El prior provincial de la Provincia de San Juan de Sahagún analiza la elección de un papa agustino Domingo Amigo: "San Agustín le diría a su hijo, el Papa León XIV, que trabaje por la unidad en la Iglesia"

"La elección de un papa agustino es una llamada y una responsabilidad para vivir con mayor autenticidad nuestra vocación, manteniéndonos en la actitud de servicio de la Iglesia que siempre ha caracterizado a la Orden; a su vez, es también una invitación a fomentar la unidad y la comunión en Dios, que caracteriza nuestra espiritualidad"
Del nuevo Pontífice, a quien conoce desde que convivieron varios meses en el Colegio Santa Mónica, de Roma, destaca que "es una persona cercana, atenta y servicial; un hombre muy bien preparado y con mucha capacidad de trabajo. Siempre me ha parecido un hermano que sabe escuchar y favorecer el entendimiento; una persona que antes de tomar decisiones realiza un discernimiento serio"
"Me resulta difícil decir algo al Sucesor de Pedro, pues él conoce la realidad eclesial muchísimo mejor que yo. En primer lugar, le manifestaría mi apoyo en la misión que se le ha encomendado y le diría que puede contar con nuestra oración, pues no tiene una misión fácil y tampoco favorecen las circunstancias que vivimos"
"Me resulta difícil decir algo al Sucesor de Pedro, pues él conoce la realidad eclesial muchísimo mejor que yo. En primer lugar, le manifestaría mi apoyo en la misión que se le ha encomendado y le diría que puede contar con nuestra oración, pues no tiene una misión fácil y tampoco favorecen las circunstancias que vivimos"
"Su elección ha supuesto una alegría grande para toda la familia agustiniana", reconoce el P. Domingo Alegre (Madrid, 1959), que ha estado en la misa de inicio de pontificado de quien es su hermano de congregación, León XIV. Y, de hecho, como reconoce en entrevista con Religión Digital el prior provincial de la Provincia agustiniana de San Juan de Sahagún, desde la elección de Robert F. Prevost, el pasado 8 de mayo, ha surgido un gran "interés" por conocer el carisma y la historia de una Orden que se remonta al siglo XIII.
Pero junto con este interés, apunta enseguida quien está al frente de una provincia que abarca cuatro continentes, el tener a un papa agustino "es una llamada y una responsabilidad para vivir con mayor autenticidad nuestra vocación, manteniéndonos en la actitud de servicio de la Iglesia que siempre ha caracterizado a la Orden".
Del nuevo Pontífice, a quien conoce desde que convivieron varios meses en el Colegio Santa Mónica, de Roma, destaca que "es una persona cercana, atenta y servicial; un hombre muy bien preparado y con mucha capacidad de trabajo. Siempre me ha parecido un hermano que sabe escuchar y favorecer el entendimiento; una persona que antes de tomar decisiones realiza un discernimiento serio".
"Un hijo de San Agustín". Así se presentó al mundo el pasado 8 de mayo León XIV. ¿Qué cree que le diría ese padre a ese hijo?
Creo que podría decirle muchas cosas, pero no es fácil interpretar qué le diría san Agustín. Quizás le dijera que proclame el evangelio y que, con la gracia divina, se esfuerce en vivir lo que proclama; posiblemente también le dijera, entre otras cosas, que busque siempre la comunión entre todos los cristianos y que trabaje por la unidad en la Iglesia.
¿Y qué le diría un hermano agustino a quien ahora se ha convertido en el Sucesor de Pedro?
Me resulta difícil decir algo al Sucesor de Pedro, pues él conoce la realidad eclesial muchísimo mejor que yo. En primer lugar, le manifestaría mi apoyo en la misión que se le ha encomendado y le diría que puede contar con nuestra oración, pues no tiene una misión fácil y tampoco favorecen las circunstancias que vivimos. Le animaría a promover la comunión en la Iglesia y, siguiendo lo que ha manifestado, a trabajar en favor de la paz, tendiendo puentes y promoviendo el diálogo entre las personas.

¿Se le había pasado por la cabeza en algún momento que el agustino Robert Francis Prevost acabase siendo el papa?
Si me hubiera hecho esta pregunta hace dos años, le habría dicho que no. Una vez que fue creado cardenal, era posible, aunque poco probable entonces. Cuando comenzó el cónclave se hablaba algo de él, aunque tampoco era el cardenal que veía con mayores posibilidades. En los últimos días su nombre se oía más y pensé que podía llegar a ser elegido, aunque seguía viendo más fácil que fuera elegido otro cardenal. Su elección ha supuesto una alegría grande para para toda la familia agustiniana.
¿Lo conoce personalmente? ¿Qué es lo que más le llama la atención del hermano Robert?
Le conozco desde hace años. Coincidimos unos meses viviendo en el Colegio Santa Mónica, en Roma, hasta que defendió la tesis doctoral y regresó a su provincia. Posteriormente he tenido bastante relación con él cuando fue prior general de la Orden durante doce años, pues durante ocho de esos años he sido provincial de la provincia de España. Hemos coincidido en capítulos generales, capítulos provinciales, reuniones en Europa y en América Latina, visitas de renovación a España y en otras celebraciones.
Es una persona cercana, atenta y servicial; un hombre muy bien preparado y con mucha capacidad de trabajo. Siempre me ha parecido un hermano que sabe escuchar y favorecer el entendimiento; una persona que antes de tomar decisiones realiza un discernimiento serio.
Además de su preparación y capacidad de trabajo, me ha llamado la atención su buena integración en las comunidades cuando venía de visita, participando en la vida de la comunidad y favoreciendo el encuentro. Por otra parte, mostraba gran disponibilidad cuando se reclamaba su presencia en acontecimientos significativos de la Orden celebrados en las provincias o en las casas.

Dos papas y dos religiosos, un jesuita y un agustino. Ya no se puede hablar de excepción en el ministerio petrino. ¿Qué cree que nos está diciendo esto?
Lo primero que se puede decir es que, actualmente, hay más cardenales religiosos que hace años y, en consecuencia, son más conocidos. No creo que sea apropiado poner en contraposición a los que pertenecen a congregaciones religiosas y a los que no pertenecen. Me parece que en las últimas elecciones papales han tenido mucho peso las reuniones que han celebrado los cardenales antes del cónclave, donde han examinado la situación de la Iglesia, sus necesidades, y han buscado el perfil que han considerado más adecuado para responder a los retos de la Iglesia en la actualidad, se trate de un cardenal religioso o no.
¿Tiene algo que ver la tradicional forma de gobierno, más deliberativa, de la vida religiosa, en un momento en que, durante el pontificado anterior, se había apostado por empezar a recorrer el camino de la sinodalidad?
Creo que el estilo de muchas órdenes religiosas puede ayudar en el camino de la sinodalidad, pues están acostumbradas a estudiar y tomar decisiones vinculantes en los capítulos generales o provinciales, fomentando la búsqueda y el discernimiento común, así como la misión compartida. Sin embargo, la sinodalidad es una característica de la Iglesia que no se sitúa solo en el ámbito de la vida religiosa. Creo que fomentarla es caminar desarrollando la eclesiología del Concilio Vaticano II.
¿Qué repercusión tiene para el conjunto de la vida religiosa el hecho de que los dos últimos pontífices sean miembros de dos de las grandes órdenes religiosas?
Para la vida religiosa es una alegría y un estímulo muy grande que nos invita a caminar en dinámica de renovación continua y de autenticidad a nuestra vocación. La vida religiosa quiere profundizar la consagración bautismal dentro de la Iglesia. Es una vocación a la que Dios llama a algunos cristianos para vivir un estilo de vida que proclama los valores del Reino y que está al servicio de la Iglesia.
¿Cómo cree que afectará a la Orden de San Agustín que un agustino sea ahora el papa de la Iglesia?
Ya nos está afectando en lo que supone el conocimiento de la Orden. Durante estos días han sido continuas las llamadas y entrevistas para preguntar por el papa, por la espiritualidad y actividades de la Orden y por la presencia de los agustinos en España y en el mundo. Este interés también ha surgido en muchas naciones donde está presente la Orden. Sin duda, habrá mayor conocimiento de los agustinos. A su vez, la elección de un papa agustino es una llamada y una responsabilidad para vivir con mayor autenticidad nuestra vocación, manteniéndonos en la actitud de servicio de la Iglesia que siempre ha caracterizado a la Orden; a su vez, es también una invitación a fomentar la unidad y la comunión en Dios, que caracteriza nuestra espiritualidad.

¿En qué situación -vocacionalmente hablando- está la orden en el mundo y en España?
La situación es distinta según naciones y continentes. Donde más crece la Orden en la actualidad es en Asia, África y algunas naciones de América Latina. Han surgido dos provincias en Filipinas, otras dos en Brasil y otra en Nigeria. Es probable también que el próximo Capítulo General, que se celebrará durante el mes de septiembre, apruebe una nueva provincia en Panamá.
En Europa, la situación es más difícil. Hay algunas vocaciones, pero en un número más reducido. En España se está realizando un intenso trabajo en el campo vocacional promovido por el Equipo Provincial de Vocaciones; en este trabajo también colaboran los responsables de vocaciones de comunidades, parroquias, colegios y de otras actividades.
Si, como todo parece indicar, León XIV aplicara postulados agustinianos a la forma de gobierno de la Iglesia, ¿a qué nos debemos ir acostumbrando?
No me atrevo a decir que León XIV aplique postulados agustinianos, pues la Iglesia es muy amplia y diversa. Creo que serán postulados eclesiales, en los que se pueden inscribir algunos rasgos que también son agustinianos y pueden ayudar para avanzar en el camino de la sinodalidad.
En la Orden agustiniana damos mucha importancia a la búsqueda común, al diálogo y a la toma de decisiones en los capítulos. La comunión y la misión compartida también resultan muy importantes para nosotros. En esto encuentro convergencias con el camino de la sinodalidad, que es mucho más amplio, pues no se circunscribe a los religiosos y laicos de una familia religiosa. El camino de la sinodalidad nos invita a todos a abrir nuestro horizonte y hacer un ejercicio de discernimiento, de comunión y de misión mucho más amplio.
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