Consiguió adelantarse un siglo a las ideas fundamentales del Concilio Vaticano II Padre Ibiapina, teólogo de la liberación en pleno siglo XIX
(Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en Brasil).- Hay personajes a quienes la historia no les reserva el lugar que merecen. El padre José Antonio María Ibiapina puede ser considerado uno de los grandes olvidados de la historia brasileña.
Sacerdote de vocación tardía, pues comenzó su labor pastoral a los 47 años, después de haber desarrollado su trabajo en el campo de la magistratura, consiguió adelantarse un siglo a las ideas que después serán elementos fundamentales de reflexión en el Concilio Vaticano II.
Nacido en 1806, el padre Ibiapina fue el primero en llevar a cabo un trabajo de transformación social en el interior del Nordeste brasileño a partir de la unión entre fe y vida, pudiendo decir que abandonó los lujos que conllevaba el hecho de trabajar en la Cámara de los Diputados para hacer opción por los pobres, llegando a ser considerado por algunos estudiosos como uno de los precursores de la Teología de la Liberación. De hecho su forma de actuar, como misionero itinerante al servicio de los más pobres, fuera de los patrones establecidos, provocó que no fuese bien visto por la estructura eclesiástica de la época.
El trabajo llevado a cabo por el sacerdote brasileño será continuado más tarde por el Padre Cícero Romão Batista, el "santo" de Juazeiro do Norte, de quien se dice que quiso ser sacerdote, al modelo de Ibiapina, viendo como éste asistía a su padre, enfermo de cólera, en el momento de sus muerte, y Antonio Conselheiro, quien conseguirá construir, en Canudos, una ciudad autosustentable, donde nadie pasaba necesidad, en una época en que buena parte de la población moría de hambre, por lo que fue acusado de comunista por el gobierno, que destruyó la ciudad, matando a los que allí vivían.
Para recordar y profundizar en la figura del Padre Ibiapina ha sido celebrado de 5 a 8 de agosto en la ciudad de Crato, estado de Ceará, el II Seminario Nacional Padre Ibiapina, organizado por la Universidad Regional del Carirí, la Diócesis de Crato y la Secretaría de Cultura de Crato, conmemorando así el 150 aniversario de sus acciones misioneras en la región del Carirí Cearense.

La antropóloga Luitgarde Oliveira Cavalcanti Barros, profesora de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro, una de las ponentes en el Seminario destaca en la figura de Ibiapina su gran contribución "no sólo en la religión, como en la sanidad, educación y en la arquitectura del Nordeste". De hecho, se debe a él la construcción de innumerables casas de caridad, iglesias, donde eran atendidos los huérfanos, hospitales, capillas, cementerios, reservatorios de agua en las casas, embalses..., así como el hecho de haber enseñado nuevas técnicas agrícolas a los habitantes de la región y defendido los derechos de los trabajadores rurales, duramente explotados por patrones sin escrúpulos.
La profesora define al sacerdote nordestino como "uno de los mayores pensadores de este país, el hombre que asumió espontáneamente el trabajo de reeducar al pueblo del Sertão, completamente abandonado y despreciado por los gobernantes". Por ello, defiende que "su historia necesita ser destacada en este país por haber sido uno de los elementos más importantes en la civilización del Nordeste".
Monseñor Fernando Panico, obispo de Crato, definía al Padre Ibiapina, en su intervención en el Seminario, como gran misionero por los caminos secos, polvorientos y calurosos del sertão (región semiárida del interior del nordeste brasileño), donde alcanzó gran fama gracias a su trabajo intelectual de evangelización, la introducción de la educación femenina, cosa inédita en la región en aquella época, así como su trabajo de infraestructura.
El obispo de Crato le define como un misionero diferente que, conmovido por las heridas de la miseria humana, se hacía presente en la vida de penuria del pueblo, provocada por la falta de asistencia social, el hambre, la falta de agua y el cólera. En sus predicaciones hacía una llamada a la conversión y a acabar con el aislamiento individualista, lo que junto con sus numerosas obras de caridad le llevó, en opinión de Monseñor Panico, a hacer realidad lo que un siglo después será llamado de opción preferencial por los pobres.
Podemos decir que el celo apostólico del Padre Ibiapina, en interior del Nordeste brasileño, dejó grandes señales, más que en la organización de la Iglesia católica, en la vida del pueblo pobre, siempre excluido, ignorado y olvidado por la sociedad y, muchas veces, por la propia Iglesia.