Música con poderío

¡Feliz miércoles! Desde el primer compás apreciarás que la obra de hoy está llena de una fuerza que nos arrolla y nos arrastra con ella. Casi tiene un poder hipnótico por este aspecto de forma que nos deja honda huella. Quien ha escrito estos compases no es, desgraciadamente, una figura demasiado conocida y tras la escucha de la obra solo podemos lamentarnos por ello. Sirva este post para aportar mi granito de arena al conocimiento de músicas que merecen mucho la pena y no son todo lo conocidas que debiera.

Comprobemos todo esto en su Gran dueto para chelo y piano, composición avanzada que fue escrita en 1957. «Ninguna de mis músicas es música de cámara, ni siquiera una sonata para un instrumento a solo». Con estas palabras calificaba la compositora sus composiciones, indicándonos su estilo sinfónico siempre presente. El chelo es un instrumento occidental «vocal» por excelencia que a la vez tiene peso y cuerpo así como su propia voz. Ustvolskaya lo lleva hasta casi el extremo y casi rebasa el límite de sus posibilidades. La obra está dividida en cinco movimientos que van desde la violencia inicial, casi animal, al último de ellos en el que el chelo canta de verdad, pero con una melodía descarnada, marca de la casa de la compositora. El piano también tiene momentos explosivos, casi semejantes a la rotura de cristales multicolores. Una música que comienza arrastrándonos hacia el espacio pero que termina casi en un susurro del chelo, lleno de introspección, que no consigue romper los violentos acordes del piano
La interpretación es de Mstislav Rostropovich (chelo) y Alexei Lubimov (piano).