La Iglesia ofrece los principios de la verdadera libertad.

“La Iglesia no predica ningún sistema concreto.  La Iglesia no ofrece ningún método; pero la Iglesia ofrece los principios de la verdadera libertad: creer en el Dios liberador.  Y de allí surgirá para cada hombre su propia opción libre.  Todo hombre es libre para optar por el camino político con el cuál él quiere ayudar a la patria, tiene derecho a organizarse con otros que piensen como él los caminos de la verdadera liberación. Lo que Dios da, pues, es una fe profunda en el corazón y hacer sentir al hombre que no hay callejón sin salida; que la patria, por más oscura que se vuelva su historia, si llega a iluminarse en la conciencia de los hombres la fe, que es iniciativa de Dios, también en el hombre surgirán iniciativas divinas que salven a la patria. Por eso, lo primero que yo le pido al Señor -y que todos ustedes pidan en estos días del Salvador del  Mundo-es que nuestro pueblo tenga fe. La fe que es un don de Dios. “

Monseñor Romero sufrió ataques desde muchos  lados acusándole de hacer política, de ser comunista, de apoyar la subversión en el país, de ser un traidor de la Iglesia, de dividir al episcopado y a la iglesia, de buscar protagonismo personal, ….Hubo críticas desde sectores oligárquicos, militares, gubernamentales y desde organizaciones populares. cada vez cuando denunciaba el servicio a los ídolos (de poder y riqueza, de revoluciones meramente terrenales, de ideologización de la lucha popular,..).  Pero no menos intenso (y doloroso) era el rechazo (público) de parte de otros obispos y de la mayoría de la conferencia episcopal.  Hubo algún obispo que bendecía las armas que los USA entregaban al ejército, otro que denunciaba públicamente a sacerdotes cercanos a la realidad de las y los pobres.    Después de su asesinato grandes sectores populares y eclesiales en América Latina lo declararon santo: San Romero de América. La Iglesia anglicana lo reconoció entre los santos del siglo XX.  La canonización oficial de San Oscar Arnulfo Romero, obispo y mártir, de parte de la Iglesia Católica, fue el reconocimiento oficial de la santidad de su mensaje, su episcopado, su pastoral, su voz profética, su compromiso con los pobres y con el Dios de Jesús.

Es importante recordar lo anterior, porque la Iglesia sigue siendo dividida en varios países centro y latinoamericanos.  Cada sector (social, económico, político) desea que los obispos apoyen sus planteamientos y sus interpretaciones de la realidad.  La polarización eclesial es quizás más fuerte en Nicaragua (donde en pleno siglo XXI se encarcela a un obispo, se le quita la nacionalidad y se expulsa a sacerdotes y religiosas nacionales y extranjeros) y en El Salvador donde vivimos tiempos explosivos de mucha tensión política y social.   No es de extrañar que también la Iglesia y las iglesias estén divididas.  ¿Pero significa esto que cualquier lectura, cualquier interpretación, cualquier toma de posición y cualquier acción sea justificada?  No.  Monseñor Romero nos ayuda a reflexionar.

En primer lugar repite que la Iglesia no es un instrumento de gobernanza, ni ofrece métodos concretos para decisiones políticas.  No hay que esperar de la Iglesia lo que no es y lo que no quiere ni debe ser.  Mons. Romero confiesa que su oración diaria es que su pueblo tenga fe, que crea en el Dios liberador.  No se trata de los dioses del poder o de la riqueza, ni de los dioses que hablan a través de gobernantes políticos o militares.   Se trata del Dios de Abrahán y Sara. Moisés, Aarón y Miriam, de los profetas del A.T y se trata sobre todo del Dios que se hizo presente en Jesús de Nazaret.   En otra oportunidad hemos mencionado que ningún político, ningún gobierno, ningún miembro de familias que adoran el becerro de sus riquezas, tiene autoridad para interpretar, comprender y actualizar el mensaje de los textos bíblicos. 

El Dios de la liberación siempre hablará desde abajo, desde marginados y excluidos, desde explotados y oprimidos.   Monseñor concretiza: “Lo que Dios da, pues, es una fe profunda en el corazón y hacer sentir al hombre que no hay callejón sin salida; que la patria, por más oscura que se vuelva su historia, si llega a iluminarse en la conciencia de los hombres la fe, que es iniciativa de Dios, también en el hombre surgirán iniciativas divinas que salven a la patria.”  El punto clave es que esa fe – don del Dios liberador – se inserte profundamente en el corazón y llegue a iluminar su conciencia.   Quienes han logrado conseguir riquezas y poderes políticos, muy fácilmente dejan atrofiar su conciencia para dejarse llevar por la ansiedad de conservar y aumentar su riqueza y su poder, cueste lo que cueste. Otros se ensordecen ante la voz de la conciencia porque permiten que el bombardeo ideológico (partidario) se impone.  Mons. Romero está convencido que el Dios Liberador nos habla, a todo el pueblo, en la conciencia de cada creyente.  Una primera palabra divina es: “no hay callejón sin salida para la patria, por más oscura que se vuelva su historia.”   Es una palabra de esperanza contra toda lectura fatalista que repite (no hay remedio, estamos perdidos) y contra todo intento para declarar la realidad actual como el paraíso (lo mejor de lo mejor).  Al mismo tiempo confía que cuando se escucha esa voz de Dios en la conciencia, “de allí surgirá para cada hombre – y cada mujer -  su propia opción libre. Cada hombre y cada mujer es libre para optar por el camino político con el cuál él quiere ayudar a la patria, tiene derecho a organizarse con otros que piensen como él los caminos de la verdadera liberación. Cuando se escucha de verdad la voz de la conciencia, - ahí donde Dios nos habla -, allí “surgirán iniciativas divinas que salven a la patria”.  No es el papel de la Iglesia como tal diseñar los caminos políticos a andar.   Por supuesto sí es responsabilidad de cristianos/as con responsabilidad económica y política de aportar como profesionales para salvar la patria.  El pueblo cristiano tendrá su misión controlador desde abajo, desde los hechos, y a la vez su misión de hacer propuestas a partir de sus necesidades.  Cuando las y los creyentes escuchan la voz de Dios en su conciencia y la comparten en comunidad (Iglesia) lograrán ser fermento (del Reino) en los diferentes sectores organizados.

Así entendemos esa frase de Monseñor Romero que la Iglesia ofrece los principios de la verdadera libertad, el fundamento para cambios verdaderos en la dirección del Reino de Dios: creer en el Dios Libertador que desde las y los excluidos habla en la conciencia y motiva para construir creativamente alternativas de promoción y liberación integral para todos y todas.  La evangelización permanente, el dar a conocer (en palabras y en hechos) a ese Dios, humanizado en Jesús, su vida, muerte y resurrección, va a ser la misión prioritaria.   Siempre necesitaremos conversión de la influencia de los ídolos hacia el Dios Liberador.  Además de ese esfuerzo sigamos también a Monseñor orando para que nuestro pueblo tenga fe en ese Dios. No tengamos miedo

Reflexión para domingo 9 de julio de 2023.    Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  durante la eucaristía del 14 domingo ordinario, ciclo A , del  9 de julio de 1978.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo III,  Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p. 83 y 84.

Volver arriba