Una sinfonía del papá



¡Feliz lunes! Espero que esta semana que empieza en septiembre y termina en octubre vaya bien para ti. No, no me he equivocado en el título del post. Está bien escrito es de «del papá», como luego te explicaré. Sea como sea el juego de palabras, la obra de hoy (que es una sinfonía, como ya has visto) es una verdadera delicia. Música de esa que nos alegra, nos trae una sonrisa a la boca, nos reconcilia con la vida y, lo que es más importante, nos hace pedir más. ¡Ese es el poderío del maestro de hoy!

Ese maestro es Joseph Haydn (1732-1809), compositor austríaco nacido en Rohrau. Puede decirse que es quien mejor representa el estilo del Clasicismo. Su alcance más sublime es haber hecho de la forma sonata algo grande, perdurable y que se mantendría a lo largo de la historia. Haydn aplicó la forma a sus propias sonatas instrumentales, a los cuartetos y a la sinfonía. Con respecto a esta forma se le llama «el padre de la sinfonía», de ahí el título de este humilde post. Casi todas sus obras sirvieron de modelo no solo para su época sino para generaciones posteriores, que los estudiaron de forma incansable y fructífera. Su alumno más ilustre fue nada menos que Ludwig van Beethoven, que aprendía de dichas obras. Pero la sombra de Haydn, como la del ciprés, era alargada y se fue extendiendo a lo largo del tiempo, llegando a otros grandes gigantes como Schubert, Mendelssohn o Brahms.

Te propongo, a ver qué te parece, disfrutar de su Sinfonía n.º 104 en Re Mayor, Hob. I/104. Lleva el subtítulo de «Londres» ya que fue estrenada allí (en 1795) y quizá es la obra que mejor sintetiza toda la estancia de Haydn en la capital británica. Se abre de una forma dramática, de forma habitual, dando paso a un allegro lleno de alegría y de ritmo; en este movimiento el tema principal aparece una y otra vez. El segundo movimiento es lento y de gran profundidad, que da paso a un minueto. Destaca el último movimiento, lleno de música popular, parece ser que croata y que el compositor pudo escuchar en las calles londinenses. Le dio la cosa para componer un último movimiento que nos lleva a mover los pies y a llenarnos de optimismo.

Esos movimientos son:

1. Adagio - Allegro.
2. Andante.
3. Menuetto y Trío: Allegro.
4. Finale: Spiritoso.

La partitura de la pieza puedes descargarla aquí.

La interpretación es de la Orquesta del Siglo XVIII dirigida por Frans Brüggen.

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