'Reflexiones sobre la cuestión antisemita' de Delphine Horvilleur La rabina y el antisemitismo (I)

Delphine Horvilleur
Delphine Horvilleur

"El pretexto para este artículo es la reciente publicación en España del libro de la rabina Delphine Horvilleur, titulado Reflexiones sobre la cuestión antisemita"

"Y la península ibérica, en la lengua hebrea, pasó a llamarse Sefarad, surgiendo los judíos sefarditas de la diáspora, tan importantes, antes, ahora y siempre, para España y para muchos españoles"

"Una cosa es un nuevo tiempo para la Iglesia en su relación con el Judaísmo, frente al terrible y viejo antisemitismo cristiano, y otra muy diferente es tratar de ocultar que el Judaísmo y el Cristianismo son religiones diferentes, llevando una el nombre (Cristo) de lo que la otra niega"

I.- Introducción:

El antisemitismo, por unas cosas o las contrarias, siempre está de actualidad. Hoy, día ocho de febrero de 2023, comenzando a redactar este artículo, leo en prensa digital acusaciones de “antisemitismo” contra la Universidad Complutense de Madrid. El pretexto para este artículo es la reciente publicación en España del libro de la rabina Delphine Horvilleur, titulado Reflexiones sobre la cuestión antisemita. Y ya en este comienzo, se debería hacer una precisión terminológica, pues muchas dudas se plantean sobre los llamados antijudaísmo y antisemitismo. 

Pierre-André Taguieff en su libro La Judeofobia de los Modernos (Ed. Odile Jacob, 2008) reserva la palabra “antisemitismo”, en stricto sensu, para incluir la judeofobia, en la segunda mitad del siglo XIX, dentro de las doctrinas raciales, fundadas en la oposición entre Arios/Semitas, y habiendo sido el antisemitismo genocida del régimen hitleriano la forma más extrema. O sea, antisemitismo según Taguieff, en cuanto vertiente racial de una forma de la judeofobia, y que ese stricto sensu reduce el ámbito  del antisemitismo.   Reitero que el asunto es complicado.

Libro Delphine

II.- Lo de Isabel La Católica:

Fue en el anterior artículo, aquí publicado el 28 del pasado mes de enero, titulado Monjas en Donostia, donde se hizo una breve introducción acerca del propósito del señor Arzobispo de Valladolid de relanzar los trabajos de la Comisión para la Causa de Beatificación de Isabel La Católica. Y sobre lo judío también escribimos con ocasión del aniversario de la muerte del cardenal Lustiger, judío y católico, 2ª Parte, aquí publicada el 30 de agosto de 2022. “Me siento muy judío” llegó a decir el llamado Cardenal judío.  

Por el empeño de hacer santa a Isabel Iª, junto a otros semejantes e imposibles, a la Excelencia Reverendísima indicada, también pastor, ya se le apoda el “Monte de Piedad”, grande por monte (aunque no mágico que es siempre la femenina montaña) e inmenso por sentimiento misericordioso, siempre, peligrosamente, muy “sobrado”. Y todo ello me sorprende, pues como escribiera Raúl del Pozo el 1 de marzo de 2002, “la púrpura atrae la polilla”, y el tal alto clérigo no es cardenal (¿Lo llegará a ser?). 

Lo poco que sé -lo reconozco- sobre el Edicto de expulsión (1492) de los judíos de Castilla y Aragón durante el reinado de los llamados “Reyes Católicos”, lo aprendí en el Diccionario de Historia de España (Alianza Diccionarios, 2ª edición de 1981, reimpresa en 1986) y también lo aprendí en los libros del sabio Don Américo Castro, en reediciones de Trotta. Por aquel Diccionario supe que los judíos (causa del Edicto) tuvieron un plazo de tres meses para salir de España, si bien el Inquisidor General, el sanguíneo Torquemada, publicó un nuevo Edicto por el que se concedía a los judíos una breve prórroga de nueve días para salir de España, salvo bautismo o abandono de la religión judía.

Sefarad

Y la península ibérica, en la lengua hebrea, pasó a llamarse Sefarad, surgiendo los judíos sefarditas de la diáspora, tan importantes, antes, ahora y siempre, para España y para muchos españoles. Muchos judíos tienen aún presente al sabio Isaac Abravanel (1437-1508), recientemente estudiado por Jean-Christophe Attias, el cual, Abravanel, sobre el modo del Exilio (expulsión de los judíos de la tierra prometida española y el modo de su Éxodo, dijo que el esposo de la Reina Católica, el Fernando, hizo el papel de un Nabucodonosor babilónico. Salida de España que fue anticipo a finales del siglo XV de la Shoah, que fue en el siglo XX.  

Es ya muy sabido que la Declaración del Concilio Vaticano II, Nostra Aetate (28 de octubre de 1965), hizo “cambiar el paso”, con radicalidad, a la Iglesia Católica, y ello desde un bélico antijudaísmo, o mejor, desde una tradición de antijudaísmo cristiano, hasta las declaraciones contemporáneas sobre la “cercanía” de la Iglesia al pueblo judío, calificándose a los judíos de hermanos predilectos, también mayores, lo que nada gustó a los mismos judíos. Pocas esperanzas deberían tenerse ahora sobre la beatificación de una reina (Isabel), católica y antisemita. En el Vaticano esto lo tienen muy claro, pues a allí llegan las advertencias de poderosas terminales judías. 

III.- Después de Nostra Aetate: 

La importancia de la Declaración vaticana está ahí, no importando su brevedad ni que no apareciera en los esquemas preparatorios del Concilio.

Esa conversión tan radical tuvo múltiples consecuencias, entre ellas la constitución de los Centros de Estudios Judeo-cristianos, muchos de ellos erigidos con carácter diocesano, tal como ocurrió en España en el año 1972, por iniciativa del Cardenal Tarancón, con el llamado “Centro de Estudios Judeo-cristianos de la Archidiócesis de Madrid, que en 2005, con ocasión del “Dialogo entre judíos y cristianos”, celebrando el 40 aniversario de Nostra Aetate, publicó un interesante libro, titulado Catolicismo y Judaísmo, que es un “corpus documental” (según el Cardenal Rouco), importante en las relaciones interreligiosas entre católicos y judíos, no recogiéndose, naturalmente, acontecimientos y documentos posteriores muy importantes, desde 2005 a hoy. Y muy interesante fue la celebración el pasado año (2022) del 50 aniversario del Centro de Estudios Judeo-Cristianos de la Archidiócesis de Madrid.

Centro de estudios judeocristiano

En el Documento de la Comisión para las Relaciones con el Judaísmo, de 21 de diciembre de 1974, firmado por el Cardenal Willebrands, se indica que el Santo Padre, con fecha 22 de octubre de 1974, constituyó, aneja al Secretariado para la Unión de los Cristianos, una Comisión Especial para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo. Se trató de un organismo distinto, pero vinculado al Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, deseando la Santa Sede, como consta en el Documento, “incrementar la colaboración entre católicos y judíos para poner en práctica de manera efectiva y justa las orientaciones del Concilio”. 

El Papa San Juan Pablo II, en la Constitución Apostólica Pastor Bonus (1988), en el artículo 138, dentro del Pontificio Consejo para el Fomento de la Unidad de los Cristianos, dispuso: “En el Consejo está establecida la Comisión para estudiar y tratar lo que se refiere, bajo el punto de vista religioso, a los Judíos la dirige el Presidente del Consejo”. Y en el artículo 162, dentro del Pontificio Consejo para el Diálogo entre las Religiones, en referencia a los musulmanes, hay idéntica redacción a la del artículo 138. Y llamativo fue lo de “bajo el punto de vista religioso”. 

En la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium (2022), en el artículo 146, dentro del llamado ahora Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, se dispone: “Para hacer avanzar la relación entre católicos y judíos se crea en el Dicasterio la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo. Está dirigido por el Prefecto”. Y en el siguiente artículo, ya dentro del Dicasterio para el Diálogo interreligioso, reitera, sobre el Judaísmo, la competencia del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Por la radicalidad y fervor que siempre existen en cualquier proceso de conversión, incluso tan positivos como es el paso del contra/judaísmo al pro/judaísmo en la Iglesia católica, se puede entender que el Judaísmo se incluya entre lo cristiano. 

Catolicismo y judaísmo
Catolicismo y judaísmo

Es de riesgo tratar de certezas y de verdades, precisamente, entre las religiones (en lo religioso lo contrario a la verdad no es la mentira), pudiendo, que ya es mucho aceptar, considerar verdad lo que se dice en el Catecismo, para el acercamiento entre católicos y judíos, en los números 839 y 840: “A diferencia de otras religiones no cristianas, la fe judía ya es una respuesta a la revelación de Dios”, y pudiera también serlo la diferencia y similitud entre el pueblo de Dios de la Antigua Alianza y el Nuevo cristiano, pueblo de Dios. Y la profunda hermenéutica, desde lo textual a lo contextual, aclararía mucho, lo que es complicado. Y una cosa es lo verdadero y otra lo deseable. 

Una cosa es un nuevo tiempo para la Iglesia en su relación con el Judaísmo, frente al terrible y viejo antisemitismo cristiano, y otra muy diferente es tratar de ocultar que el Judaísmo y el Cristianismo son religiones diferentes, llevando una el nombre (Cristo) de lo que la otra niega y de manera radical, que es a Cristo mismo, que, para los judíos, es un judío; procede, pues, del Judaísmo, pero de ninguna manera es un Hijo de Dios. Para los judíos ni Cristo es Hijo de Dios ni Mesías ni la Thorá habla de la vida después de la muerte ni los rabinos son clérigos ni el concepto teológico de ”gracia” existe. La Religión judía es también étnica, nacional e identitaria. 

Y los Papas en su exclusiva competencia organizativa sobre la Administración pontificia, la Curia Romana, pueden hacer, ad intra, normas a su voluntad, pero sin repercusión ad extra, intrascendentes, pues la fe judía siempre será otra Religión, y pretender pasar de la separación de antes (antijudaísmo cristiano) a una unión de ahora, de lo cristiano y judío, pudiera incurrir en un mismo pecado: antijudaísmo. Y no se puede omitir lo que dice el Catecismo: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”. Por todo ello, y comprendiendo las lecciones de la Historia, una vez más manifiesto el rechazo al artículo 146 de la Constitución Apostólica del Papa Francisco sobre la Curia Romana. 

Libro Delphine

IV.- La rabina Delphine Horvilleur:

Es rabina, especialista en estudios rabínicos, lectora, pensadora y dedicada a la reflexión sobre textos y textos, su interpretación, tanto de la Thorá (Pentateuco) como del Talmud (Estudio). El rabino Michaël Azoulay escribió sobre el papel preponderante del Talmud, que precisa de una seguida deducción lógica y que se distingue por su anti/dogmatismo. Horvilleur jamás nombra a Dios, pues es inefable, y vestida con ocasión de su peculiar oficio con túnica blanca sin ser clerical, igual que iba vestido el Gran Sacerdote cuando oficiaba en el Templo de Jerusalén hace más de dos mil años. Delphine es autora de Reflexiones sobre la cuestión semita, libro publicado en Francia en el año 2019 y publicado ahora en España (2022) y de Vivir con nuestros muertos (2021). Lo última de esta rabina es un pequeño libro, editado por Grasset en septiembre de 2022, titulado  Il n'y a pas de Ajar, que es un monólogo contra la identidad.

En el artículo al principio indicado de Monjas en Donostia, aparece una fotografía del libro Reflexiones sobre la cuestión antisemita, que será objeto de nuestro comentario en la siguiente parte, libro de pocas páginas, unas 125, conteniendo una introducción y cinco capítulos. Es preciso tener en cuenta que, de la misma manera que en un debate acerca de Dios, es necesaria la concurrencia de las tesis de los teistas y de los ateos, en un análisis y debate sobre el antijudaísmo, supone un análisis y debate sobre el judaísmo mismo, lo cual da idea de la complejidad del asunto. El pequeño libro de Horvilleur es un libro complicado, y que nos habrá de llevar al pensamiento de otros autores que meditaron y trataron sobre el antisemitismo, caso de Steiner, y antes de otros, como Poliakof.

Continuará.

Isabel La Católica

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