Alaba, Sión, al Señor

Lauda Sion, Correa de Arauxo

¡Feliz martes! La obra que te traigo hoy es una verdadera delicia, a pesar de lo pequeña que es. Se trata de música muy nuestra, con un sabor ibérico muy genuino y ello, entre otras cosas, porque ha salido de la mano de uno de nuestros grandes maestros, que incluso se le ha llegado a llamar el Bach español. ¡Algo tendrá el agua cuando la bendicen, ¿no?! Vamos a comprobarlo con esta maravilla que seguro escuchas más veces.

Tumba de Correa de Arauxo

Me refiero a Francisco Correa de Arauxo (1584-1654), compositor español nacido en Sevilla. Fue un extraordinario organista y teórico. Estudió con Diego del Castillo y Francisco de Peraza y con ellos forjó su característico estilo. En 1599 fue nombrado organista de El Salvador de la capital hispalense pero no ocupó el cargo hasta seis años más tarde. Fue ordenado sacerdote y es posible que en torno a 1630 fuese nombrado capellán del Convento de la Encarnación de Madrid. Fue nombrado organista en Jaén y luego trabajó para la catedral de Segovia, donde permaneció hasta su muerte. Su obra se conserva en su «Libro de tientos y discursos de música practica, y theorica de organo intitulado Facultad organica» y lo muestran como uno de los compositores más importante del barroco. Las obras están ordenadas por (cinco) grados de dificultad, requiriendo las últimas una técnica muy sólida. La colección no solo contiene música sino una gran cantidad de conceptos teóricos que también colocan al maestro como un gran tratadista.

Disfrutemos de su himno Lauda Sion Salvatorem. La prosa es propia para ser cantada el día del Corpus Christi. No requiere de grandes facultadas técnicas y da la impresión de que fue compuesta para acompañar y alternar con el coro en el momento que era cantada. Por supuesto, esta composición aparece en su «Facultad orgánica» (1626) anteriormente citada y lo característico aquí es que el maestro usa una melodía que no es la gregoriana habitual sino probablemente alguna versión hispánica que se interpretaría en nuestros templos por esa época. Un verdadero bombón.

La interpretación es de Francis Chapelet al órgano de la localidad ciudadrealeña de Torre de Juan Abad. Como curiosidad, el cambio de los registros, que parece algo automático, lo realiza el organista mediante unas rodilleras.

Volver arriba