Bach, coral BWV 667



¡Feliz domingo! Si ayer, como todos los sábados, te ofrecía música mariana, hoy, como todos los domingos, te traigo música bachiana. Tiene siempre ese sello característico que nos hace que nuestra mirada se dirija al interior. Las obras de Bach siempre son interpelantes y siempre obtenemos algo nuevo de ellas porque podemos estar continuamente escuchándolas con oídos nuevos, de forma que casi siempre nos parecen obras nuevas. ¡Esa es la magia de Bach!



Un domingo más nos quedamos en compañía de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. Alguna ve te he relatado cómo el carácter de Bach en sus años jóvenes era bastante turbulento. John Eliot Gardiner, en su biografía sobre el maestro titulada «La música en el castillo del cielo», sostiene que la música fue su salvación. En efecto, constituyó una válvula de escape frente a todo esto e incluso para superar la traumática muerte de sus padres, algo que ocurrió siendo muy joven. Puesto que la de la guadaña era una invitada frecuente a la casa de los Bach (recuérdese la muerte de su primera mujer estando él de viaje, y de doce de sus veinte hijos), el maestro tuvo que evadirse de alguna forma de esta presión vital y lo hizo componiendo una música de la más alta calidad. Gardiner dice: «Ansiamos saber qué tipo de persona era capaz de componer una música tan compleja que nos deja completamente arrobados, tan irresistiblemente rítmica que queremos bailar con ella y tan llena de emoción que nos toca hasta el corazón de nuestra existencia». Así era Bach, nada más y nada menos.

Durante un ratito nos va a maravillar con su coral «Komm, Gott, Schöpfer, Heiliger Geist», BWV 667. Este pequeño preludio coral consiste en dos variaciones que están enlazadas por un pequeño interludio. La primera de las variaciones es un coral en miniatura que es similar al BWV 631 que ya hemos escuchado por aquí. El cantus firmus aparece en la voz de soprano de forma ininterrumpida. En la segunda variación, la melodía coral que sustenta toda la obra es escuchada en el pedal sobre un acompañamiento muy ornamentado de las otras voces, en forma de ritornelo imitativo. Una miniatura, como he dicho, que es una muestra extraordinaria del arte de Bach, que se manifestaba estupendamente tanto en lo grande como en lo pequeño.

La interpretación es de Ulf Norberg al órgano de la Iglesia Hedvig Eleonora de Estocolmo.

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