Y las significativas ausencias del pueblo de Dios en el puerto Los cardenales de Francisco desembarcan en México

El Papa envió a cinco de los religiosos más destacados del gobierno del Vaticano a la primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe con el objetivo de profundizar su apoyo
Pero lo más llamativo de esta asamblea son las significativas ausencias: los laicos que forman parte de los Movimientos Populares, los llamados curas villeros y los Curas en Opción por los Pobres, los curas casados, que tampoco fueron mencionados en los grupos de trabajo de la Asamblea, y la comitiva de la juventud, todas ellas mujeres, también ausentes en el diálogo de la redacción final
Más allá de los nombres, uno de los temas ausentes en los debates es el cuidado de la 'casa común'
En solo cuatro días de desarrollo de este excepcional encuentro, todas las debilidades quedaron expuestas, aunque es verdad que aún quedan algunos días para impulsar correcciones
| Lucas Schaerer
Ocurre que la conducción de la Iglesia es episcopal, sólo de obispos. Y el Pontífice jesuita y latinoamericano considera que para volver a las raíces del Evangelio, de las primeras comunidades de fe, es inevitable la conversión de este carácter episcopal a uno eclesial, es decir, a una conducción de la Iglesia colegiada, que incorpore a los bautizados en sus amplias diversidades y que tome decisiones en sus parroquias (barrios o comunidades), diócesis (provincias o ciudades) y continentes.

Por eso, en función de este objetivo de profundizar su apoyo a la primera asamblea eclesial de la Iglesia católica, Bergoglio envió a cinco cardenales vaticanistas, al monseñor encargado de la comunicación de la Santa Sede y a su embajador en México, el nuncio apostólico en salida, Franco Coppola.
El religioso que quizás concentra mayor poder de todos los enviados es Marc Ouellet. Desconocido para la mayoría de los católicos, es un hombre que fue elevado al cargo de cardenal por el Papa polaco, Juan Pablo II; y luego ubicado por el Pontífice alemán, Joseph Ratzinger, en la estratégica Congregación para los Obispos.
Este cardenal canadiense no sólo tiene peso determinante en la designación de obispos en todo el mundo, o sea en la distribución de los capitanes del ejército espiritual católico de 1.300 millones de bautizados, sino que también conduce la Pontificia Comisión de América Latina (PCAL), una de las áreas de gobierno már cercana a los sentimientos del Papa.
Es preciso saber que Ouellet perdió el confort que mantenía hace algunos años. Hace dos meses, el Papa designó en el equipo del canadiense a dos latinoamericanos: Emilce Cuda, jefa de la oficina de PCAL, es una teóloga de extenso trabajo académico tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica, que fue fortaleciendo su mirada por su amistad y formación con los jesuitas, los movimientos populares y los sindicatos de la Argentina; y el profesor mexicano Rodrigo Guerra, como secretario de PCAL.
Otro de los recién llegados es Mario Grech, el cardenal maltés que está trabajando en el que será el evento más importante del próximo año, es decir, el Sínodo de la Sinodalidad. El religioso fue designado en ese lugar clave por el propio Bergoglio.

Ayer, miércoles 24 de noviembre, la misa vespertina en la Asamblea Eclesial fue ofrecida por el cardenal Jean Claude Hollerich, presidente de las conferencias episcopales de Europa y arzobispo de Luxemburgo.
De todos ellos, el primer cardenal vaticanista en llegar a México fue Oswald Gracias, arzobispo de Bombay. Su temprano arribo fue significativo teniendo en cuenta que la India en uno de los países más poblados del planeta. También es importante destacar que si bien se trata de una nación donde el cristianismo es minoría, su primer ministro invitó recientemente al Papa a realizarles una visita oficial. Sumado a estos datos no menores, el cardenal indio es integrante del pequeño pero determinante Grupo de los Siete (G-7) para la Reforma de la Gobernanza de la Curia Romana.

Ausencias del pueblo de Dios
Difícilmente los religiosos europeos se percaten de las significativas ausenciasde los grandes grupos de bautizados latinoamericanos ycaribeños. En solo cuatro días de desarrollo de este excepcional encuentro, todas las debilidades quedaron expuestas, aunque es verdad que aún quedan algunos días para impulsar correcciones.Resulta llamativa la ausencia presencial, y virtual, del único cardenal indígena y boliviano de la Curia Romana, el quechua Toribio Ticona Porco. Si bien algunos podrán justificar la situación a partir de la delicada salud del religioso, quienes conocen sus actividades públicas en el país plurinacional dirán que se trata de un argumento con escaso sustento.
Más allá de los nombres, uno de los temas ausentes en los debates – al menos hasta hoy, jueves 25 – es el cuidado de la “casa común”. No se reflexiona sobre el tema, con la única excepción de algunas conferencias de prensa.

En la enumeración de ausencias, también es fundamental nombrar a los laicos que forman parte de los Movimientos Populares, por citar Misioneros de Francisco en Argentina o los Movimientos Sin Tierra de Brasil, además de los dirigentes de los sindicatos tradicionales agrupados en centrales, federaciones o asociaciones.
Es llamativa la ausencia de los Movimientos Populares por dos razones. Por un lado, porque son vitales en el magisterio de Jorge Bergoglio. Hay que recordar que en su último encuentro los llamó “samaritanos colectivos”, por ser quienes en la periferia, en pleno confinamiento por el coronavirus, no dejaron de asistir a los excluidos. Por otro lado, algunos de los presentes en Casa de Lago tienen cotidianos diálogos y tareas concretas con los laicos que militan en sindicatos u organizaciones de la llamada economía popular.
De la propia iglesia en las comunidades, con los pies en el barro en las periferias de la Argentina, son los llamados curas villeros y los Curas en Opción por los Pobres. También estuvieron ausentes. Sólo hubo una conexión online del obispo auxiliar en la Ciudad de Buenos Aires, Gustavo Carrara. Ni siquiera divulgaron documentos dirigidos a la Asamblea Eclesial, por lo que supone que ni siquiera contemplaron darse un debate al interior de sus grupos, seguramente por las urgencias cotidianas de encontrarse en las trincheras de las comunidades descartadas.
A pesar de estar organizados en 16 países de la región, los curas casados tampoco fueron mencionados en los grupos de trabajo de la Asamblea, omitidos totalmente del “documento para el discernimiento comunitario”, que fue el ordenador del evento. Estos religiosos remitieron documentos, luego de encuentros en foros, a la conducción de la Asamblea y del CELAM, la Conferencia Episcopal de Latinoamérica, pero sólo figuran sus iniciativas en el documento de trabajo “Síntesis Narrativa”, más precisamente en las páginas 120 y 121.
La última ausencia en lugares definitorios de la Asamblea Eclesial fueron los jóvenes. Por ahora no figuran en la comisión redactora del documento final. La comitiva de la juventud, todas ellas mujeres, está ausente en el diálogo de la redacción final.

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