#MensajedeMujeresaLeónXIV La voz profética de las mujeres en la Iglesia

La voz profética de las mujeres en la Iglesia
La voz profética de las mujeres en la Iglesia

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La voz profética de las mujeres en la Iglesia
Voces de Mujeres para León XIV es una
campaña de Tras las Huellas de Sophia

Mujeres católicas, discípulas de Jesús, creemos en una Iglesia justa, igualitaria y en diálogo. Llevaremos nuestra voz al Vaticano por medio de una campaña de pódcast. Esta campaña es una invitación a construir, juntas, otra Iglesia posible.

En este espíritu, nos unimos en un compromiso profundo que nace de la reflexión colectiva de mujeres laicas y religiosas, provenientes de comunidades rurales y urbanas, que entretejemos nuestras voces. Inspiradas por la Ruah, el soplo de vida que renueva la faz de la tierra, afirmamos:

«Dios creó al ser humano a su imagen,
a imagen de Dios lo creó;
varón y mujer los creó.»
(Génesis 1,27)

Desde el inicio de la historia de la salvación, la dignidad del ser humano —de mujeres y hombres— está inscrita en el corazón mismo de la creación.

Cuando el Verbo se hizo carne, encarnó en Jesús de Nazaret, un varón nacido hace más de dos mil años en una sociedad profundamente patriarcal. Esta elección no respondió a una jerarquía entre los sexos, sino a una necesidad histórica: si Dios se hubiese encarnado en una mujer, en ese contexto no se habría escuchado su mensaje. Encarnarse en un hombre fue la forma de hacerse oír, pero la vida de Jesús subvirtió radicalmente la lógica de exclusión de su tiempo.

A Jesús lo siguieron discípulos y discípulas. Las mujeres no fueron espectadoras pasivas, sino protagonistas activas del movimiento de Jesús. La primera en anunciar la resurrección fue una mujer: María Magdalena, a quien Jesús confió la noticia más trascendental del cristianismo:

«Ve y dile a mis hermanos»
(Juan 20,17)

Ese fue el mandato del Resucitado a una mujer, haciendo de ella la apóstola de los apóstoles.

A pesar de este testimonio fundante, la Iglesia ha ido traicionando el mensaje inclusivo de Jesús, relegando a las mujeres a ciudadanas de segunda dentro de sus propias estructuras. En el siglo XXI, este modelo clerical y patriarcal ya no puede sostenerse sin convertirse en una negación del Evangelio.

Los signos de los tiempos nos interpelan con urgencia: es tiempo de una revisión profunda sobre la igualdad de las mujeres en todos los ámbitos de la vida eclesial. El Evangelio no se hace creíble si no se encarna también en la justicia para las mujeres.

Deconstruir el modelo de Iglesia excluyente es tarea de toda la comunidad creyente. Hombres y mujeres estamos llamados a seguir las huellas de Jesús, quien en su actuar dejó claro:

«Ya no hay judío ni griego,
no hay esclavo ni libre,
no hay varón ni mujer,
porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.»
(Gálatas 3,28)

Una Iglesia sin mujeres en igualdad no puede ser sacramento del Reino.
Y una fe que no se compromete con la dignidad plena de todas las personas está aún lejos del corazón de Jesús.

Merche Saiz

Bera nuevo

Manoli Soria

Ma Andrea 2

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