Palabras en la Cruz



¡Feliz viernes! Nos vamos aproximando al fin de semana con una obra que es muy poco conocida dentro del repertorio de su compositor. Lejos nos queda ya el Viernes Santo pero a pesar de todo la obra nos va a hacer disfrutar de una forma especial. A veces no salimos de las mismas obras de los grandes compositores y de vez en cuando nos topamos con alguna que no solo merecen la pena sino que nos hace preguntarnos cómo es que no es más conocida. Es el caso de la de hoy.



Su compositor se César Franck (1822-1890), compositor belga nacido en Lieja. Su reinado lo hizo desde la música sinfónica y para órgano y no tuvo éxito con las piezas para la escena. Su estilo está lleno de ricas armonías llena de invención, a la vez que de melodías cautivadoras y un intenso contrapunto lleno de sabiduría. Su habilidad cuando se sentaba a los teclados era altísima, y no solo en el órgano ya que dio muchos recitales como virtuoso del piano. Con respecto al órgano, ocupó la titularidad de algunas de las principales iglesias de París, como San Juan y San Francisco o Santa Clotilde. Sus convicciones religiosas hicieron que compusiese obras basadas en textos bíblicos o eclesiásticos. En la música de Franck hallamos influencias de Liszt y Wagner, sobre todo del Tristán. Imitó de este el gusto por la modulación y por las armonías atrayentes. Franck también mostró una gran predilección por las formas cíclicas, algo que reflejó en su famosa sinfonía. Cuando comenzó el siglo XX, tras su muerte, era el representante más conspicuo de la antigua escuela francesa, en contraposición a la nueva de Debussy y sus obras progresistas.

La obra de la que te hablaba, que te sorprenderá es su oratorio Les Sept dernières paroles du Christ en Croix, obra compuesta en 1859 y que no fue estrenada en vida del maestro. La partitura se perdió y fue redescubierta en 1955. La orquestación, para solistas, coro y orquesta, solo puede calificarse de opulenta. No solo usa los textos del Nuevo Testamento sino también del Antiguo así como fragmentos del «Stabat Mater». La paleta que usa Franck es muy rica, con momentos y conjuntos de diversos tamaños, una orquestación llena de sabiduría y una variedad formal acompañada de armonías sofisticadas. Aparecen fragmentos para coro solo, a varias voces o al unísono, momentos en forma de lamento, otros pasajes espectaculares y melodías a veces dulces y otras afiladas para componer una pieza llena de estilo personal de una especial expresividad.

La interpretación es de Edith Wiens (soprano), Raimundo Mettre (tenor), Thomas Pfeiffer (barítono), Ivo Ingram (bajo) y el Coro y la Orquesta de la Philharmonie Schwäbisch Gmünd dirigidos por Hubert Beck.

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