La fuerza del Rocío






La fuerza que tiene el Rocío la ha demostrado, estos días, la experiencia de la Magna en Huelva. En una sola provincia/diócesis, sin toda la parafernalia que únicamente es para algunos el Rocio (exotismo del Camino, todos los adjuntos festivos/diversionales que tiene la Romería: el paisaje singular, el cante y el baile, la comida y la bebida, la compañía de amigos, la diversión, etc.), dentro del ambiente urbano del centro puro y duro de una ciudad, con el componente prácticamente exclusivo de la devoción rociera, la experiencia de la Magna en Huelva ha puesto de manifiesto la potencialidad del Rocío.


¿Qué es la Magna?
En años anteriores, por tres veces se había repetido esta experiencia. Antes en Córdoba y luego en Madrid y en Toledo, una celebración semejante congregó las Hermandadessimpecados (los estandartes con la imagen de la Virgen del Rocío, que son transportados en carretas de honor cada año acompañando a las Hermandades hasta la aldea almonteña) para compartir las vivencias rocieros que cada cual experimenta durante los días de la Romería. En estas tres provincias, esta experiencia era más explicable pues, al tener en ellas menos desarrollo la devoción rociera, resultaba de alguna manera más conveniente darla a conocer.

En Huelva, la Magna ha sido una auténtica explosión. La provincia con más presencia rociera (junto con Sevilla), donde está además situada la localidad de Almonte y la aldea del Rocío, esta celebración no ha sido para fomentar la devoción sino para expresar públicamente la fuerza que esta devoción ya tiene, también para "agradecerle a Huelva lo que hace por el Rocío", como expresó en uno de los actos el Presidente de la Hermandad Matriz de Almonte, Juan Ignacio Reales.

Cada una de estas celebraciones ha tenido un lema, que simbolizaba sus objetivos y sus pretensiones: "Rocío de la Fe", en Córdoba (2.013); "Rocío, camino de Esperanza", en Madrid (2.014); "Rocío de la Misericordia", en Toledo (2.016); y "Rocío de Amor y Caridad", en esta celebración de 2.018 en Huelva. La realidad ha desbordado el significado de los lemas, con el uso más frecuente de la expresión simbólica de la Magna.

Los participantes en esta ocasión han sido las 24 Hermandades existentes en la provincia/diócesis de Huelva (23 constituidas, más 1 en trámite del último reconocimiento); las 2 Hermandades de la capital (Huelva y Emigrantes), que han sido las organizadoras y las anfitrionas; como invitadas, las 3 que habían realizado antes esta experiencia (Córdoba, Madrid y Toledo); más la Hermandad Matriz de Almonte, cuyo simpecado presidía todos los actos, como representación titular de la Virgen del Rocío en todo el evento.

Actos celebrados

Toda la celebración ha sido como una cierta repetición de los actos que tienen lugar cada año en la Romería: entrada de las Hermandades y de sus simpecados, hasta las Parroquias donde han sido acogidas; Rosario por un recorrido céntrico de la ciudad, en la tarde del 2 de noviembre; solemne Eucaristía el 3 de noviembre, en el mismo emplazamiento en el que el Papa San Juan Pablo II celebró también una misa, cuando hace 25 años visitó Huelva y tuvo en la aldea del Rocío una discurso memorable; procesión final de todas las Hermandades por las calles más céntricas de la ciudad, con los simpecados en las carretas hermosamente engalanadas, con los bueyes y los mulos atípicamente introducidos en el territorio urbano. Sin la imagen de la Virgen y sólo con el recuerdo emotivo de su presencia, los devotos del Rocío han podido evocar con estos actos lo que en la fiesta de Pentecostés se celebra cada año.

Todas las opiniones coinciden en que lo ocurrido ha superado las previsiones (hasta 80.000 posibles participantes, habían calculado previamente algunos). La ciudad, desde luego, se paró y se inmovilizó para el discurrir de los participantes por sus calles principales. Las televisiones locales lo dieron todo en directo y la prensa de la ciudad concedió -cada uno de los dos días- la portada casi completa y cuatro o cinco páginas interiores para la información de los actos. Circulaban entre los participantes amplios programas de mano, como en Andalucía ocurre en la Semana Santa. Aunque no todos hayan asistido, toda la población se ha enterado y ha hablado alguna vez de este evento tan singular.

Respaldo institucional
El experimentado periodista que ha seguido todos estos actos -Eduardo J. Sugrañes- ya anunció que el Alcalde de Huelva siempre valoró la importancias de lo que se organizaba. Ha sorprendido con todo a algunos que el Alcalde, el socialista Gabriel Cruz, firmase una página en uno de los programas de mano que se han distribuido estos días afirmando que lo que se anunciaba era una manifestación de "esa devoción que los onubenses no dejamos de sentir nunca y que siempre está presente en nuestras vidas". Al evento le concedía "un componente social, turístico y festivo muy importante", pero añadía también que "encuentra su sustento fundamental en la fe". Más rotundamente, "la esencia de este encuentro no deja de ser un testimonio de nuestra fe rociera, una expresión de que el amor mariano implica en quien lo procesa una serie de valores, sobre todo un compromiso social y de solidaridad hacia el prójimo". Todas las autoridades locales, incluida la Presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se han hecho presentes en los actos y, al pasar la comitiva de la procesión de las carretas y los simpecados por sus edificios tenían una parada para saludar a los representantes de la Diputación y del Ayuntamiento.

El respaldo del clero a los actos de la religiosidad popular no siempre es tan explícito. En esta ocasión he oído a algún sacerdote no entender por qué se organizaban estos actos, que no figuraban en los programas pastorales diocesanos y que no habían dimanado de los órganos eclesiales de gobierno. A un eclesiástico muy bien preparado le he oído la constatación de que la liturgia oficial de la Iglesia, que el Vaticano II quiso impulsar, no avanza suficientemente, mientras que la religiosidad popular tiene cada vez más presencia e importancia. El hecho es cierto y cabe incluso sospechar que existe una cierta envidia o impotencia o incomprensión al ver que las actividades directamente organizadas por los seglares de las Hermandades y Cofradías tienen más seguimiento popular que los actos directamente dependientes de los sectores eclesiásticos más oficiales. Reacción humana, muy explicable.

La postura en este caso, con todo, de la Iglesia oficial de Huelva no ha podido ser más explícita. Secundando la orientación del Papa Francisco sobre la religiosidad popular, el obispo, don José Vilaplana, acogió y mostró su apoyo a este proyecto, desde que hace bastantes meses le fue presentado por las Hermandades rocieras de Huelva y de Emigrantes, y ahora, ha estado presente y ha presidido con expresiones entusiastas tanto el Rosario como la Eucaristía; después del primer día, ya declaró el obispo que el Rosario celebrado había supuesto "una corona hermosa de sonrisas, suspiros, oraciones, hermandad, paz y alegría, una corona que alegra a la Reina del Rocío".

La fuerza del Rocío
En un anterior comentario sobre la procesión extraordinaria de la Virgen del Rocío, el primer gran acto para conmemorar el Centenario de la coronación de la imagen que estos actos de Huelva también han querido ahora evocar, ya hice en este blog la pregunta de "¿por que tanta gente?" en los actos del Rocío. Ahora esta pregunta se puede formular con más fuerza.

Sin que las causas estén hasta el fondo del todo explicadas, sí hay desde luego que constatar que la fuerza del Rocío es muy evidente; que aquí hay un fenómeno que, a pesar de lo turbio de todo lo humano, merece respeto, apoyo, estudio y también agradecimiento a Dios y a la Virgen porque así sea.
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