¡Feliz domingo! De nuevo vamos a disfrutar tranquilamente de otras de esas joyas inmortales que Bach los legó. Estos conciertos que estamos escuchando fueron una recopilación que hizo el maestro para un posible mecenas pero este los arrinconó en una biblioteca sin ni siquiera darle las gracias.

Antes, vamos con la biografía de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. Que Bach era adorado y admirado por muchos de los habitantes de Leipzig es algo obvio. Muchos seguramente se emocionarían con su música pero muy pocos eran capaces de comprenderla, siendo estos principalmente intérpretes que se enfrentaban a ella; también otros eruditos que querían hacer carrera musical. Muchos recibían clases privadas de Bach y seguro que pagarían para ser incluidos en algunos de los conjuntos en los que él jugaba algún papel en Leipzig. También contaba con un suministro de estudiantes de la universidad que también querían recibir su instrucción privada. Bach siempre se aproximaba a la música desde un punto de vista práctico y así se lo hacía ver a sus discípulos.

Disfrutemos de su Concierto de Brandeburgo n.º 4 en sol mayor, BWV 1049. La instrumentación de este concierto es curiosa, formada por un violín y dos fiauti d'echo, que no se sabe a ciencia cierta qué son por lo que en la actualidad se sustituyen por dos flautas dulces. El conjunto orquestal es, como siempre, el formado por todas las cuerdas. Es único en su especie puesto que los instrumentos solistas tocan en todos los movimientos. El primero, Allegro, tiene forma ABA con un ritornelo, que se escucha de diversas formas y en los distintos instrumentos solistas. El segundo tiene ritmo de sarabanda, con el ripieno adquiriendo un papel secundario. El Presto final, está lleno de ritmo y puede considerarse como una de las fugas más conseguidas de entre todas sus composiciones.

La partitura de la obra puede descargarse aquí.

La interpretación es de Netherlands Bach Society dirigida por Shunske Sato, que también toca el violín.