Exorcista y director espiritual del Papa Francisco Muere el Padre Carlos Aldunate, a los 102 años

(Jesuitas).- A toda la familia ignaciana les comunicamos que esta mañana falleció el P. Carlos Aldunate SJ. Mañana, jueves 19 de julio, se celebrarán sus funerales a las 14:00 hrs. para luego ser trasladado al cementerio de Padre Hurtado. Hoy, a las 19:00, se celebrará una eucaristía de acción de gracias por su vida en la capilla doméstica de la Residencia San Ignacio.

Carlos nació en Santiago, el 16 de mayo de 1916, ingresó a la Compañía de Jesús el 19 de marzo de 1932 en el Noviciado de Chillán y fue ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 1944 en San Miguel, Argentina. Como Jesuita, consagró parte de su vida a nuestro apostolado educativo y espiritual. Se desempeñó en el Colegio Loyola en Padre Hurtado, en el Colegio San Ignacio Alonso Ovalle, en el Colegio San Luis y la Residencia Universitaria de Antofagasta y en el Colegio San Mateo de Osorno.

Dio retiros y Ejercicios Espirituales en la Casa de Estudiantes Ejército 72, en la Casa Colegio Máximo ubicada en la calle Almirante Barroso, en la Casa (Residencia) del Santísimo nombre de Jesús en Valparaíso y en Padre Hurtado.

Obituario

A Carlos Aldunate nunca se le encontraba quieto o descansando. Siempre tenía
algo que hacer o decir: "¿Cómo va su vida? ¿En qué puedo ayudarlo? ¿Quiere que
conversemos?", le decía a sus más cercanos. La pasión por el servicio y la
preocupación por el prójimo fueron los factores determinantes en la carrera del
hermano mayor de los Aldunate
.
Nació el 16 de mayo de 1916 en Santiago. Proveniente de una familia conservadora y de muy buena situación económica, vivió gran parte de su infancia en Inglaterra, donde cursó sus estudios básicos en el internado jesuita

. Fue en estos primeros años donde obtuvo una educación estricta y disciplinada, la cual formaría su carácter serio y formal. En 1930 y luego de la crisis económica mundial, la familia decide regresar a Chile, cuando, bordeando los 16 años, Carlos le plantea una especial inquietud a sus padres: había sentido un llamado y deseaba convertirse en sacerdote. De ese modo, el 19 de marzo de 1932, ingresa formalmente a la Compañía de Jesús, comenzando su noviciado en Chillán, lugar donde también haría su juniorado. Su hermano José le seguiría los pasos unos años después.

En 1938 el Padre Carlos emprende rumbo a San Miguel, Argentina, donde
comienza sus estudios de Filosofía y posteriormente de Teología. En 1944 se ordena
sacerdote en la misma ciudad; y en 1947 viaja a Europa para continuar sus estudios en
Bélgica, donde realiza un doctorado en Filosofía en la Universidad de Lovaina.

Carlos siempre fue considerado como un "gentleman": respetuoso, de vocabulario culto, amante de las buenas costumbres y del trabajo honrado y de esfuerzo. No solía ser muy expresivo -prefería dar la mano antes que un abrazo- pues su timidez lo tendía a cohibir en público, pero una vez que entraba en confianza, lograba dar rienda suelta a su humor y a su carcajada tan característica: reía tan fuerte que todos podían ver sus amígdalas y escucharlo a varios metros de distancia.

En 1949 regresa a Chile y se desempeña como prefecto de estudios en el
juniorado de la Compañía. Al poco tiempo asume como rector en el Colegio Loyola, en Padre Hurtado; donde además era profesor de griego, cargos que ocupa hasta 1959.
La labor educativa era muy importante para Carlos: anhelaba poder transmitir todo el
conocimiento y disciplina que poseía a los más jóvenes, para poder formarlos como
seres proactivos que ayudaran a desarrollar una sociedad más justa. Vibraba con su
vocación de servicio y quería traspasar ese sentimiento a las nuevas generaciones.

Con este mismo objetivo, en 1960 se convierte en rector del colegio San Ignacio en
Alonso de Ovalle, donde estuvo por cuatro años a cargo de la institución. Luego sería
enviado a Antofagasta, donde asumió la rectoría del Colegio San Luis, en 1965.
Tan sólo un año después, el Padre Carlos es nombrado rector de la Universidad
Católica del Norte
, donde también dio clases de psicología. Sin embargo, la labor
administrativa no fue de todo su gusto: extrañaba el contacto con los jóvenes, las
misiones y los viajes.

Por ello, en 1968 deja el cargo para dedicarse de lleno a sus labores como docente y superior de la comunidad jesuita del lugar, organizando distintas actividades y eventos para las familias, ofreciendo su guía espiritual y acompañando a todo aquel que lo necesitara.

Carlos no sólo era un fanático de la literatura pedagógica y espiritual: también era un gran aficionado a las travesías y a conocer nuevas culturas, gusto que desarrolló dados los constantes viajes que realizaba con su familia por América y Europa. Tenía un espíritu aventurero innato: gozaba con situaciones adrenalínicasque, para cualquier persona, serían más que complicadas; pero que para él, podían convertirse en una digna historia para contar en el futuro. Él llegaría a donde lo invitaran. Fue así como en 1971 le propusieron mudarse a Osorno, donde asumiría la rectoría del Colegio San Mateo, cargo que aceptó gustoso y que desempeñó por cinco años.

Uno de los pilares fundamentales en la vida de Carlos fue su hermano José.
Desde niños crearon una relación muy estrecha, aunque siempre con formalidades
propias de su educación. Siempre fueron cómplices en todo: en el humor, las
travesuras, los estudios y hasta en las decisiones más importantes de sus vidas -como
el ingresar a la Compañía-. Era tanta la admiración que sentían el uno por el otro que
no habían muchas cosas que pudieran hacer por separado.

"Pepe" y Carlos se sentían como uno solo. Incluso ambos tuvieron la oportunidad de conocer al Padre Alberto Hurtado, hecho que los marcó profundamente: en él vieron a un ser increíblemente carismático, apasionado y enamorado del servicio dedicado a los que más lo necesitaban. Esto motivó a Carlos aún más en su rol educacional y en su sentido deber con los más jóvenes, desarrollando un especial cariz en el ministerio de los Ejercicios Espirituales, que practicaría posteriormente. Su familia, sin embargo, nunca vio con buenos ojos la amistad que desarrollaron con el Padre Hurtado: el padre de los Aldunate criticaba constantemente a través de cartas publicadas en el diario El Mercuriolas ideas "demasiado liberales" del Padre Hurtado. Carlos, siempre respetuoso y tranquilo, prefería alejarse de aquellas discusiones.

Durante la década del 60 los caminos de los hermanos comenzaron a separarse:
Pepe se enfocó en los derechos humanos y en una misión de sacerdote obrero -
motivada aún más luego del golpe militar-, mientras que Carlos se interesó por la
Renovación Carismática. Así, en 1976 Carlos se traslada a la Casa de Estudiantes de
la calle Ejército 72, donde se dedica a dar retiros y orientaciones, además de
desempeñarse como asesor oficial del Movimiento Carismático, convirtiéndose en una gran figura al volver la visión del movimiento a sus raíces, centrada en la espiritualidad, en vez de en las cosas exteriores.

También destacó por sus servicios y pasión en los Ejercicios Espirituales: si bien tradicionalmente son concedidos por sacerdotes, Carlos decidió formar una agrupación de laicos a los cuales les enseñó, a través de cursos, cómo darlos a otras personas. Carlos quería alejarse de la idea de que los Ejercicios debían tener los días contados o que debían hacerse encerrado en una casa, sino que más bien quería implementarlos a la vida cotidiana de todas las personas. Sus cursos se fueron haciendo cada vez más conocidos en el Movimiento Carismático, lo que lo llevó a recorrer varias partes de Chile y Argentina enseñando a laicos sobre los Ejercicios Espirituales. Además, escribió varios ensayos sobre psicología, espiritualidad y fenómenos psico-espirituales, los cuales utilizaba en sus cursos.

En 1979 se establece en Valparaíso, donde continúa con su labor espiritual
orientando a las personas que requieran de su acompañamiento y consejo. En 1986 es
enviado a Padre Hurtado, donde se convierte en el director y superior de la Casa de
Ejercicios Espirituales. En reiteradas ocasiones realiza retiros, misiones y cursos de
formación, incluso fuera del país, manteniéndose en estas labores hasta el 2012. En
2013 se traslada a la residencia de San Ignacio en Alonso de Ovalle, donde se dedicó a
orar por la Iglesia y la Compañía.

A pesar de la acomodada situación económica en la que nació, Carlos nunca
valoró especialmente las cosas materiales. Prefería entregarlo todo y despojarse de lo más que pudiera, ciñéndose a un camino austero y dedicado en su totalidad a las enseñanzas de Dios, enfocándose en la educación espiritual de los jóvenes como su camino predilecto. Su lado travieso, eso sí, no desapareció nunca, a pesar de su
formación europea: hasta los últimos días disfrutó de sus pasteles y dulces favoritos y
de botellas de Bilz bien helada que le llevaban sus amistades a escondidas a la casa
de reposo: "¿Cómo va su vida?, ¿conversemos?"

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