Música para una constelación



¡Feliz miércoles! Cuando veas el nombre de nuestro de hoy (nombre y primer apellido) verás que te suenan mucho porque, en este caso, coinciden dos grandes que se llaman igual. El que te traigo hoy es bastante menos que el otro pero bueno, vamos a ir poco a poco paliando esto. Su música está llena de fuerza, de una fuerza casi primigenia, brutal, pero también sutil y llena de lirismo. Es música de hace unos años pero por la que ya no pasa el tiempo y que no pierde la actualidad.



Ese nombre tan conocido es Francisco Guerrero Marín (1951-1997), compositor español nacido en la localidad andaluza de Linares. Me refería a que su nombre coincide con el del sevillano Francisco Guerrero, con quien no guarda parentesco. Estudió en Granada con Juan-Alfonso García por encargo de su padre y luego se marchó a seguir estudiando en Madrid, pero en clases poco convencionales. Guerrero reconocí que García fue su único maestro. Tomó como maestro y modelo a Luis de Pablo a quien casi quiso imitar. En sus primeras obras vemos cómo experimenta con la música, que está plagada de aleatoriedad y otros elementos rompedores. Poco a poco va encontrando su sitio y se dedica a componer de forma más personal, procurando controlar absolutamente todo lo que suena (por tanto, alejándose de la aleatoriedad) y usando métodos matemáticos como la combinatoria y los fractales. Su repentino fallecimiento convirtió a Guerrero en un mito cuyas obras no terminan de ser todo lo interpretadas que debiera. Son de una grandísima complejidad técnica por lo que no es fácil encontrar intérpretes adecuados para ellas. Aun así verás cómo su fuerza nos apabulla y nos arrastra.

Te propongo disfrutar hoy de Coma berenices, obra para orquesta compuesta en 1996, por tanto una de sus últimas composiciones. Fue un encargo de la Junta de Andalucía que se estrenó un año después de su muerte; está dedicada a Pablo Ruiz-Castillo. El catálogo de obras orquestales del maestro es muy breve y esta obra pone un brillante broche de oro. Hay cierta amargura en esta composición muy protagonizada por la percusión y los momentos violentos. Otra de las características es el intenso expresionismo, que hace de esta obra algo duro de escuchar pero que nos recompensa con un viaje apasionante. La visión y figura del autor aparece aquí en primera plano, dejando a un lado su pesimismo vital. No sabemos qué hubiera sido de su composición orquestal tal la vuelta de tuerca que supuso esta obra.

La interpretación es de la Orquesta Sinfónica de Galicia dirigida por José Ramón Encinar.

Volver arriba