"En el ser humano la oración se hace palabra, invocación, canto, poesía" Papa: "No debemos despreciar la oración vocal: despierta hasta el corazón más adormecido"

El Papa reza el rosario
El Papa reza el rosario

"Las palabras son nuestras criaturas, pero son también nuestras madres, y de alguna manera nos modelan. Las palabras de una oración nos hacen atravesar sin peligro un valle oscuro, nos dirigen hacia prados verdes y ricos de aguas"

"Cuando los sentimientos malos llaman a la puerta de nuestro corazón es necesario ser capaces de desactivarlos con la oración y con las palabras de Dios"

"Si delante de la violencia no existieran las palabras, para hacer inofensivos los malos sentimientos, para canalizarlos para que no dañen, el mundo estaría completamente hundido"

Canto del Papa Francisco a la oración vocal “siempre segura” en la catequesis de la audiencia de los miércoles. Porque las palabras sencillas de la oración vocal “desactivan los sentimientos malos” y “nos hacen atravesar sin peligro valles oscuros”. Y para ejemplificar las bondades de la oración vocal, Francisco habló de los ancianos, que repiten “a media voz las oraciones que aprendieron de niños”, que son como “robles” que dan sombra a toda la comunidad. O como el peregrino ruso, “repitiendo infinitas veces la misma invocación: '¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de nosotros, pecadores!'”

Texto de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La oración es diálogo con Dios; y toda criatura, en un cierto sentido, “dialoga” con Dios. En el ser humano, la oración se convierte en palabra, invocación, canto, poesía... La Palabra divina se ha hecho carne, y en la carne de cada hombre la palabra vuelve a Dios en la oración.

Momento de oración
Momento de oración César Triviño

Las palabras son nuestras criaturas, pero son también nuestras madres, y de alguna manera nos modelan. Las palabras de una oración nos hacen atravesar sin peligro un valle oscuro, nos dirigen hacia prados verdes y ricos de aguas, haciéndonos festejar bajo los ojos de un enemigo, comonos enseña a recitar el salmo (cfr Sal23). Las palabras esconden sentimientos, pero existe también el camino inverso: en el que las palabras modelan los sentimientos. La Biblia educa al hombre para que todo salga a la luz de la palabra, que nada humano sea excluido, censurado. Sobre todo,el dolor es peligroso si permanece cubierto, cerrado dentro de nosotros...

Por esta razón la Sagrada Escritura nos enseña a rezar también con palabras a veces audaces. Los escritores sagrados no quieren engañarnos sobre el hombre: saben que en su corazón albergan también sentimientos poco edificantes, incluso el odio. Ninguno de nosotros nace santo, y cuando estos sentimientos malos llaman a la puerta de nuestro corazón es necesario ser capaces de desactivarlos con la oración y con las palabras de Dios. En los salmos encontramos también expresiones muy duras contra los enemigos –expresiones que los maestros espirituales nos enseñan para referirnos al diablo y a nuestros pecados-; y también son palabras que pertenecen a la realidad humana y que han terminado en el cauce de las Sagradas Escrituras. Están ahí para testimoniarnos que, si delante de la violencia no existieran las palabras, para hacer inofensivos los malos sentimientos, para canalizarlos para que no dañen, el mundo estaría completamente hundido.

Anciana rezando

La primera oración humana es siempre una recitación vocal. En primer lugar, se mueven siempre los labios. Aunque como todos sabemos rezar no significa repetir palabras, sin embargo, la oración vocal es la más segura y siempre es posible ejercerla. Los sentimientos, sin embargo, aunque sean nobles, son siempre inciertos: van y vienen, nos abandonan y regresan. No solo eso, también las gracias de la oración son imprevisibles: en algún momento las consolaciones abundan, pero en los días más oscuros parecen evaporarse del todo. La oración del corazón es misteriosa y en ciertos momentos se ausenta. La oración de los labios, la que se susurra o se recita en coro, sin embargo,está siempre disponible, y es necesaria como el trabajo manual. El Catecismo afirma: «La oración vocal es un elemento indispensable de la vida cristiana. A los discípulos, atraídos por la oración silenciosa de su Maestro, éste les enseña una oración vocal: el “Padre Nuestro”» (n. 2701).

Todos deberíamos tener la humildad de ciertos ancianos que, en la iglesia, quizá porque su oído ya no está bien, recitan a media voz las oraciones que aprendieron de niños, llenando el pasillo de susurros. Esa oración no molesta el silencio, sino que testimonia la fidelidad al deber de la oración, practicada durante toda la vida, sin fallar nunca. Estos orantes de la oración humilde son a menudo los grandes

intercesores de las parroquias: son los robles que cada año extienden sus ramas, para dar sombra al mayor número de personas. Solo Dios sabe cuánto y cuándo su corazón está unido a esas oraciones recitadas: seguramente también estas personas han tenido que afrontar noches y momentos de vacío. Pero a la oración vocal se puede permanecer siempre fiel.

Todos tenemos que aprender de la constancia de ese peregrino ruso, del que habla una célebre obra de espiritualidad, el cual aprendió el arte de la oración repitiendo infinitas veces la misma invocación: “¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de nosotros, pecadores!” (cfr CIC, 2616; 2667). Si llegaran gracias en su vida, si la oración se hace un día suficientemente caliente como para percibir la presencia del Reino aquí en medio de nosotros, si su mirada se transforma hasta a ser como la de un niño, es porque ha insistido en la recitación de una sencilla jaculatoria cristiana. Al final, esta se convierte en parte de su respiración.

Por tanto, no debemos despreciar la oración vocal. Las palabras que pronunciamos nos toman de la mano; en algunos momentos devuelven el sabor, despiertan hasta el corazón más adormecido; despiertan sentimientos de los que habíamos perdido la memoria. Y sobre todo son las únicas, de forma segura, que dirigen a Dios las preguntas que Él quiere escuchar. Jesús no nos ha dejado en la niebla. Nos ha dicho: “¡Vosotros, cuando recéis, decid así!”. Y ha enseñado la oración del Padre Nuestro(cfr Mt6,9).

Oración

Saludo del Papa en español

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy meditamos sobre la oración vocal. La oración es diálogo con Dios, y en el ser humano la  oración  se  hace  palabra,  invocación,  canto,  poesía.  Las  palabras  revelan  lo  que  llevamos  en  el  corazón, nacen de nosotros, pero también nos modelan. Las palabras surgen de los sentimientos y, al mismo tiempo, los forjan.  La Biblia nos instruye para que podamos comprender nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios.  Sabemos  que  nuestro  corazón  no  alberga  únicamente  buenos  sentimientos,  sino  también  sentimientos  malos  y  perniciosos. 

Por  eso,  todo  lo  que  forma  parte  de  nuestra  realidad  humana,  incluso los aspectos más negativos, están incluidos en las Escrituras Sagradas. Esto atestigua que, si frente  a  la  violencia  no  existieran  las  palabras  para  contrarrestar  los  malos  sentimientos,  para  volverlos inofensivos, el mundo estaría hundido en el mal. Guiados por la oración y la Palabra de Dios podemos enfrentar el mal. Es por eso que la Sagrada Escritura nos enseña a rezar con palabras a veces muy atrevidas.  

La  oración  humana  elemental  es  siempre  vocal.  Y  aun  cuando  rezar  no  signifique  repetir sólo palabras, la oración vocal es parte de la oración cristiana. No la podemos despreciar, pensando que  se  trate  sólo  de  una  aburrida  repetición  de  fórmulas.  La  oración  del  corazón  es  misteriosa  y  muchas veces difícil de practicar. En cambio, la oración de los labios es sencilla y siempre a nuestro alcance;  forma  parte  indispensable  de  la  vida  cristiana.  A  los  discípulos,  atraídos  por  la  oración  silenciosa  de  Jesús,  Él  les  enseñó  una  oración  vocal:  el  Padrenuestro,  dirigida  al  Padre  Celestial,  que contiene todas las peticiones que Él quiere escuchar.
***
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Pidamos al Señor Jesús, Palabra hecha carne,  que  nos  enseñe  a  rezar  como  enseñó  a  sus  discípulos,  para  que,  con  la  ayuda  del  Espíritu  Santo,  permanezcamos  fieles  a  la  oración  toda  nuestra  vida,  y  sepamos  hacer  concordar  nuestras  palabras con las intenciones de nuestro corazón. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Oración de alabanza
Oración de alabanza

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