adelante.

35 Jesús les dijo:

—Yo soy el pan de vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; quien cree en mí, nunca tendrá sed.

  1. Reflexión

Hace unos días leí un artículo que me llamó la atención, titulado: “¿Qué pan es mejor? Cómo elegir los mejores panes”, publicado por un blog sobre dieta y nutrición de Barcelona. El especialista comienza así: Actualmente, existe  una gran oferta de panes a nuestro alcance y puede resultar realmente complicado saber cuál escoger si queremos hacernos con uno de calidad…”. [1]

Me pareció interesante recuperar esta idea “nutricional” a propósito del tema que nos ocupa hoy: siempre necesitamos ser guiadas por el Espíritu Santo para elegir y sustentarnos del mejor Pan ya que la oferta es amplia y podemos alimentarnos mal o de manera insuficiente.

A las personas que seguían a Jesús les pasó algo así y Él les advirtió cuál era el mejor alimento para consumir y por el que debían trabajar. Esos/as pobres hombres y mujeres, bajo la opresión imperial que los/las había arruinado con impuestos y saqueos, deseaban poder comer y saciarse. Priorizaban lo inmediato y palpable; no podían pensar en cosas trascendentes. ¡Comprendemos la situación! Al igual que hoy en nuestra amada Latinoamérica, sea por falta de trabajo o explotación, muchísima gente está en una situación similar. Y no es novedad que muchas mujeres no comen dando preferencia a sus hijos y maridos a la hora de repartir lo poco que tienen. Como revela una encuesta de 2020, en Brasil, “el hambre afecta más a las familias mantenidas por alguien de sexo femenino, o de color de piel auto declarado negro o pardo o con menos estudios.”[2]

¿Qué podemos hacer?

Todas y todos tenemos muchas clases de hambre: del alimento diario pero también de compañía, comprensión, consuelo; de encontrarle sentido a la existencia; de creer o volver a creerle a este DIOS que se ha hecho humano y se nos ofrece como “el Pan de Vida”…

Como sabemos, en el Cuarto Evangelio Jesús hace siete afirmaciones que comienzan con “Yo soy”: cada vez que lo hace, va revelando algo más del misterio de su encarnación. Pero, al mismo tiempo, se identifica así mismo como Dios, ya que “Yo Soy”, era el Nombre con que el Dios de Israel  se había revelado a Moisés.

“Yo soy el pan de vida”, es la primera de estas afirmaciones. Comprender, creer y abrazar esta maravillosa verdad en nuestro ser es, sin dudas, transformador. Que podamos experimentarlo continuamente, cada vez con mayor profundidad, de modo que sigamos convirtiéndonos de corazón y deseemos servir más y mejor a nuestro prójimo. Identificarnos con el hambre material y espiritual de nuestros hermanos y nuestras hermanas, procurando su saciedad, nos llevará a aspirar ser humilde pan que se dona por amor, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor.

Como dice Salomé Arricibita en el estribillo de su canción “Dime cómo ser pan”:

Tú que haces de mí tu reflejo. Tú que abrazas mi debilidad. Tú que sacias mi hambre, Cuando vuelvo de lejos, Dime cómo ser pan.

Dime cómo ser pan, Que cura la injusticia. Dime cómo ser pan, Que crea libertad.

III. Para pensar y preguntarme/nos:

¿Por qué busco a Jesús?

¿Espero nuevas señales para creer?

¿Qué pan me apetece?

¿Trabajo por la comida que da vida eterna?

¿De qué manera asisto y acompaño a los/as que tienen hambre material y espiritual?

[1] https://www.centrojuliafarre.es/blog/que-pan-es-mejor/

[2] Encuesta Nacional sobre Inseguridad Alimentaria en el contexto de la pandemia de COVID-19 en Brasil, en https://pesquisassan.net.br/olheparaafome/

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