El Divino Salvador, pan del cielo y vida para el mundo

18º domingo ordinario - B - Jn 6,24-35    4 de agosto   2024

Monseñor. Romero llama a este sermón “El Divino Salvador, pan del cielo y vida para el mundo”. Tomamos dos citas de este sermón[1].

  “Junto a estas hambres políticas, sociales, familiares, junten cada uno de ustedes, queridos hermanos, sus propias angustias y verán cómo es verdad que el hambre es el signo de todas las miserias, de todas las  represiones, de todas las formas de no estar a gusto.  El hambre es como la síntesis.  Por eso el Señor la escogió para saciarla como signo de algo más grande. Porque el pan es el signo de la liberación.  Pero hay dos maneras de entender la liberación: la liberación temporalista, el pan que llena el estómago y sacia inmediatamente el hambre, y la liberación integral, aquella que, aun cuando se tiene bastante pan, no basta porque todavía no se es libre”.

“Cristo analiza ese pan, y, como la Iglesia lo ha dicho entre nosotros, no bastan los pliegos de peticiones ni los contratos ni las reivindicaciones de cosas solamente terrenales: todo eso es bueno, pero no basta.  Cristo dice: “No trabajen solo por el pan que perece”. No trabajen solo por reivindicaciones que hoy son y que mañana solo pueden dar vuelas; y los que ahora sufren la represión, la persecución, mañana, si no cambian sus corazones y sus mentes, pueden ser los opresores y los represores de otros tiempos.  Es necesario, entonces, encontrar el verdadero sentido que Cristo le da al símbolo del pan.”  

Hambre y pan. Son la dura realidad de millones de personas. Aparecen con frecuencia en la Biblia. Y están fundamentalmente conectados como opuestos.

Monseñor. Romero nos ayuda a no leer las historias del Evangelio sobre el hambre de miles de personas y el reparto del pan como periodismo o escritura de historia.

HAMBRE: Se trata principalmente de señalar una de las heridas abiertas más profundas y dolorosas de la historia de la humanidad, incluso hoy en día, cuando tenemos todos los medios a nuestra disposición para erradicar el hambre del mundo. Unos 783 millones de personas sufren hoy hambre en el mundo o casi el 10% de la población mundial: desnutrición, enfermedades, inanición, muerte. El Arzobispo amplía el poderoso símbolo del HAMBRE a otras necesidades y sufrimientos fundamentales: “el hambre política, social y familiar”, junto con nuestros “miedos” personales. “El hambre es el signo de toda miseria, de toda represión, de toda forma de malestar”. Las historias del Evangelio que hablan de la gran multitud que tenía hambre se refieren, por tanto, a ese HAMBRE multidimensional en la historia humana, en el mundo, en nuestro propio país, en nuestras propias vidas.

PAN: Se trata principalmente de alimentación (suficiente, sana y equilibrada). Eso satisface la primera dimensión del hambre. En nuestra historia actual es indignante y exasperante que cada día se destruyan y boten toneladas de alimentos, nuestros gobiernos tengan miles de millones de dólares para las industrias militares y de guerra mientras 1 de cada 10 personas pasa hambre. La falta de ese pan básico es un escándalo de nuestra civilización global. Pero Mons. Romero también nos lleva a las otras dimensiones del PAN: “Porque el pan es signo de liberación”. En él abre dos dimensiones. El pan como signo de liberación de toda forma de injusticia, explotación, violencia, exclusión, violación de los derechos humanos. El Arzobispo subraya a menudo la importancia de que las personas tomen conciencia de las causas de su sufrimiento, se organicen y luchen por la justicia en todos los ámbitos. Pero también nos recuerda un peligro latente: “los que ahora sufren la represión, la persecución, mañana, pueden ser los opresores y los represores de otros tiempos.  ”. La historia (incluida la historia actual) muestra suficientemente cómo los líderes de las revoluciones después de un tiempo se convierten en nuevos opresores de su propio pueblo.

Por eso el “Pan” tiene también una segunda dimensión: “y la liberación integral, aquella que, aun cuando se tiene bastante pan, no basta porque todavía no se es libre”. Se trata de “cambiar de corazón y de mente” y convertirnos en personas libres y preparadas para el servicio radical, para partir y compartir. La vida de Jesús, y de quienes lo han seguido en radicalidad, se convierte entonces en el camino hacia esa liberación integral, hacia la libertad real de romper y compartir.

Es necesario, por tanto, encontrar el verdadero significado que Cristo da al símbolo del pan”. Él mismo se convierte entonces en el PAN vital en el camino del Reino de Dios. Él es el Pan. Él es el Camino. Podemos confiar en eso. Creer entonces se convierte en arriesgarse en ese camino de partir y compartir. Hay muchas posibilidades de que en medio de este mundo de "hambre" (en todos los sentidos) usted también sea destrozado por aquellos que acumulan poder, influencia y riqueza.

Y, sin embargo, los cristianos confían en que el camino de ese Pan prevalecerá sobre todas las formas de Hambre, incluida la última, la muerte. Por eso los cristianos celebran la fiesta del Divino Salvador. En El Salvador esto sucede el 6 de agosto, fiesta patronal de la capital San Salvador y del país.

Preguntas para la reflexión y la acción personal y comunitaria.

  1. ¿Tenemos amigos entre personas que pasan hambre (en el sentido estricto de la palabra)? ¿Qué significa eso?
  2. ¿Cómo estamos conectados con las personas que pasan hambre (en el sentido más amplio de la palabra)? ¿Qué podemos aprender de ellos?
  3. ¿De qué manera somos “pan” para otras personas, cercanas y lejanas? ¿Cómo estamos conectados con el Crucificado Resucitado en esto? ¿Cómo podemos crecer en esto?

[1] Homilía en la liturgia del 18de domingo ordinario – B, 5 de agosto 1979.   Homilías. Monseñor Oscar Romero,  Tomo V, Ciclo B, UCA Editores, San Salvador, 2008,  p. 176 y 178.

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