El difícil desafío de la inclusión

Pensando la categoría "pobre"

La inclusión de los excluidos (indígenas, afro, mujeres, LGTB)...

Pensar visibilizar a los invisibilizados, sin dejar de lado la categoría "pobre"

El difícil desafío de la inclusión
Pensando la categoría “pobre”

Eduardo de la Serna

Ya desde su nacimiento, la teología de la liberación (TL), puso su mirada en “la causa del pobre”. Como teología profundamente bíblica, que siempre quiso ser (al menos muchas corrientes de la TL), supo descubrir el lugar bíblico central que “el pobre” tiene. Gustavo Gutiérrez recurrió, especialmente (como era razonable en su tiempo), a dos grandes biblistas de habla francesa: A. Gelin [Los pobres de Yahvé] y J. Dupont [Las bienaventuranzas]. Tres elementos confluían en el término: los pobres, que eran destinatarios de un “amor preferente”, fundamental, la pobreza, que era una situación cruel e injusta, a la que se debía combatir y la actitud pobre (“infancia espiritual”) que es de esperar de todo cristiano (y – por tanto, también – del teólogo). Esa triple actitud no parece que deba dejarse de lado, aunque – y aquí el tema – debe ampliarse en su mirada.

Esa pobreza injusta es calificada, en un primer momento como fruto de la “dependencia”, o del “cautiverio”. Pero con el tiempo, por un lado, ha tenido otra terminología que la amplía, precisa, complementa, corrige… las víctimas, los insignificantes, los nadie, los (pueblos) crucificados, los excluidos, los descartados. Todas ellas, y otras semejantes, miran el mismo colectivo (o similar) desde una perspectiva, o desde una característica. Hay un elemento que, me parece, no debe faltar en ninguna de estas, o las que pudieran aportarse, y es que la situación a la que se alude, es una situación provocada (“cuando pregunto por qué hay pobres me dicen comunista”, decía Helder Cámara), la pobreza (o sinónimos) es causada.

Sin embargo, y con más que justa razón, hay una serie de colectivos que no necesariamente se ubicarían en la categoría sociológica de “pobre” y merecen nuestra atención. La actitud de Jesús con los habitualmente llamados “publicanos” no es, precisamente, dedicación a un grupo “económicamente pobre”; pero sí es cierto que son un colectivo despreciado, desvalorado, rechazado; con ellos ¡ni comer! (y “¡come con publicanos, que son pecadores!”). En la Biblia, por ejemplo, la categoría pobre se amplía – como es sabido – a los dos sectores desprotegidos: el huérfano y la viuda; pero (y es interesante) cuando a partir de la reforma litúrgica de Josías, se cierran todos los santuarios centrándose todo y solo en Jerusalén, al colectivo se añaden también los “levitas” (los sectores sacerdotales que quedaron desocupados a partir de entonces: Dt 14,29; 26,13) añadiendo, además los migrantes. Hay tres colectivos que, con sus diferencias, reclaman justamente ser explicitados, y no quedar “invisibilizados” en la categoría pobres (porque la invisibilización ha sido una constante con ellos), el mundo indio / indígena / aborigen / originario por un lado y el mundo negro / afro por otro; a ellos ha de sumarse el movimiento de mujeres habitualmente confrontado con el machismo / patriarcado / kyriarcado. Y seguramente ha se sumarse a estos, el colectivo habitualmente englobado en las siglas LGTBIQ+. Señalemos que, con razón parcial, se puede señalar que alguno o varios de algunos de estos colectivos han logrado una importante visibilización, lo que no quita la negación del colectivo, y – así – puede haber un presidente afro en los EEUU, pero la violencia policial contra los “negros” en los EEUU es evidente (George Floyd es claro ejemplo de ello); puede haber una machi (Francisca Linconao) que haya sido importantísima en las recientes elecciones en Chile, pero los reclamos mapuche son – todavía – presentados como “terroristas” en su país…

Es absolutamente justo y razonable escuchar que todos los colectivos que experimentan la sistemática invisibilización social reclamen ser mencionados… pero también es razonable que, en ocasiones, escuchar o leer una lista interminable de nadies, ninguneados, descartados, etc. corre el riesgo de desviar la dirección del discurso. Es importante que todos, todas, todes se sientan y sepan incluidos, pero también es fundamental que aquello que se quiere destacar, cuestionar, denunciar, reflexionar, pensar sea el centro. Es por esto que, teniendo en cuenta todo lo dicho, creo que la categoría “bíblica” pobres, con su polisemia, sigue siendo pertinente para pensar, hablar y lograr que todes, todas y todos se sientan incluidos. “Pobre es el que no tiene derecho a tener derecho” ha dicho Gutiérrez recientemente. De eso se trata.

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