Para el cristiano meditar es ponerse delante del "libro de la Palabra" y "del libro de la vida" Papa: "En el voraz mundo occidental se busca la meditación porque esta representa un alto terraplén contra el estrés cotidiano y el vacío"

meditacion
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“Todos necesitamos meditar, reflexionar, reencontrarnos a nosotros mismos. Es una dinámica humana”

“Meditar es por tanto una necesidad de todos. Meditar es, por así decirlo, es detenerse y tomar un respiro en la vida”

“En el voraz mundo occidental se busca la meditación porque esta representa un alto terraplén contra el estrés cotidiano y el vacío que se esparce por todos lados”

“La oración del cristiano es sobre todo encuentro con el Otro con la O mayúscula”

“El método es un camino, no una meta: cualquier método de oración, si quiere ser cristiano, forma parte de esa sequela Christi que es la esencia de nuestra fe”

En la catequesis de los miércoles, el Papa Francisco abordó el tema de la oración de meditación. Una forma de rezar que, según el Papa, "todos necesitamos", para detenernos y "tomar un respiro en la vida", especialmente "en el voraz mundo occidental", donde "se busca la meditación porque esta representa un alto terraplén contra el estrés cotidiano y el vacío que se esparce por todos lados”. Sin perder de vista que, para el cristiano, la oración "es sobre todo encuentro con el Otro con la O mayúscula”.

Evangelio de Juan: “Pero, el Paráclito El defensor, el Espíritu Santo, que el Padres os enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que Yo les he dicho...Cuando venga el Espíritu de la verdad, los llevará a toda la verdad”.

Oración del Papa

Texto completo de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy hablamos de esa forma de oración que es la meditación. Para un cristiano “meditar” es buscar una síntesis: significa ponerse delante de la gran página de la Revelación para intentar hacerla nuestra, asumiéndola completamente. Y el cristiano, después de haber acogido la Palabra de Dios, no la tiene cerrada dentro de sí, porque esa Palabra debe encontrarse con «otro libro», que el Catecismo llama «el de la vida» (cfr Catecismo dela IglesiaCatólica, 2706). Es lo que intentamos hacer cada vez que meditamos la Palabra.

La práctica de la meditación ha recibido en estos años una gran atención. De esta no hablan solamente los cristianos: existe una práctica meditativa en casi todas las religiones del mundo. Pero se trata de una actividad difundida también entre personas que no tienen una visión religiosa de la vida. Todos necesitamos meditar, reflexionar, reencontrarnos a nosotros mismos. Es una dinámica humana. Sobre todo,en el voraz mundo occidental se busca la meditación porque esta representa un alto terraplén contra el estrés cotidiano y el vacío que se esparce por todos lados. Ahí está, por tanto, la imagen de jóvenes y adultos sentados en recogimiento, en silencio, con los ojos medio cerrados... ¿Qué hacen estas personas? Meditan. Es un fenómeno que hay que mirar con buenos ojos: de hecho nosotros no estamos hechos para correr en continuación, poseemos una vida interior que no puede ser siempre pisoteada. Meditar es por tanto una necesidad de todos. Meditar es, por así decirlo, es detenerse y tomar un respiro en la vida. Detenerse.

El Papa reza el rosario
El Papa reza el rosario

Pero nos damos cuenta que esta palabra, una vez acogida en un contexto cristiano, asume una especificidad que no debe ser cancelada. Meditar es una dimensión humana necesaria. Pero, para ls cristianos, va más allá. La gran puerta a través de la cual pasa la oración de un bautizado –lo recordamos una vez más –es Jesucristo. También la práctica de la meditación sigue este sendero. El cristiano, cuando reza, no aspira a la plena transparencia de sí, no se pone en búsqueda del núcleo más profundo de su yo; la oración del cristiano es sobre todo encuentro con el Otro con la O mayúscula. Si una experiencia de oración nos dona la paz interior, o el dominio de nosotros mismos, o la lucidez sobre el camino que emprender, estos resultados son, por así decir, efectos colaterales de la gracia de la oración cristiana que es el encuentro con Jesús. Meditar es andar al encuentro con Jesús en nuestro interior.

El término “meditación” a lo largo de la historia ha tenido significados diferentes. También dentro del cristianismo se refiere a experiencias espirituales diferentes. Sin embargo, se pueden trazar algunas líneas comunes, y en esto nos ayuda también el Catecismo, que dice así: «Los métodos de meditación son tan diversos como diversos son los maestros espirituales. [...] Pero un método no es más que un guía; lo importante es avanzar, con el Espíritu Santo, por el único camino de la oración: Cristo Jesús» (n. 2707). Meditar con un compañero de camino: el Espíritu Santo. No e sposible la meditaciín cristiana sin el Espíritu Santo. Jesús nos lo había dicho: “Os enviaré el Espíritu Santo, Él os enseñará y os explicará”.

Oración
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Por tanto, son muchos los métodos de meditación cristiana: algunos muy sobrios, otros más articulados; algunos acentúan la dimensión intelectual de la persona, otros más bien la afectiva y emotiva. Todos son importantes y dignos de ser practicados, en cuanto que pueden ayudar a la experiencia de la fe a convertirse en un acto total de la persona: no reza solo la mente del hombre, como no reza solo el sentimiento.

En la antigüedad se solía decir que el órgano de la oración es el corazón, y así explicaban que es todo el hombre, a partir de su centro, que entra en relación con Dios, y no solamente algunas facultades suyas. Por eso se debe recordar siempre que el método es un camino, no una meta: cualquier método de oración, si quiere ser cristiano, forma parte de esa sequela Christi que es la esencia de nuestra fe. Los métodos son caminos, pero no hay que detenerse en el camino, que sólo tiene que llevar a Jesús.

El Catecismo precisa: «La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oración cristiana se aplica preferentemente a meditar “los misterios de Cristo”» (n. 2708).

Esta es por tanto la gracia de la oración cristiana: Cristo no está lejos, sino que está siempre en relación con nosotros. No hay aspecto de su persona divino-humana que no pueda convertirse para nosotros en lugar de salvación y de felicidad. Cada momento de la vida terrena de Jesús, a través de la gracia de la oración, se puede convertir para nosotros en contemporáneo. Gracias al Espíritu Santo, también nosotros estamos presentes en el río Jordán, cuando Jesús se sumerge en él para recibir el bautismo. También nosotros somos comensales de las bodas de Caná, cuando Jesús dona el vino más bueno para la felicidad de los esposos.

Oración
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También nosotros asistimos asombrados a los millones de sanaciones realizadas por el Maestro. Y en la oración somos el leproso purificado, el ciego Bartimeo que recupera la vista, Lázaro que sale del sepulcro... También nosotros somos curados en la oración. La oración nos lleva a revivir los misterios de Cristo y decirle: 'Ten piedad de mí'. No hay página del Evangelio en la que no haya lugar para nosotros. Meditar, para nosotros cristianos, es una forma de encontrar a Jesús. Y así, solo así, reencontrarnos con nosotros mismo. Y esto no es un replegarse sobre nosotros mismos curados y sanados por la gracia de Jesús, salvador de todos y también de mí.

Saludo en español

Queridos hermanos y hermanas: Reflexionamos hoy sobre la meditación como forma de oración. Para los cristianos, meditar significa encontrarse con Cristo, acoger sus palabras y confrontarlas con la propia vida. Hay muchos métodos de meditación cristiana que pueden ayudarnos en el seguimiento del Señor. Algunos de esos métodos acentúan más la dimensión intelectual, otros los afectos y sentimientos. Pero no debemos olvidar que el método es solamente un medio, no una meta, lo importante es que propicie el encuentro con Jesús, y sólo así podremos encontrarnos con nosotros mismos.

La práctica de la meditación está presente en todas las religiones del mundo, e incluso entre personas que no tienen una visión religiosa de la vida. Este es un fenómeno que nos demuestra que todos poseemos una interioridad, que todos necesitamos espacios de silencio para meditar y reflexionar, para conocernos y dar respuesta a nuestros interrogantes más profundos.

La meditación moviliza el pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Eso nos ayuda a profundizar en las convicciones de fe, suscita la conversión de nuestro corazón y nos fortalece para seguir a Cristo. Cada momento de la vida de Jesús, cada página del Evangelio puede ser para nosotros objeto de meditación, lugar de encuentro con el Señor y espacio de felicidad y salvación.

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Pidamos al Señor que nos envíe el Espíritu Santo para poder meditar su Palabra, para hacerla vida en nosotros y así poder anunciarla con alegría a quienes nos rodean. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Oración
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