Llorad, cielos, desde lo alto

Rorate coeli, Musgrave

¡Feliz martes! Es muy posible que a estas alturas de año nos haga falta que llueva (no algo sino bastante) porque estamos faltos de agua. Por ello, podemos pedirle a los cielos, y a Dios su dueño, que lloren mucho para que la tierra se llene de este bien preciado. La música de hoy puede ayudar como bella plegaria, a la vez que disfrutamos de ella y nos quedamos con ganas de escuchar más de esta compositora que nos ha visitado alguna que otra vez.

Thea Musgrave

Se trata de Thea Musgrave (1928), compositora británica nacida en la localidad escocesa de Edimburgo. Es una de las compositoras actuales más reputada y su música está presente en casi todas las salas de concierto. Entre las características de su música están la claridad de invención, su habilidad a la hora de orquestar y una comunicación musical que Musgrave sabe explorar hasta casi el infinito. A veces lleva a «fisicalizar» tanto su música como su impacto dramático, tanto en obras sin programa como otras programáticas, describiendo paisajes y algunas famosas leyendas griegas. Perfecciona el efecto dramático y las posibilidades sonoras y acústicas de la composición (por ejemplo, haciendo que el solista se mueva entre las distintas secciones de la orquesta). Así, los intérpretes no solo son conversadores sino también miembros activos del dramatismo de la música. Ha recibido una beca Guggenheim, el premio Ivors 2018 de música clásica y la Medalla de Música de la Reina.

Esta gran compositora nos trae hoy Rorate coeli. Se trata de una composición para coro a capella compuesta en 1973. Cuando la Federación Nacional de Asociaciones Musicales de Gran Bretaña le encargó una obra, Musgrave ofreció esta obra que se estrenó en Greenwich. El texto usado (en realidad los textos) es de William Dunbar y está formado por dos poemas que se entrelazan: uno sobre la natividad de Jesús (el del título) y otro sobre su resurrección. La composición empieza con poderosos acordes que los solistas responden en forma de eco. Los poemas están tan entremezclados que se presentan simultáneamente recordado a las técnicas medievales (de hecho, estos textos son de alrededor de 1500). La obra está completamente dominada por la alegría, doble porque es por el nacimiento y por la resurrección. Los acordes iniciales, que nos ponen una sonrisa en la boca, regresan al final en un jubiloso gloria final.

La interpretación es de The New York Virtuoso Singers dirigido por Harold Rosenbaum.

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