Un altar, repleto de cartas y velas, recuerda la tragedia del 11S Capilla de St. Paul, la iglesia de la zona cero
(José M. Vidal).- Es el templo más cercano a la zona cero, el corazón de la tragedia del 11S. En la iglesia anglicana de St. Paulse celebraron los primeros funerales oficiales y se lloró por primera vez a los muertos en ceremonia pública y oficial. La capilla fue refugio, apoyo, descanso y soporte de los 14.000 voluntarios que ayudaron en las trágicas horas del primer rescate.
La zona cero impresiona. Bajo una estética cuidada, flota el dolor y la tragedia del horror. En medio de un gran parque, dos grandes agujeros de mármol negro, con una cascada suave de agua que baja por sus paredes y se almacena en el fondo, para sumirse por otro agujero más estrecho y pequeño. Y alrededor del gran agujero de agua, los nombres de todos los muertos. Enganchada en la letra de uno de los nombres, una rosa blanca.
Un poco más allá, el edificio en construcción de Calatrava, en forma de alas blancas de un pájaro, quizás un águila. Y, por supuesto, cerca de donde estaban las torres derribadas, se yergue ya la nueva mole de la torre más alta de nueva York: World Trader Center. Mucho más alta incluso que las dos anteriores.
La Torre Uno, que se alza cerca del vacío que dejó el 11-S, es el edificio más alto del hemisferio occidental, con 1.776 pies de altura (541 metros). Esa cifra coincide con el año de la firma de la Declaración de la Independencia. Su construcción llevó ocho años. El coste total de este proyecto asciende a 3.800 millones de dólares y para completarlo debió cumplir con estrictas medidas de seguridad. A sus pies tiene las dos cascadas que ocupan el lugar de las antiguas Torres Gemelas.
Es la respuesta visual de los americanos a los ataques recibidos. Es su forma de decir 'no podrán con nosotros'. Como reza una frase de Virgilio colocada en grandes caracteres en un muro del memorial: "Ningún día te borrará de la memoria del tiempo".

Ríos de gente en torno al memorial. En silencio. Como rezando. Algunos lloran. Todos se hacen fotos. La escena conmueve. Y todavía conmueve más la visita al museo del 11S. Metido en las tripas de lo que fue el sótano de una de las Torres Gemelas. Un museo del recuerdo. Con todo tipo de objetos: Zapatos, motores, bicicletas, coches de bomberos, vídeos del impacto de los aviones desde todos los ángulos, los resto de dos vigas de hierro que quedaron en pié y, al final, la captura del 'enemigo' Bin Laden.
Los americanos han convertido en victoria una de las mayores derrotas o tragedias de su historia. Llevan a la patria en el corazón. Y su bandera es todo un símbolo querido, honrado y apreciado. De hecho, está omnipresente. Hasta en los vagones del metro.
Tras visitar la Zona Cero y el museo, nos acercamos a la St. Paul's Chapel. Rodeada de un cementerio inglés antiguo y cuidado, que data de 1776. Con tumbas importantes, como la de Montgomery, el oficial derrotado por los franceses en Quebec en 1775. O la del patriota MacNeven.
Cerca de la puerta de entrada, la 'Campana de la esperanza', entregada por el alcalde de Londres a la ciudad de Nueva York como símbolo de solidaridad en el primer aniversario del 11S.

Se trata de una clásica capilla anglicana de la era colonial, construida con micacita original de Manhattan y sillares de piedra arenisca de color rojizo. El interior es de madera. Aparte del altar y del púlpito, destaca el sitial de George Washington. El 30 de abril de 1789, tras jurar como primer presidente de Estados Unidos, Washington se dirigió desde el Federal Hall en Wall Street hasta la St. Paul's Chapel, para asistir al servicio religioso.
En la ciudad, la capilla goza de un halo milagroso. Primero, se salvó del gran incendio que arrasó Nueva York en 1776. Después, a partir del 11S, los neoyorquinos pasaron a llamarla "la capillita que no cayó", cuando, al otro lado de la calle, colapsaron las dos Torres Gemelas.
Y la capilla se convirtió en un lugar de esperanza y oración para los voluntarios. Sus recuerdos de aquellos trágicos días están por todas partes. Especialmente en un altar, con velas siempre encendidas, donde van depositando cartas, tarjetas y recuerdos de la hecatombe del 11S, enviados por personas de todo el país y de todo el mundo. Oración y solidaridad. "Dales, Señor, el descanso eterno".
